Nuestro deber con el Covid-19
En el marco de la expansión de los contagios por Covid-19 en nuestro país y el peligro que esto entraña para nuestro deficiente sistema de salud y los grupos de riesgo de nuestra sociedad, tenemos que entender que, si los jóvenes chilenos no cambiamos nuestra rutina y hábitos sociales, vamos a ser los responsables por la muerte de nuestros abuelos. Esa vida nocturna ya no podemos permitírnosla. No solo hablemos de solidaridad, practiquémosla en serio.
Hernán Felipe Páez
Descentralización
El estallido social, que clama por mayor justicia social, participación equitativa, fin a los abusos de la elite económica, mejores pensiones, mejor salud, la privatización del agua, una educación de calidad, entre diversos temas, ha logrado unir como nunca a la abrumadora mayoría de los chilenos.
Este es un hecho indesmentible y que no sólo representa la posibilidad de construir el país que queremos entre todos, sino que también de sentirnos parte de un colectivo que desde su origen se encuentra fracturado por la falta de un pacto social amplio y no sólo restringido a las cúpulas económicas y políticas que lo han conducido a su antojo desde su conformación a principios del siglo XIX.
Esta crisis se manifiesta fundamentalmente en la falta de legitimidad de nuestros supuestos representantes políticos. Seguramente hay avances importantes, como por ejemplo la disminución de la pobreza; pero el deterioro de la calidad de vida producto el abuso económico, los altos índices de endeudamiento de los hogares, las miserables pensiones y una educación enfocada más bien a generar consumidores y no ciudadanos, nos han llevado a manifestarnos en las calles para decir basta y exigir que en conjunto realicemos una profunda revisión al modelo económico.
El punto es que quienes abogamos por una organización político-administrativa que realmente tome en cuenta el carácter diverso de nuestro país, no podemos dejar pasar este particular momento.
Estamos frente a la posibilidad real de avanzar en una descentralización efectiva y sobre todo muy diferente a la que los políticos siguen pensando y analizando, según su conveniencia electoral y sin ningún resultado positivo para los ciudadanos de regiones. Cambiar la constitución nos brinda esta posibilidad que puede ayudar principalmente al desarrollo de nuestras economías regionales y dejar de mirar hacia Santiago, solicitando algo de caridad al gobierno de turno.
El llamado es a enfrentar este momento con altura de miras y seriedad: ¿alguien puede creer realmente que dos tercios de la convención constituyente aprobará cambios al derecho de propiedad? Nadie le quitará las casas a nadie, la posibilidad de educar a los hijos no será coartada, los emprendimientos no serán expropiados, la economía no será estatizada, entre tantos otros mitos; más bien de lo que se está hablando es de cómo reorganizar la vida económica y social de una forma más cooperativa, solidaria, con derechos sociales y económicos garantizados y lo más importante: entre todos.
Aprovechemos esta instancia para discutir de verdad los temas que se han quedado en promesas.
Carlos Aedo Finlez
¡Hasta cuándo!
A nuestro Presidente, Sebastián Piñera, autoridades de los diferentes poderes del Estado, organismos, servicios y servidores públicos (clase política, etc.) de la nación, con todo respeto pregunto: ¿hasta cuándo seguiremos presenciando el abuso, atropello y destrucción de nuestro país por fuerzas anti sistémicas amparadas en demandas sociales, seudoderechos, en una democracia muy imperfecta que todo lo permite?.
El suscrito y una inmensidad de chilenos queremos un mínimo de orden , seguridad, respeto y que además nuestra contribución impositiva sea en beneficio de la construcción y los más necesitados de nuestro país y no para reconstruir lo avasallado, destruido por un grupo de descerebrados. ¡Hasta cuándo señor Presidente!
José Manuel Caerols Silva
Venta de comida ilegal
Es increíble ver cómo se vende comida sin ninguna regulación sanitaria en diversas calles de Osorno. Hay puestos a plena vereda, a la salida de supermercados y centros comerciales, en el terminal de buses, otros que cocinan en vivo y ni hablar de aquellos carros que son los predilectos para "matar" el hambre en la hora de colación. El tema es tierra de nadie en las ferias. La pregunta es ¿dónde están los inspectores de salud o será que sólo se dedican a fiscalizar a aquellos locales que tienen patentes y permisos al día?. Sería bueno que recorran la ciudad y regulen el tema.
Miguel Bernales