El complejo volcánico El Caulle, en Puyehue, desató toda su "furia" interna el 4 de junio de 2011, arrasando con la alfombra verde de la vegetación nativa cordillerana.

Toneladas de ceniza, arena y piedra pómez se elevaron hacia el cielo y posteriormente cayeron como un manto ardiente y destructivo sobre los árboles y plantas del entorno.

Pero la sabia y tolerante naturaleza genera el renuevo de la foresta y reverdece a los quemados y secos árboles que se mantienen como mudos testigos del poder desatado. Hoy se puede apreciar el contraste entre la destrucción y los retoños, que como el ave Fénix se levantan de las cenizas, permitiendo una nueva reforestación para el disfrute de los turistas y visitantes en general.