Emprendedor osornino repara juguetes y con ello ha evitado botar una tonelada de plástico
MEDIO AMBIENTE. El ex alumno industrialino, Christian Febrero, junto a su esposa Karina Mayorga reciben piezas desde todo el país y con el arreglo de estas ayuda al planeta, además de devolver la alegría a niños y a adultos nostálgicos.
Christian Febrero es un osornino que estudió en el Liceo Industrial y hace 14 años dejó la ciudad para radicarse en Valdivia, donde aparte de dedicarse a la electromecánica, descubrió un singular oficio: la reparación y restauración de juguetes de todo tipo, tanto en los mecanismos que los hacen funcionar, como en su parte estética.
Es así como junto a su esposa, Karina Mayorga, conformaron este emprendimiento que es el primer servicio técnico de reparación del juguete, donde reciben todo tipo de piezas, desde juguetes electromecánicos hasta muñecas y peluches. Gracias a ello, este osornino ha logrado reciclar más de una tonelada de plástico y así contribuir a la limpieza del medio ambiente.
Sueño y casualidad
Este emprendedor osornino desde niño sintió curiosidad por entender cómo funcionaban los juguetes, por lo que cada vez que recibía uno lo primero que pensaba era en desarmarlo y observar el mecanismo interno, algo que luego completó con sus estudios de electromecánica en el Liceo Industrial de la ciudad.
Fue así como hace 10 años emigró a Valdivia, donde trabaja precisamente en electromecánica y así el año 2014, por casualidad, se introdujo en el mundo de la reparación de juguetes hasta la actualidad.
"Pasé por casualidad a vitrinear por una juguetería y la dueña le dijo a su marido que llegó una máquina de coser de niña con los cables cortados y se preguntaban cómo la podían arreglar. Me metí en la conversación y les dije que yo la podría arreglar. Me la traje a la casa, le soldé los cables y la dejé funcionando. Se la llevé al otro día y quedó muy contenta, después me pasaron dos juguetes más, de ahí fueron sacos y nunca más paré en esto", relató.
Desde la misma tienda, que traía juguetes reciclados desde Estados Unidos, comenzaron a darle cada vez más piezas para reparar, para luego ponerlas a la venta, con lo que comenzó a hacerse conocido por esta particular habilidad. Muchas personas solicitaron sus servicios para reparar sus juguetes, donde algunos le confiaron piezas muy añosas, de un gran valor sentimental.
"Reparo todo tipo de juguetes: autos a control remoto, helicópteros, lanchas, autos a batería y por casualidad mi señora se metió en este trabajo, porque tiene mucha habilidad para coser. Un día me mandaron un oso de peluche, pero yo no sé de eso. Inmediatamente mi señora aceptó el desafío y me dijo 'recíbelo, porque yo lo puedo arreglar'", comentó.
De esta forma, su esposa Karina entró al emprendimiento gracias a la llegada de un peluche, el cual desarmó, le puso ojos y relleno, dejándolo como recién salido de una juguetería.
"Tengo la suerte de que a mi señora le gusta esto, así que ella restaura muñecas y peluches y yo veo todo lo que es electrónico", indicó.
Gran ayuda al planeta
La alta demanda que ha tenido este servicio llevó al matrimonio a instalarse con su propio taller en la casa, con máquinas de coser y cajas de insumos de reparación, donde uno de los elementos más fundamentales del lugar es la caja donde se depositan las baterías viejas, ya que el espíritu que mueve a este emprendimiento es precisamente cuidar el planeta a través del reciclaje.
Este perfil del negocio ha sido reconocido por el Ministerio de Medio Ambiente, por el valioso aporte que brinda la idea al planeta.
"Con esta iniciativa ayudamos a evitar que se genere más contaminación, porque evitamos que se vayan a la basura todos estos plásticos, baterías y otros elementos de los juguetes. Una cosa es reparar los juguetes para que no se vayan a los vertederos y lo otro es rescatar tesoros que la gente guarda por mucho tiempo, con la esperanza de poder repararlos alguna vez, pero sin saber dónde y nosotros les damos la oportunidad de hacerlos revivir", manifestó.
Christian Febrero ya ha reparado más de cinco mil juguetes desde que comenzó hace siete años, lo que en la práctica significa que ha ahorrado más de una tonelada, que de no haber rescatado los juguetes, se habrían ido a la basura, afectando al planeta.
"Siento que es una contribución que estamos haciendo al planeta. Muchas veces la gente bota los juguetes, incluso con las pilas, porque se revientan dentro y creen que no tienen arreglo, pero yo tengo la solución", sostuvo.
Alegría sin lucro
Entre las piezas que llegan hay muchas que tienen entre 30 y 50 años, lo que además de la nostalgia que provocan, son piezas de alto valor. Sin embargo, se trata de un trabajo alternativo, ya que los ingresos que genera aún son marginales.
"Este trabajo no es para mantener a una familia, sino que es algo que nosotros hacemos de manera alternativa y porque nos gusta ver que los niños vuelvan a ver sus juguetes reparados y la nostalgia de muchos adultos. Es como sentir el cariño de la gente", expresó.
Los costos de la reparación son variables, dependiendo de cada juguete, pero parte desde los 3 mil pesos por la revisión y todo depende del valor de las piezas que se deben reemplazar y del tiempo que se necesite para el arreglo.
$3.000 cuesta la revisión, que se puede solicitar a través del Facebook "La clínica del juguete".