Correo
El leproso y covid-19
La Biblia se refiere al leproso y quien tenía esta enfermedad era como un muerto viviente, aislado, despreciado y condenado a estar lejos de los demás. El Levítico 13, 45-46 dice: "El que ha sido declarado enfermo de lepra irá gritando ¡impuro, impuro!... Vivirá apartado y tendrá su morada fuera del campamento". Jesús llega hasta la ciudad donde vive un leproso y el médico Lucas escribe más tarde que este hombre estaba cubierto de lepra y todos se apartaban de él, salvo Jesús, quien deja que el enfermo se le acerque. El leproso de rodillas le suplica "Señor, si quieres, puedes sanarme. Jesús lo tocó, diciendo: lo quiero, queda sano" (Lucas 5, 12-13). La palabra y los gestos de Jesús rescatan al excluido y marginado, incorporándolo de nuevo a la comunidad. A raíz del covid-19, al 31 de diciembre de 2020 se registraron en Chile 612.564 personas contagiadas y 16.660 fallecidas. A pesar de las recomendaciones de las autoridades, hay personas que viajan a playas y segundas viviendas sin respetar los protocolos o realizan maniobras para evitar controles; individuos contagiados no han respetado el aislamiento, se han efectuado fiestas masivas o clandestinas y un diputado dijo que él no se vacunaría. Para la cepa de porfiados e irresponsables: "No hay remedios ni en la botica".
Dérico Cofré Catril
Covid en la mira
El retroceso por la nueva ola se debe principalmente al relajo frente al covid. Cuando se autorizó la reapertura parcial de los restaurantes, se cometió un grave error por omisión que puede haber incidido en esta conducta. En esa instancia se debió exigir y generar la cultura de "si usted come no hable y si habla hágalo con la mascarilla puesta".
Recuerdo que era tan grande el deseo de sentarnos a compartir una mesa en algún restaurante, que habríamos aceptado cualquier condición. La apertura sin dicha exigencia ha derivado en que actualmente sentarse a la mesa es sinónimo de transportarse a otra realidad sin covid. Aparte de sumar algunos contagios por la cercanía que se encuentran unos frente a otros sin mascarilla, se produjo un mal mayor, que es el sentimiento de que ya no es tan necesario cuidarse, no sólo en los restaurantes, sino que en todo lugar.
Hay que enmendar, sobre todo ahora con los permisos para veranear sin saber qué índices tendremos esta próxima semana después de las fiestas de Año Nuevo.
Otra mala costumbre que se está popularizando es el reemplazo de la mascarilla por el escudo facial. El escudo no reemplaza la mascarilla y sólo es un complemento de relativa utilidad. Su uso es conveniente cuando se está muy cerca de otras personas, como ocurre en los hacinamientos del metro y forcejeos para salir o entrar al carro. Si por ejemplo se viaja en auto sin renovación del aire, de nada sirve el escudo facial. En estas situaciones extremas, inclusive las mascarillas pueden ser insuficientes, porque a diferencia de lo que se comenta, el aire húmedo cargado de virus que expele una persona infectada no cae, queda en el aire. Sólo caen las gotas que se ven a simple vista. La humedad de la respiración que usted usa para empañar los lentes cuando los limpia, esa no cae, se disipa en el aire y es la que constantemente estamos produciendo al respirar. Por eso lo más importante es ventilar, ventilar y ventilar.
Miguel Paúl Latorre
Ajuste a nueva realidad
Sin duda esta pandemia nos obliga a mirar la vida desde una nueva perspectiva, pero dejando a un lado la filosofía. En lo práctico, ¿qué haremos nosotros, la sociedad para el ajuste, entendiendo aquello como cambios en nuestro comportamiento y costumbres y naturalmente manteniendo nuestra sana costumbre de ganarnos la vida, nuestro sustento?. Las politicas han atentado en contra de nuestra buena costumbre de ganarnos la vida.
Dividámonos por la mitad, la mitad trabaja, la otra descansa; la mitad se moviliza y va al comercio en horas punta, va a la costa, órganos públicos disponibles los 365 días del año y los privados también, etcétera. Si trabajamos 182 días al año, la otra mitad trabaja los otros 182 días (183), en turnos cada 4 días. Hay que hacer otros ajustes, pero démonos la posibilidad de pensar distinto, de ser coautores de la nueva realidad
Carlos Torres
ConsensosHay muchos nostálgicos de la época de los grandes consensos que sirvieron de marco institucional para que millones de chilenos lograran un bienestar sin precedentes. Es cierto que dicha época evoca verdaderos "tiempos mejores" en comparación con la dura actualidad, pero no es cierto que hoy no existan consensos, basta ver las contundentes votaciones de los proyectos de retiro de fondos de pensión para advertir que si muchos recurren a la nostalgia es porque preferían los contenidos de los grandes acuerdos por sobre estos acuerdos en sí.
Juan L. Lagos