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Día de la Fauna Silvestre
Cuando se habla de vida silvestre nos imaginamos bosques, ríos, montañas, animales silvestres como ballenas, pumas o pudúes. Sabemos que tienen un valor intrínseco por el solo hecho de existir y formar parte de los equilibrios ecosistémicos. Celebramos su belleza. Sin embargo, desconocemos la gran importancia que tiene para el ser humano; sustenta nuestra existencia, economía, desarrollo social y, además, representa un activo global de gran valor para las generaciones presentes y futuras.
El turismo, recreación, productos alimenticios, calefacción, controladores biológicos, productos farmacéuticos y otros servicios ecosistémicos como la polinización, regulación hídrica o calidad del agua son algunos de los beneficios que obtenemos de ella sin mayor esfuerzo y, sin darnos cuenta o preocuparnos por su conservación, pues creemos que es infinita.
Lo cierto es que el hombre ha deteriorado sistemáticamente la vida silvestre, llevando a muchas especies de flora y fauna a la extinción. La destrucción de los bosques, la contaminación del agua, la caza indiscriminada, la sobre-explotación de los recursos marinos y la introducción de especies exóticas son algunas de las causas antrópicas que han hipotecado la existencia de la vida silvestre y la nuestra.
Hay que reaccionar y ser conscientes que nuestro actual accionar nos está destruyendo. No podremos sobrevivir sin la naturaleza, por eso, es imperativo conservarla.
Javier Cabello Stom, Consejo Regional Archipiélago de Chiloé y Colegio Médico Veterinario (Colmevet)
Distanciamiento físico
Las cuarentenas son una medida sanitaria indispensable para el control de la pandemia. El distanciamiento físico evita el contagio y nos permite alejarnos de los virus. En este sentido, es importante promover el distanciamiento físico y no social entre las personas. Autoridades y medios utilizan estos términos indistintamente, como si fueran constructos similares, pero hay que aclarar que son diferentes.
El aislamiento social se desprende de la calidad, cantidad y disponibilidad de las relaciones sociales que una persona posee en su entorno próximo. Por su parte, la soledad se refiere a la percepción subjetiva de un individuo respecto a la ausencia de redes sociales y de apoyo potencialmente necesarias o indispensables para su vida cotidiana. Por consiguiente, una persona puede experimentar la soledad y el distanciamiento físico, pero no estar aislado socialmente y viceversa.
Desde el punto de vista sicológico, la soledad aumenta el riesgo de sedentarismo, de tabaquismo, de consumo excesivo de alcohol y de alimentación inadecuada. Asimismo, la calidad en los patrones de sueño puede verse afectados, provocando una mayor fatiga durante el día y un deterioro potencial en su calidad de vida al mediano y largo plazo.
Adicionalmente, la literatura disponible muestra que el aislamiento social y la soledad se encuentran directamente relacionados con una mayor morbimortalidad, particularmente en personas mayores. Específicamente, aumentan el riesgo de un amplio abanico de enfermedades, desde las cardiovasculares hasta los resfriados comunes, por sus implicaciones a nivel del sistema inmunológico.
Resulta prioritario reflexionar respecto a los desafíos que se instalan en Chile para el abordaje integral de la salud mental durante la pandemia, implementando acciones pertinentes al corto, mediano y largo plazo, además de comprender el nuevo escenario al que nos enfrentamos.
Promover la distancia física no significa romper con los lazos, las redes son fundamentales y deben mantenerse durante lo que dure esta pandemia por covid-19. Dr. Eduardo Sandoval
Enap y las firmas estatales
La empresa pública Enap nuevamente se encuentra en tela de juicio tras la investigación que realizó Contraloría, donde se descubrieron multimillonarios sobrecostos en mantención de refinería. Cabe recordar que en 2019 la Contraloría ordenó sumarios por multimillonarios gastos sin licitación.
Sigue siendo curioso que sectores de carácter estatistas sigan teniendo confianza en que los recursos -de todos los chilenos por lo demás- sean utilizados de buena forma, cuando la evidencia empírica muestra las millonarias pérdidas de las empresas estatales. En el caso de Enap, en 2018 se registraron pérdidas por US$231 millones.
La fiscalización y los mecanismos de control cobran mucha relevancia. Sin embargo, mientras la privatización suena como el infierno, la estatización se muestra con cara de ángel.
Sebastián Millán Calisto