Correo
Reforma de la Fiscalía
La Fiscalía, institución clave para la convivencia social, hace rato dejó de ser un adolescente en el proceso de reforma al sistema de justicia penal. Es cierto que hubo que partir de cero. Primero para poner en marcha y luego para consolidar una institución que prometía -desde el propio mensaje del Código Procesal Penal- mayor efectividad en el combate del delito en un marco normativo que asegurara la vigencia de los derechos fundamentales de todas las personas.
Pero esa época ya pasó y hoy, a más de 20 años de su creación, sabemos que esa promesa se cumplió sólo respecto de los derechos de los imputados y no desde la perspectiva de la eficacia persecutoria y los derechos de las víctimas, siendo todos testigos los últimos años del avance del fenómeno criminal con más violencia y organización. De ahí que resulta necesario y extraordinariamente oportuno, teniendo en vista el escenario constituyente, hacernos cargo de una reforma al diseño institucional del Ministerio Público, pero ahora no sólo desde la academia, sino que a la luz de la experiencia.
A mi juicio, hay tres aspectos fundamentales que debieran abordarse: los nombramientos y duración en los cargos, la estructura organizacional interna y los controles externos.
Sobre lo primero: si el fiscal representa a la sociedad en la persecución del delito: ¿qué participación tiene la sociedad en la designación de quien ejercerá esa función a su nombre? Ninguna. ¿Qué legitimidad democrática tienen sus decisiones? Ninguna. Por lo demás, la duración de ocho años para el cargo de fiscal nacional y regional es excesiva.
En cuanto a lo segundo, diversos episodios, algunos bastante bochornosos, han revelado conflictos internos que perjudican la función y denotan serias deficiencias de liderazgo y de estructura interna, el último de los cuales se dio en nuestra región con la renuncia pública de un fiscal jefe acusando desinterés investigativo de la fiscal regional.
Por último, la ausencia de controles externos que permitan exigir al organismo una gestión eficiente y de calidad posibilitan la burocratización y aburguesamiento institucional a costo cero. Ni la Contraloría puede hoy inmiscuirse en los asuntos de la Fiscalía.
Es de esperar que, a pesar de la baja de peso, los constituyentes puedan hacerse cargo de las reformas que hoy, a la luz de la experiencia, deben hacerse a la Fiscalía.
Marcos Emilfork, ex fiscal regional de Los Lagos
Caída del Imperio Azteca
El 13 de agosto se cumplen quinientos años de la conquista del Imperio Azteca, uno de los hitos más sobresalientes de la historia global. La hazaña española, liderada por el metelinense Hernán Cortes, está tejida de mitos y distorsiones, como la que asume que Cortés fue un genocida. Fuera de la hagiografía, Cortés fue un individuo sobresaliente y complejo, que ayudó a urdir -al igual que Napoleón Bonaparte-, su mito posterior, como lo demuestran sus famosas Cartas de Relación (1519-1526).
Al igual que una obra historiográfica de buena calidad, este aniversario no puede ser mera hagiografía, ni demonización. Como ha advertido recientemente Esteban Mira Caballos -una autoridad de la historiografía cortesiana-, "toda simplificación supone un falseamiento de la realidad".
Con todo, la conquista de México sigue abriendo interrogantes. El Oxford Handbook of the Aztecs (2016), una obra de referencia y consulta obligada, es prueba de ello. Mucho queda pendiente por comprender en materia de pictografía, pensamiento nahua, construcción de Estado, historia económica, manufacturas, religión azteca, entre otros. Conmemorar este quincentenario es una función de la voluntad de comprender, lo que sólo se consigue con rigurosidad: sin leyendas negras ni mitificaciones.
Camilo Barría-Rodríguez, historiador
Presión deportiva
En los últimos días nos hemos enterado de varios casos de presión sicológica reportadas por atletas en los Juegos Olímpicos (JJOO). En el caso de Simone Biles ha llegado hasta el abandono de la competencia. Existe evidencia de que el deporte mejora la salud mental, sin embargo, el ejercicio excesivo puede transformarse en un patrón obsesivo que altera la salud mental al igual que en otras enfermedades. Algunos atletas pueden aborrecer su imagen corporal (se pueden ver obligados por su disciplina) o pueden verse tentados al uso de esteroides anabólicos y obsesionarse con el entrenamiento, provocando en ellos trastornos del ánimo e irritabilidad. En el caso de los atletas de elite, deben pasar por períodos de entrenamiento excesivo para mejorar sus marcas. En el último tiempo se ha descrito en la literatura internacional un "síndrome de sobre entrenamiento" que se puede producir cuando el ejercicio es excesivo y el descanso insuficiente. Puede generar trastornos del sueño, pérdida de peso y apetito, reducción de la lívido, irritabilidad, etc. Todos síntomas muy cercanos a la depresión.José Matas, facultad de Medicina Universidad de los Andes