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Juan Alfredo Montaña y Merohí Díaz, además de la ingeniera en alimentos Carla Negrón, se atrevieron a realizar clases a distancia y quisieron relatar sus experiencias, donde la tecnología tiene un papel fundamental.

Enseñar y estudiar

Juan Alfredo Montaña (37) trabaja desde hace 2 años en el colegio San Alberto Hurtado de Osorno, pero previamente estuvo durante el mismo tiempo viviendo en Santiago, donde comenzó a efectuar clases de manera online principalmente a estudiantes universitarios y también trabajadores.

El docente detalla que imparte clases de quinto a octavo básico desde antes de la pandemia bajo esa modalidad, principalmente por un tema de optimización de tiempo tanto para él como sus alumnos, dado que la distancias son más largas en la capital.

Y sin duda que tras el comienzo de la pandemia esta demanda se acrecentó y en Osorno particularmente comenzó a masificarse bastante, porque el estudiar a distancia como lo comenzaron a implementar los establecimientos educacionales en la ciudad ya era novedoso.

El docente que estuvo 12 años en el Colegio Preciosa Sangre de Purranque, dice que "en Santiago, el año 2017 aproximadamente, partí con esta modalidad de clases a distancia por la misma necesidad de los alumnos, debido a que no tenían tiempo para movilizarse, pero ahora con la pandemia sin duda que esto se acrecentó bastante. Existe la necesidad y es una buena forma y segura para impartir clases".

Añade que estuvo un par de meses sin realizar clases vía web dado que se encuentra realizando un magister a distancia en Uniacc, relacionado precisamente al tema porque estudia Tecnología Educativa e Innovación, por lo que actualmente tiene un alumno, pero la idea es tener algunos más en la medida que el tiempo se lo permita.

"Mis alumnos han sido en general universitarios y también personas que trabajan y que necesitan reforzar o derechamente aprender inglés. Sin duda que la demanda se acrecentó, pero a veces falta tiempo porque estoy con mis clases en el colegio, estudiando también y a eso le sumo las clases particulares", detalla Montaña.

El docente ocupa Class Room como plataforma educativa porque le permite almacenar documentación o archivos con la finalidad de que los alumnos lo puedan revisar de manera previa, vale decir, invierte las clases porque antes se pasaba el contenido y se dejaban las guías a disposición y ahora es lo contrario.

Comenta que este contexto de pandemia ha dejado en evidencia que gran parte de los profesores están acostumbrados a la planificación formativa en clases y no se considera la parte tecnológica o tecnopedagogía como concepto nuevo e importante en estos tiempos.

"Esto se traduce en que los profesores hacen clases expositivas durante 40 minutos con los niños sentados, entendiendo que internet te permite realizar un banco de actividades pero no lo están dominando. Yo trato de utilizar la tecnología y aprovecharla al máximo para impartir mis clases, ya sea a mis alumnos en el colegio como también en las clases particulares", agrega.

Enseñanza

La docente de pedagogía en Inglés, Merohí Díaz (31 años), trabajaba hasta antes de la pandemia en un instituto ubicado en calle Los Carrera, pero por el cierre dado que no se podían impartir clases presenciales comenzó a impartir desde su casa y de manera particular.

"Yo trabajaba de manera presencial, pero todo cambió con la pandemia y ahora estoy haciendo clases online a los mismos alumnos que tenía antes y otros que se han ido añadiendo. Empecé a hacer online en marzo del año pasado y a los alumnos que les enseño son en general adultos que necesitan hablar inglés por su trabajo, gente que justo ahora con la pandemia quiere especializarse en algo, retomar el inglés o porque habían tomado algún curso y nunca lo terminó", apunta la docente que cuenta con unos 16 alumnos.

Confiesa que en un primer momento la situación fue muy difícil, primero porque tuvo miedo de perder a todos sus alumnos, ya que muchos no quisieron seguir porque las clases no eran presenciales y pensaban que de manera online aprenderían menos.

"Perdí hartos alumnos y el primer mes fue súper difícil en términos laborales, ya que me quedé con pocos alumnos que apostaron a realizar las clases a distancia. En un principio tuve que buscar la plataforma que más me acomodaba y me servía para mi metodología de enseñanza. Elegí Zoom porque puedo escribir sobre mi material, compartir pantalla, dividir a mis alumnos en grupos y cuando son clases individuales puedo compartir audios, entonces es la que más me ayudó. Al comienzo no entendía mucho y la verdad es que fue aprender por lo menos dos meses hasta acostumbrarme al sistema en línea y a usar las plataformas para las clases", recalca la joven docente.

Lo más complicado fue convencer a los alumnos de que se podía trabajar de manera online y varios apostaron por probar porque conocían su metodología de trabajo, pero de a poco se fueron sumando más y el 2020 terminó bastante bien.

Añade que sus propios alumnos fueron recomendando a otros y así se fueron sumando, tanto así que tiene su horario completo.

Sobre la carga laboral, Merohí Díaz manifiesta que "ahora es más pesado porque tengo las horas organizadas de tal forma de poder almorzar, aunque hay alumnos que me han pedido que les haga clases entre las 13 y 14 horas. Es complicado trabajar bajo esta modalidad porque tienes que planificar todo en la casa, además pasa mucho que los alumnos te hablan a cualquier hora para hacer alguna pregunta".

Sobre el trabajo web, dice que debió reinventarse completamente porque antes de la pandemia las clases eran presenciales, utilizando la pizarra y guías de apoyo; en cambio ahora aprendió a utilizar aún más las plataformas virtuales más allá de activar una cámara y ver a la otra persona desde un computador o teléfono.

"Ahora lo que hago es tener mi material. Accedo a páginas que tengan material de pedagogía en inglés y tengo mis planificaciones armadas para cuando trabajo con chicos de colegio, además siempre me fijo también en Mineduc si se trata de ellos. Pero sí, tuve que reinventarme, aprender a usar las redes, a tratar de ser didáctica y lúdica; por lo mismo uso juegos online entonces les proyecto mi pantalla y van completando frases, por ejemplo, y eso ayuda a que las clases sean más entretenidas", comenta.

El año pasado se cambió de un departamento a otro por un tema de espacio, ya que

"Mis alumnos han sido en general universitarios y también personas que trabajan y que necesitan reforzar o derechamente aprender inglés. Sin duda que la demanda se acrecentó".

Juan Alfredo Montaña, Profesor de Inglés

"El año pasado una de mis alumnas me pidió que le hiciera clases y me atreví con Zoom".

Carla Negrón, Ingeniera en Alimentos