Inquietud por la delincuencia
Sucesivas encuestas vienen refrendando la preocupación que hay en la población del país por el incremento de los delitos. Enfrentar la delincuencia en el país exige una acción contundente y oportuna de parte de los poderes del Estado, sobre todo del Gobierno.
Una encuesta del centro de estudios Espacio Público e Ipsos reveló que el 53% de los consultados cree que la delincuencia es el problema más urgente de Chile. Más atrás se ubicaron el desempleo y el acceso a la salud. Al consultar por los principales problemas en diez años más, mencionan que serán las pensiones.
Otra encuesta, de la Cámara Nacional de Comercio, indicó también esta semana que crece la percepción de inseguridad y violencia, y además, cerca del 50% cree que la delincuencia aumentará en los próximos seis meses. Dicen que pese a las restricciones en la movilidad, los índices no mejoraron y algunas ciudades muestran alzas en su nivel de victimización. Según ese estudio, uno de cada dos establecimientos encuestados fue víctima de delitos, situación que podría acentuarse cuando vuelvan a operar normalmente, pues el comercio no sólo requiere volver a trabajar, sino también hacerlo de modo seguro, sin ambulantes en las calles y que generan aglomeraciones.
Por otro lado, se han hecho más frecuentes las balaceras, los robos y portonazos. La delincuencia se potencia por las armas que están en manos de antisociales y, sobre todo, de bandas narcos. Ya no son extrañas las balaceras entre traficantes que pugnan por el control barrial, así como los ajustes de cuentas. Se entiende así la inquietud por la extremada violencia, que muchas veces tiene que ver con el consumo y tráfico de drogas.
Lamentablemente, no se ve que en las agendas de trabajo de los poderes del Estado haya coincidencia de que éste es el principal problema de la ciudadanía y que requiere una solución urgente e integral.
Por una parte, se aprecia una mayor violencia en los delitos, y por otra, la participación de menores que saben que son inimputables o tendrán bajas penas, amparados en leyes que los protegen.
Está meridianamente claro que los poderes del Estado, comenzando por el gobierno actual y el que resulte electo para el próximo período, han de tomarse en serio el incremento de la delincuencia y la sensación de inseguridad que se ha apoderado de la población, en especial entre los habitantes de las grandes ciudades del país. Más que discursos y diagnósticos, es la hora de la acción para arrinconar a la delincuencia.