El padre Teóforo cumple más de medio siglo ligado a la comunidad costera y misión Trumao
VOCACIÓN RELIGIOSA. El sacerdote de origen holandés es recordado con cariño por sus fieles, a quienes visitaba por los camiones rurales a pie, a caballo o en bicicleta. Recientemente encabezó una celebración en el templo misional unionino.
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El tiempo ha pasado rápido para el religioso Teóforo de Jeu Zandvliet, que desde 1961 está ligado a la iglesia Misión Trumao, en la comuna de La Unión (como parte de la congregación de Los Capuchinos) que lo tiene como su principal referente, con más de 50 años de trabajo eclesiástico. Ello, pese a que actualmente es el párroco del sector Cuinco, en San Juan de la Costa.
Con su traje albo, imponente estatura, que sus 90 años tratan de disminuir, volvió a reunirse con su comunidad, que lo mantiene en el altar de los religiosos más queridos de esta zona.
Cerca de 2.000 feligreses concurrieron a la fiesta del Desposorio de la Virgen el pasado 23 de enero, actividad que por más de un siglo y medio se celebra en Trumao y que facilita el encuentro de los fieles que llegan de todos los sectores y este año hasta con asistencia de extranjeros, que han conocido la labor de ayuda que realiza el religioso holandés.
El sacerdote está en el recuerdo de los vecinos de Pilpilcahuín, Las Trancas, Llancacura, Mashue, Las Mellizas, Cudico y por supuesto de Trumao, donde es conocido como el padre Teo y acogido con cariño.
Junto a los vecinos
Confiesa que nació para ser párroco de una iglesia rural. Proviene de una familia modesta y es el mayor de once hermanos: "me siento muy bien con lo que hago, atiendo a la gente sencilla, porque vengo de una familia modesta y trato de evangelizar a las personas. Estoy hace más de 57 años en Chile y como Dios me ofreció esta posibilidad, yo sigo hasta que pueda", expresa emocionado e identificado con la comunidad de Trumao, que se congregó masivamente en el templo, ubicado a 8 kilómetros de La Unión.
En la historia del hermano Teóforo están los legendarios recorridos diarios que hacía a pie, a caballo o en bicicleta para compartir con su feligresía, llevarles medicamentos o lo que necesitaran, que adquiría con recursos provenientes de Holanda; y en otras visitas, su objetivo era llevarlos a la iglesia. El padre Teo construyó una de las primeras escuelas particulares del sector, que llegó a tener 155 alumnos, una de las más grandes en su época en la zona rural.
Un santo
Los vecinos más antiguos lo recuerdan casi como un santo y explican que el padre se siente identificado con la gente del campo, con la que compartía a diario; y al saber que venía desde San Juan de La Costa, no dudaron en volver a escucharlo, con la sabiduría que le han dado los años y su profunda bondad, que sigue conquistando almas, fiel a su congregación de Los Capuchinos.
Cada año, en esta fecha, el padre Teóforo concurre a la iglesia de Misión Trumao y puntualmente, a las 9.30 de la mañana, espera a sus fieles, los que entregan sin pudor su cariño y luego lo escuchan, acompañándolo, en algunos casos, todo el día, y en la procesión que se hace con la Virgen por los caminos cercanos, hasta volver al templo misional.
Uno de los católicos que por primera vez concurrió a la ceremonia en esta fecha, reconoció que estaba sorprendido por la mística del encuentro, por el entorno que influye y por la parroquia misma, que guarda todo lo que el padre Teóforo mantuvo en los 35 años que trabajó en Trumao.
Aunque reside en la localidad de Cuinco, mantiene su cariño y recibe con modestia el afecto de todos los fieles de Trumao y alrededores, como quedó demostrado en este nuevo encuentro con su sacerdote de 90 años, a quien recuerdan en su recorrido en bicicleta con su traje blanco, con algún bastón para espantar a los infaltables canes, que nunca amilanaron su habitual recorrido evangelizador.