Hoy día estamos insertos en un momento muy complicado para nuestro país. Desde el 18 de octubre el país cambió, un estallido social que provocó que Chile sea parte de una reestructuración socio política en desarrollo, a lo cual agregamos la pandemia del covid-19, que generó otro terremoto socioeconómico y que profundizó nuestras heridas a todo el sector productivo y social y en donde el Gobierno debió sacar más recursos para sostener a nuestras Pymes y a los ciudadanos.

Existió evidentemente, violencia política la cual nos dividió hace algunos meses atrás y no sólo eso, nos quebró de tal forma que hoy es difícil proyectar cómo nos recuperaremos de la profunda herida que se dejó. El coronavirus, en cambio, como dicen algunos, une a los chilenos, incluyendo a la clase política, en pro de la sobrevivencia y de caminar juntos por el que seguramente, es y será uno de los periodos más oscuros de nuestra historia.

Ante esta crisis, muy rápidamente y ante la presión de muchos sectores, entre ellos la Multigremial Nacional, se concretan los anuncios de las medidas para proteger el empleo, salvaguardar en cierto modo a las pequeñas empresas, con postergación del pago de IVA, entre algunas, medidas necesarias pero insuficientes, porque nuestro futuro sigue siendo incierto.

El sector productivo agroalimentario nos sigue dando lecciones de esfuerzo y trabajo mancomunado, en donde nuestros productores de leche, hortalizas, carnes y productos de primera necesidad no paran para entregarnos esos alimentos tan necesarios, sin olvidar que son igual de importantes la continuidad de servicios eléctricos y agua potable.

El enemigo más implacable que tenemos como sociedad, es el tiempo, que nos recuerda día a día, la necesidad de implementar cambios a nuestra estructura social, empresarial y política. Un sólo ejemplo de aquello es la flexibilidad laboral, que muchas empresas han adoptado obligatoriamente por esta emergencia sanitaria, y si lo hacemos con una mirada más prospectiva nos indica que somos capaces de entregar educación a distancia, hoy sorpresivamente vemos a la familia unida y dando lecciones a sus hijos, eso ahora nos sorprende.

Tenemos una gran misión, aprovechar esta oportunidad para poder cambiar nuestra sociedad desde nuestras áreas de confort, en donde cada uno de nosotros somos parte de este cambio, y enviar un mensaje de optimismo, que de esta salimos todos, después haremos evaluaciones.

Carlos Bustos, presidente (s) Multigremial de Osorno

La decisión de cerrar los centros comerciales, restaurantes, pubs, cines, y dejar solo abiertos los supermercados y farmacias, considerando que con anterioridad se había declarado el cese de las clases en todos los niveles, de manera que había especialmente jóvenes que paseaban por los malls, con el riesgo de acelerar la propagación del coronavirus, sin duda es acertada.

Muchas personas habían expresado sus temores respecto a que en este período en que se llamaba a no salir, se veía una sobredemanda en los malls, sumada a algunos casos bastante comentados, de contagiados con el virus que violaron la cuarentena y viajaron o acudieron a reuniones sociales, lo que constituye una irresponsabilidad personal y con la comunidad.

Desde luego que es clave que las autoridades garanticen el abastecimiento de la población, con el fin de evitar que luego pudieran generarse reacciones contra los supermercados o farmacias. Hay actividades que se pueden reorganizar, pero la producción, el transporte y el comercio detallista, que es el que está directamente relacionado con los consumidores, deben mantener su funcionamiento, en especial aquellos que suministran los productos alimenticios.

Otra de las preocupaciones se refiere a las evidentes alzas de precios que han tenido algunos productos de primera necesidad. De partida, resulta incomprensible que en las farmacias se hayan agotado desde hace semanas las mascarillas y el alcohol gel, y sin embargo, éstos sean vendidos en las calles por el comercio ambulante ilegal.

Es explicable que durante estos días haya productos que han tenido alta demanda, como los de farmacias o los de limpieza e higiene, y es por eso que los supermercados han limitado el número de unidades a vender a cada comprador, para evitar que se genere un desabastecimiento o que finalmente los artículos se comercialicen en el mercado negro a mayores precios.

Esta es una emergencia o catástrofe que requiere el compromiso de todos.