Un llamado a atender con urgencia el aumento en el consumo de drogas químicas como tranquilizantes sin recetas y éxtasis, realizaron los equipos de la Corporación La Esperanza, institución que trabaja hace 25 años en la prevención y tratamiento de las adicciones. Su alerta es por la exponencial alza de uso de este tipo de sustancias entre los escolares chilenos entre octavo año básico y cuarto medio.

La subida parece imperceptible entre las cifras macro de la marihuana, la pasta base y la cocaína (en cuyo consumo los niños y niñas chilenos lideran en Sudamérica) pero el avance de este otro tipo de sustancias -advierten- es muy difícil de revertir y frenar.

Esta inquietud está avalada, según señala la Corporación en un comunicado, con el informe más reciente de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE, de las Naciones Unidas) el cual reporta que durante 2019 en Chile se requisaron 1.500.000 dosis de drogas químicas; mientras que en 2010 fueron 2 mil.

Otros organismos también han reflejado índices que deben inquietar. La Encuesta Nacional de Drogas en Población Escolar (Enpe) dada a conocer en 2020 por Senda y que compara datos de 2017 y 2019, advierte sobre el mismo problema, señalando que los escolares chilenos consumen 6,6 veces más tranquilizantes sin recetas que el resto de la población; pero también, 19 veces más inhalables; 2,9 más cocaína; 9,3 estimulantes; 8,7 éxtasis y 5,2 alucinógenos (5,2).

Nada alentador, si se considera que las adicciones no tratadas se mantienen y que aumentan en la adultez, a medida que sube el poder adquisitivo. De hecho en países como Estados Unidos hay un foco especial en profesionales jóvenes; segmento que en Chile aún no se estudia con profundidad.

La voz de la Corporación Esperanza es una de muchas que se levantan para advertir. No escucharla o mirar solamente hacia pequeños logros en la materia (una baja ocasional en el consumo de alcohol, por ejemplo) sería equivocado.

La pandemia ha sido bastante caprichosa y demostrando que la receta mágica no ha sido descubierta. Hoy en el país, a pesar de todas las medidas y restricciones, nos encontramos en estado de alerta por los aumentos de contagios y alta carga hospitalaria por ocupación de camas UCI, reconociéndose una situación compleja.

En la región las cifras de la pandemia indican que la mayoría de las comunas se encuentran en cuarentena, los casos confirmados alcanzan las 61 mil personas y más de 800 personas han fallecido. Al mismo tiempo, el proceso de vacunación ha avanzado según el calendario dispuesto por la autoridad y sobrepasamos las 330 mil personas vacunadas, cerca de un 50% del total de la población.

La percepción del manejo de la pandemia por parte del Gobierno ha caído drásticamente, frente a medidas inconsistentes que no logran consenso entre la autoridad política y los especialistas en salud, con un indudable matiz que privilegia la actividad económica de algunos sectores sobre aspectos sanitarios. Medios internacionales como la BBC, han escrito sobre la paradoja de Chile, que ante una exitosa campaña de vacunación, mantiene las peores cifras de contagio desde el inicio de la pandemia. En efecto, los expertos advierten falta de rigurosidad en el testeo, y en la trazabilidad y aislamiento de personas contagiadas.

El Gobierno ha presentado una extensión de la red de protección social, cuestionándose en el Congreso la letra chica, exigiéndose una mayor cobertura y menos requisitos, que facilite el acceso y permita paliar las consecuencias de la pandemia en los bolsillos de todos los chilenos, de casi todos, ya que las millonarias ganancias de las AFPs, bancos y grupos económicos aumentan, aún en pandemia.

Todos hemos contribuido a tomar medidas encaminadas a proteger la salud, pero también, después de un año de incertidumbre la "normalidad" se vuelve más apremiante. Las autoridades nos piden mayor conciencia, pero no es menos cierto, que existe un creciente requerimiento, de sectores económicos de un apoyo decidido para su recuperación, y una necesidad mayoritaria en la población de ayudas económicas que logren de manera simple un apoyo directo a las familias que han visto afectado sus ingresos por la pandemia.

Óscar Garrido, rector Universidad de Los Lagos