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El legado del tren trasandino, un titán que viajaba de Valparaíso A Buenos Aires

INGENIERÍA. El convoy comenzó a operar un mes de abril de 1910. Experto en el ferrocarril cuenta que la obra fue una odisea.
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Efe

El tren trasandino de Buenos Aires a Valparaíso, una de las epopeyas de la ingeniería sudamericana del siglo XX, empezó a funcionar un mes de abril de 1910, y al día de hoy se ven sus vestigios a los pies del parque Aconcagua mendocino, luego de más de 30 años de su último viaje.

"Generó bastantes problemas como las trazas, las pendientes, las nevadas, las avalanchas. Tenías unos inviernos muy largos y requería de mucho personal, era súper complicado", cuenta el argentino Mario Sebastián Tébez, encargado y restaurador de la antigua estación de Las Leñas del Tolosa (Mendoza), a más de 3.000 kilómetros de altura y pocos kilómetros de la frontera.

Una odisea

Tébez, especialista en la historia el tren trasandino, explica que la parte de la cordillera chilena fue todavía más compleja de construir: "Estamos hablando de gente que trabajaba colgada a 1.000 metros de altura con explosivos y taladros".

El recorrido, según los antiguos mapas, duraba un día, "pero en realidad los horarios eran mucho mayores, porque siempre tenían un problema, sobre todo en los tramos de alta montaña".

La máquina partía de Retiro, a orillas del Río de la Plata y el Atlántico, y llegaba a Valparaíso. "Por eso también no continuó, por esas dificultades", dice sobre ese ferrocarril de altura, que interrumpió para siempre su servicio en 1984, cuando dejó de ser provechoso tanto para pasajeros como para mercancías.

En 2013, Tébez, de 43 años y natural de Rosario, en el otro extremo del país, viajó a la cordillera de los Andes y subió en bicicleta hasta la frontera del paso internacional de Los Libertadores.

Allí vio una antigua estación abandonada con el hierro de las vías todavía intacto a su lado; a cinco kilómetros de allí se encontraba la entrada del parque provincial Aconcagua, que da acceso a la montaña más alta del continente americano, a 6.962 metros sobre el nivel del mar.

"Vi el potencial de todo eso. En realidad no era fanático de los trenes, pero ahí me despertó el amor a los trenes y a las montañas, la historia del ferrocarril trasandino es muy interesante", explica.

Un museo

Tébez narra que en origen fue una idea de los empresarios ferroviarios ingleses, que empezaron su construcción a finales de siglo XX, y dan cuenta de ello la inmensa cantidad de objetos que pertenecieron al ferrocarril y que a través de compras y donaciones han pasado a sus manos.

Velocípedos de vía, señales electroneumáticas inglesas, faroles de señalización y mesas telegráficas son solo algunos de los objetos.

Tal es la cantidad de material que un pabellón de la estación lo ha dedicado a un museo que tiene decenas de reliquias, desde elementos del trasandino a unas fotos que le donó un antiguo maquinista de ese ferrocarril, el ya fallecido Julio Monzalvo.

Él reflejó el arduo trabajo de llevar ese tren a los cielos y los problemas por la nieve, que se llevaba por delante cobertizos enteros que se levantaban para intentar proteger a la máquina y de los que hoy apenas quedan un par en pie.

El objeto que más aprecia Tébez es una tetera que el maquinista usó en aquellos viajes: en la caldera calentaban el té y el mate. "Es una pieza muy pequeña pero está cargada de historias y las escuché directamente de la persona", afirma en alusión a Monzalvo.

El sueño de revivirlo

Ahora él vive allí y Tébez alberga esperanzas de que la zona se revitalice: "Imaginate la importancia que tendría un tren turístico y patrimonial acá para gente nacional y para el extranjero. Está muy latente esa posibilidad así que estamos a la espera de que se pueda realizar".

Mientras eso toma forma, trabaja para que escuelas mendocinas realicen visitas al museo para que los niños aprendan la historia del legendario ferrocarril.

1984 fue el año en que

Ofrecer islas inmunizadas libres de covid-19: el plan de italia para recuperar el turismo durante el período estival

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El Gobierno italiano planea inmunizar con la vacuna del coronavirus a los residentes en algunas de sus islas más apreciadas para atraer al turismo de cara a la temporada estival, confirmó el ministro de Turismo, Massimo Garavaglia.

"Hay un debate abierto para crear métodos de circulación simples y seguros, la dirección me parece bastante clara", afirmó Garavaglia en el programa televisivo "Omnibus", respondiendo con un "sí" a la pregunta de si pretende ofrecer islas libres de covid-19 en verano.

El ministro explicó que la intención es seguir el modelo de Grecia, otro importante destino turístico del Mediterráneo, y vacunar a las poblaciones de las consideradas "islas menores" italianas para ofrecer destinos turísticos inmunizados y, por lo tanto, seguros.

Se trata de unas 35 islas a las que cada año antes de la pandemia llegaban turistas de todo el mundo para disfrutar de sus playas, su gastronomía y su patrimonio, como Capri o Ischia, en el Golfo de Nápoles (sur), la toscana Elba o la de Ponza (centro).

El plan de vacunación de estas islas, solo las que tengan un hospital adecuado, debería comenzar a finales de abril con el remedio monodosis de Johnson & Johnson, adelanta el diario "Il Messaggero".

Por su parte la región de Campania (sur), con capital en Nápoles, ha dispuesto acelerar las inyecciones en sus islas más apreciadas, Ischia, Procida y Capri, y otras metas turísticas de su litoral, como la exclusiva costa Amalfitana.

Capri, con 7.000 habitantes, permite desde hace una semana la vacunación de mayores de 16 años para ofrecerse como una opción "segura para todos, residentes, trabajadores y visitantes".

La decisión del gobernador de Campania, Vincenzo De Luca, suscitó críticas de otros municipios italianos pero desde su Gobierno las consideran ataques "ideológicos" y creen que inmunizar las islas y seguir como destinos turísticos supondrá beneficios para toda la región.

Su vicepresidente, Fulvio Bonavitacola, recordó que estos lugares, sus hoteles y restaurantes "suponen trabajo para decenas de miles" de personas, muy penalizadas por este último año de restricciones.

Desde la municipalidad de Ischia, donde viven unas 20.000 personas, alegaron que "la inmunización de las islas menores conllevaría beneficios a todo el territorio regional y nacional".

35 islas a las que cada año llegan miles de turistas de todo el mundo contempla el plan, incluyendo el Golfo de Nápoles y costa Amalfitana.

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