Correo
Previsión y vivienda
La vivienda y la previsión son dos políticas públicas de vital importancia para las personas y su integración temprana puede generar un gran beneficio para todas las partes.
En primer lugar, se genera un círculo virtuoso entre la cotización formal y la concreción de la casa propia, pues las personas estarán mes a mes viendo cómo su cotización mensual se transforma en el pie de su futura casa. Por otro lado, los dos principales requisitos para el financiamiento de una vivienda, que son el pie y la capacidad de crédito hipotecario, van de la mano con el trabajo formal.
En segundo lugar, para los trabajadores más vulnerables se integra el subsidio habitacional, por lo que al pie previsional se le adiciona un subsidio potente. Si es un matrimonio, duplicas el pie previsional y la capacidad de crédito bancaria.
Esta integración virtuosa sólo es posible si el 6% de cotización adicional va íntegramente a la cuenta del trabajador, caso contrario no se logrará acumular lo suficiente para una buena pensión futura.
Eduardo Jerez Sanhueza
Desfachatez del alcalde Sharp
Si ya era cínico el llamado de auxilio que ha realizado el alcalde Jorge Sharp a los empresarios locales, la reacción del alcalde expresada por Twitter al titular de un diario nacional, señalando que "no es auxilio" sino "justicia, solidaridad y colaboración", es de una desfachatez total.
Y esto, porque precisamente son estas tres virtudes las que los empresarios locales no han encontrado en Jorge Sharp y su gestión, especialmente desde el 18-O del año pasado.
Todo lo contrario, del alcalde se ha visto una constante demonización al empresario y la iniciativa privada y, peor aún, una inalterable contribución a la destrucción de cualquier espacio de creación y emprendimiento en dicha comuna.
Así, hoy nos encontramos con altos índices de desempleo y pobreza, y un éxodo importante de inversionistas en una ciudad cada vez más gris.
"Así será el nuevo país que queremos" finaliza el tweet de Sharp, difícil creerlo si repasamos su gestión.
Marcelo González
El síndrome del traidor
Cuando en Chile se levanta una piedra -o, para "aggiornar" la metáfora, cuando se enciende una pantalla- aparece un traidor. En las redes sociales circulan furibundas acusaciones y condenas contra quienes han traicionado determinadas causas y principios, encabezados por el propio Presidente de la República, quien reúne graves denuncias por parte de sectores de derecha.
En la oposición proliferan, por su parte, denuncias cruzadas de traición, dirigidas sobre todo contra quienes no se han alineado en determinadas acusaciones parlamentarias, pero también contra quienes formulan la muy sensata advertencia de no concurrir a manifestaciones masivas ante el peligro de contagio con covid-19.
A su vez, en las redes circula una lista de numerosos alcaldes y parlamentarios de centroderecha, así como de la mitad del gabinete presidencial, acusados por la derecha dura de "poner en riesgo la democracia", por ser partidarios del apruebo.
Diríase, a la luz de estos hechos, que la mayoría de las personas que tienen participación política en Chile han sido o podrán ser encasillados dentro de la categoría de traidor. Esto refleja una grave polarización, que resulta inquietante al recordar nuestra historia: en los últimos meses antes del golpe militar de septiembre de 1973, el propio presidente Allende era tildado de traidor por parte de sectores de la ultraizquierda que propugnaban la consigna de "avanzar sin transar".
Pero hay diferencias importantes al comparar ambas situaciones: en ese tiempo imperaba un clima de guerra fría y una polarización mucho más extendida en la sociedad. Había dos sistemas políticos en pugna, a diferencia de hoy, en que prevalece un cuestionamiento generalizado a la clase política.
La diferencia más importante, en todo caso, es que hoy tenemos, al revés que en ese entonces, un mecanismo acordado para canalizar la energía en conflicto: ese es el plebiscito constitucional, que con todas sus limitaciones permitirá que los ciudadanos puedan dirimir democráticamente sus diferencias. Es, literalmente, nuestra tabla de salvación.Jorge Gillies, académico de la Facultad de Humanidades y Tecnología de Comunicación Social, UTEM