Responsabilidad
La oposición al gobierno, como de costumbre, ha actuado de forma obstruccionista e insaciable. Esta vez las excusas vienen siendo el monto y mecanismo del proyecto de ley de Ingreso Familiar de Emergencia. Protestas han ido y venido.
"Somos Chile, no Suecia". Así emplazó el Ministro de Hacienda, Ignacio Briones, a los quejosos que piden aumentar el monto. Y es que recordar lo obvio a veces es necesario, pues cuestiones como la responsabilidad fiscal, en épocas que los recursos no sobran ni abundan, es un deber de primera mano. Necesario es aludir a algo tan básico como importante, el principio de escasez, el cual dicta que las necesidades son ilimitadas y los recursos escasos; pues pan para hoy y hambre para mañana es un lujo cortoplacista que nadie puede darse sosteniblemente. Pero como a la hora de la verdad la irresponsabilidad no la pagan ellos, se exculpan, excusan y ríen. Luego la gente deberá pagar los platos rotos.
Nicolás Martins Fundación para el Progreso
Medicamentos a domicilio
El despacho a domicilio ha sido uno de los grandes auges en esta época de pandemia. Desde artículos de necesidad básica y comidas hasta cosas superfluas llegan a las casas de chilenos para tratar de disminuir la exposición al virus. Una externalización del riesgo a terceros que ha sido agradecida en algunas instancias.
Las farmacias no han quedado fuera de esta modalidad, ya sea por necesidad o porque la habían adoptado, en búsqueda de cumplir con las necesidades sanitarias de la población. Esto tanto a nivel público -hospitales y atención primaria- como a nivel de farmacias privadas.
No obstante, todo lo anterior no ha estado ajeno a problemáticas relacionadas a una legislación y reglamentación no adecuadas a estas circunstancias y a nuestros tiempos. Es así como la dispensación y despacho de medicamentos con control legal, no han podido subirse al "carro" de esta modalidad por la exigencia de estar escritas de puño y letra del profesional, lo que ha conllevado a malos entendidos entre profesionales prescriptores y dispensadores, algo que finalmente repercute en el paciente.
Es importante abordar bajo estas circunstancias la actualización de la normativa, no solo por la cantidad de tiempo transcurrido o el cómo ha cambiado la sociedad, sino que desde la perspectiva de poder hacer frente a situaciones que pueden repetirse en el futuro.
No hay que caer en la trampa de cambiar todo, sino que con perspectiva y amplitud de actores -incluyendo a la academia- determinar la orientación de nuestro marco jurídico y reglamentario en post de cumplir los tres pilares de las políticas farmacéuticas que nos propone la Organización Mundial de la Salud: Acceso a medicamentos, de calidad y con uso racional.
Jorge Cienfuegos Académico Escuela Química y Farmacia U. Andrés Bello
Educación en virtudes
Un colega de una universidad española me comentaba hace unos días la gran cantidad de tiempo, dinero y esfuerzo que su Casa de Estudios ha invertido en crear un sofisticado software que, literalmente, espiara a los alumnos para que estos no pudieran copiar mientras rendían los exámenes en línea.
Su labor en estos tiempos de pandemia se parecía más a la de un funcionario policial que a la de un educador, me confesaba atribulado. Es la consecuencia lógica cuando se hace del medio un fin. No nos vaya a pasar que la educación en el futuro termine bajo el ojo del "Gran Hermano".
Sin ser ingenuos, o sea, sin descuidar la "fiscalización" a los alumnos, preocupa que no se invierta tiempo en educar en virtudes a los estudiantes (como lo intentan algunas universidades), es decir, persuadirlos racionalmente del valor de la honestidad, de la responsabilidad o de la laboriosidad, por ejemplo.
Educar no sólo implica desarrollar la inteligencia del estudiante, sino también fortalecer su voluntad, de modo tal que ante la inminencia de poder hacer trampa -no solo en un examen, sino en otros aspectos de la vida- sea capaz de rechazar dicha tentación. Esto, siempre y cuando a las universidades les preocupe no sólo formar a un buen profesional, sino, además, a un buen ciudadano y una buena persona.
Eugenio Yáñez Director Instituto de Filosofía, U. San Sebastián