El sentimiento de esperanza en torno a que este año será mucho mejor es lo que ha prevalecido en los últimos días. Y si bien se trata de un sentimiento natural, es evidente que los desafíos que enfrenta la Región y el país son sumamente complejos y requieren un compromiso tanto de la ciudadana como de los líderes de los más diversos sectores.

La urgencia de la situación de salud obliga a poner como prioridad el control de la pandemia. Una tarea que resulta especialmente compleja en este periodo por varios factores. El primero es lo que implica la época de verano, ya que es natural que en este periodo se genera un cierto relajo y muchas personas pretendan vivir cierta mayor normalidad que, lamentablemente, no puede cumplirse debido a las complejas condiciones sanitarias actuales.

Otro factor que también aumenta las complicaciones es la baja en la percepción de riesgo sobre el covid-19 derivada de la llegada de las primeras dosis de la vacuna al país. En ese contexto, se debe enfatizar que si bien este hito representa una gran esperanza, para que el proceso de inoculación tenga real efectividad deben pasar todavía bastantes meses. Por lo anterior es que se requiere una mayor responsabilidad para enfrentar de manera mucho más eficiente lo que se avecina.

Pero más allá de la situación derivada de la pandemia hay otras dimensiones en que también asoman muchos desafíos. Uno de ellos es el plano económico, dada la necesaria reactivación. Junto con lo anterior, el año 2021 llega con una intensa agenda electoral donde lo más importante será poder encauzar las distintas campañas en un clima de respeto.

El país también enfrentará el inicio de un proceso de elaboración de una nueva Constitución, el cual para las regiones puede significar un nuevo "contrato" que ayude a cambiar el excesivo centralismo que caracteriza a la administración pública. Avanzar en esta materia requerirá de mucho compromiso de los líderes regionales, pero también de una alta responsabilidad para construir un texto constitucional que asegure un mejor futuro, especialmente para los habitantes de nuestras regiones.

Diversos estudios acerca del estrés y sus efectos, demuestran que la tensión crónica es capaz de romper el equilibrio del cerebro, generando respuestas violentas y agresivas. La palabra "estrés" tiene su origen en la voz inglesa "stress", que significa tensión y que se emplea en el ámbito de la fisiología y psicología con un significado de sobrecarga emocional, condición que gatilla una serie de mecanismos internos cuando el sujeto se ve envuelto en situaciones que superan sus fuerzas.

Los científicos han encontrado la razón por la cual a algunos individuos les resulta difícil calmarse una vez que se enojan y que explicaría por qué razón personas tranquilas de pronto se vuelven violentas y agresivas. Según los expertos, los episodios de violencia se deben a que las hormonas del estrés -adrenalina y cortisol producidas por el cerebro en momentos de peligro- son capaces de activar los centros de ataque en el cerebro y viceversa, estimulándose mutuamente, generando un círculo vicioso difícil de romper.

Esto significa que existe un circuito de retroalimentación entre estrés y agresión, donde cualquiera de ellos que inicie la hiperactividad termina activando al otro. Desde que el doctor Hans Selye utilizó por primera vez el concepto "stress" se sabe que ante un peligro las hormonas del estrés nos impulsan a defendernos y pelear, o bien, a huir tan pronto sea posible. Esta reacción de lucha o huida -fight-or-flight response- fue descrita por el Dr. Walter Cannon y corresponde a una respuesta fisiológica ante la percepción de daño o amenaza a la supervivencia.

Cuando estamos estresados, el hipotálamo -zona vinculada a las emociones y a las respuestas agresivas- comienza a liberar cortisol. Y, a la inversa, al incentivar la producción de las hormonas del estrés, el área de ataque se activa. Este estímulo recíproco contribuye a generar escaladas de violencia sin control.

Incluso más. Aún si las hormonas del estrés son liberadas por razones que no tienen que ver con una pelea, el cerebro recibe esa señal y se prepara para la agresión. En los seres humanos, esta reacción explicaría por qué razón algunas personas que han tenido un mal día en el trabajo, al llegar a sus casas son violentas con sus familias.

Dr. Franco Lotito, profesor del MBA de la UACh