La sustentabilidad empresarial se define como las estrategias que adopta un negocio para satisfacer las necesidades de la empresa y sus interesados, mientras se protege y mantiene a los recursos naturales que serán necesarios en el futuro y se favorece el desarrollo de la sociedad.

Pese a que el mundo científico lleva varios años informando las nocivas consecuencias del cambio climático, la sociabilización y conciencia sobre estos efectos ha tomado más tiempo del prudente. Similar a esto, a nivel social en Chile, la desigualdad ha sido un tema sin arreglo por muchos años, lo que finalmente explotó con la crisis social en octubre de 2019. Lo positivo es que ambas crisis, la climática y la social, están apurando un cambio de mentalidad en las organizaciones privadas, llevándolas a preocuparse más allá de la producción y haciéndolas incorporar la sustentabilidad ambiental y social en su trabajo cotidiano.

Así, las empresas que incorporan estos temas entienden que las ayuda a ser más eficientes.

Pero lo que es aún mejor, es que preocuparse de temas ambientales, sociales y de gobernanza, no es sólo algo que los consumidores -cada vez más informados- están pidiendo a las empresas, sino que también es algo que los inversionistas toman en cuenta. Según cálculos de JP Morgan, las inversiones en activos que cumplen con criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo representarán la principal clase para mayores asignaciones este año.

Michelle Senerman, directora ejecutiva de Desafío 10X, con el fin de aportar a la generación de un ecosistema empresarial más sustentable, ha realizado una invitación a compartir de manera más justa el valor que generan las empresas y a que reduzcan sus brechas salariales por medio de alguno de estos dos compromisos: establecer un sueldo mínimo de 22 UF y/o limitar la brecha a un máximo de 10 veces entre el sueldo más bajo y el más alto de la compañía.

Para quienes aún no comienzan, ahora es cuando se debe incorporar la sustentabilidad en sus empresas. Esto ya no es una tendencia, sino que es el piso mínimo que todas las compañías deben tener para mantenerse competitivas.

Con frecuencia hablamos de la importancia de las regiones, de nuestros rubros, ¿pero hemos dimensionado la real importancia del mundo real en nuestro país? Las cifras que emanaron el año pasado desde Odepa nos llevan a una profunda reflexión. De acuerdo a la OCDE, un 83% del territorio nacional corresponde a territorio rural; es más, 263 de las 346 comunas del país presentan alta ruralidad.

En términos de población, la misma OCDE indica que en Chile el 25% de la población es rural. En Los Lagos, esta cifra alcanza el 57%. De hecho los centros urbanos de la región están transversalmente ligados al quehacer rural. Turismo, transporte, industrias, servicios, ventas de insumos entre otros no serían lo mismo sin el funcionamiento de la economía rural.

Analizar el factor de ruralidad nos permite visualizar con mayor claridad las múltiples brechas que existen para lograr un desarrollo armónico entre los centros urbanos principales del país y todos los demás territorios del país.

El Estado debe descentralizarse, pero debe ser real y vinculante, en recursos, en investigación aplicada, en servicios a sus ciudadanos, en educación y cultura. Es importante comprender que los problemas tienen diferentes dimensiones para diferentes segmentos de la población. Sólo 38% de la población rural tiene acceso a algún tipo de centro de atención médica, mientras en la ciudad es un 91%. Sólo 16% de la población rural tiene acceso a conectividad y el 45% de los habitantes rurales tiene acceso a un colegio en su zona.

El sector agroalimentario es esencial para el desarrollo país. En pandemia se pudo valorar nuestra posibilidad de provisionar casi todos nuestros alimentos, pero eso debe cuidarse e incentivarse, tal como ocurre en países desarrollados donde los productores rurales son apoyados en forma mucho más explícita.

En ganadería el 75% de las crianzas están en manos de la AFC, es el pilar de nuestra cadena productiva. Es importante entonces ver el cómo hacemos para apuntar al desarrollo de las familias campesinas en forma integral.

Sergio Willer, presidente de Corpcarne