Estatua a Amador Barrientos
A través de su diario quiero saludar con especial afecto al alcalde de la comuna de Osorno, Jaime Bertín Valenzuela, por haber logrado y darle un justo honor al héroe osornino de la Guerra del Pacífico, Amador Barrientos Adriazola, al autorizar la construcción de una estatua de bronce de homenaje. Se trata de un digno hijo de esta tierra, héroe nacional que un 2 de noviembre de 1879, en la pedregosa bahía de Pisagua (en ese entonces de Perú), plantó nuestro pabellón patrio en una lluvia de balas que sólo perforaron su traje. En la guerra que tuvo nuestra patria contra la confederación Perú - Boliviana, fue el artífice del primera operación anfibia de envergadura mundial.
Jaime Bertín, con fecha 18 de febrero de 2021, llamó a una sesión a los concejales para tal petición, donde la votación resultante fue 6 votos a favor de la estatua, más el del señor alcalde, y 2 votos en contra (uno de la concejal Verena Schuck y otro de Osvaldo Hernández). Como sobrino nieto del héroe no puedo más que agradecer la gestión municipal y comunicar que todos los parientes de este marino sin igual nos sentimos orgullosos de su gestión. No puedo dejar de saludar y agradecer al ex diputado Sergio Ojeda Uribe, por la ayuda y dedicación que tuvo con la memoria del héroe.
Ismael Barrientos Martínez, sobrino nieto del héroe de Pisagua
Guerra no declarada
Somos los nadie, diría Galeano en estos días, somos una familia que estamos en medio de los conflictos entre personas ajenas a este lugar, que por algún motivo llegaron diciendo tener "derechos ancestrales" sobre éste y también están los dueños de grandes paños de terreno para los que tampoco somos significantes.
Vivimos con miedo porque no somos ni lo uno ni lo otro, pero estamos ahí, siendo testigos de todo y sin duda recibiendo actos de violencia que no merecemos.
Las autoridades deben mediar lo antes posible, porque hay una guerra no declarada y en una guerra todos pierden.
Gonzalo Peña Figueroa, arquitecto y residente en la zona del desagüe del lago Riñihue
Semana Santa
Hoy, más que nunca, se hace necesario meditar sobre el significado profundo de nuestras creencias cristianas. Lo religioso y místico del sacrificio de Jesús no es solamente un evento histórico. Es atemporal y se desenvuelve de instante en instante. El Fuego Pentecostés es el "ejército de la voz" o "gran palabra", como aparece en el cristianismo primitivo.
En la cruz leemos INRI (igni natura renovatum integram) que significa "el fuego renueva incesantemente la naturaleza". Resplandece en el cenit de la "noche espiritual de San Juan de la Cruz" o en "el misticismo de Santo Tomás".
Necesitamos encarnar profundamente el "misterio del Calvario o Gólgota" comprendiendo su significado espiritual más allá de las posiciones materialistas que nuestras cogniciones no comprenden, creyendo que es posible trascender con la mera abstracción.
San Pablo alude siempre al Cristo Íntimo que el Gran Rabí de Galilea encarnó, siendo el principio substancial de la cristiandad. Lo que entendemos en los 4 evangelios debería vivirse dentro de cada uno.
En los tiempos de pandemia, conocer el significado de los personajes que conforman el drama del Calvario es urgente, por el bien de la humanidad y nuestro 'crecimiento espiritual'.
Que Jesús fue coronado de espinas, herido, insultado, juzgado por "traidores" y condenado a morir en la cruz, ciertamente, es el vía crucis de cualquier cristiano.
Pilatos representa a la mente cuando dice "ecce homo": he ahí al hombre, disculpándose siempre como en el mundo político.
Judas es el demonio de los deseos que nos atormentan (ambición y codicia). Caifás representa la mala voluntad que "prostituye el altar". El Cirineo nos ayuda a "llevar la carga del camino". Barrabás es la perversidad. La corona de espinas, la diadema dolorosa de la vida. Los dos ladrones, el bueno, el que nos saquea nuestras energías; y el malo, el enemigo secreto. Los ancianos, la prudencia y la sensatez. El 'despojo del manto', cuando los "tenebrosos" no desean que "vistamos nuestros méritos y talentos".
Los ciegos y cojos (a quienes Jesús curó) son los incapaces de ver la verdad. Los 'mercaderes del templo' son nuestros egos que cargamos en nuestro interior (guaridas de ladrones les reprochó el maestro). Con la entrada a Jerusalén del Señor de Compasión lo hace a nuestra "ciudad sicológica". Los escribas o sabios del mundo son los intelectuales que apoyan la traición junto a fariseos y saduceos, asumiendo poses pietistas, sepulcros blanqueados les dijo Jesús: "lux in tenebris lucent".
Omer Silva Villena