"Una ciudad limpia no es la que más se barre sino la que menos se ensucia". Maleducados, ordinarios, ni una gota de amor al prójimo ni una pizca de caridad; expresiones automáticas en boca de chilenos atónitos, asqueados frente a las toneladas de mugre que un grupo de locales y afuerinos desparraman en calles, parques y playas. Pretextos sobran. Hace poco fue la "llegada del Año Nuevo", antes fue la peregrinación a Lo Vásquez con sus miles de devotos con toda su religiosidad, piedad y amor al prójimo…menos mal que han negado el permiso a la "fiesta de los tambores" en Valparaíso (Ahora tienen otra fiestecita)... Da la impresión que llevaran basura para botar.

Ahora, sin ir tan lejos, recorrer a las ocho de la mañana las calles de nuestra ciudad o los "puntos limpios", uf es tal cantidad de basura desparramada que en nada recuerda a una comunidad civilizada.

¿Civilizados? ¿Qué nos está pasando? Autoridades, organizadores de eventos y encargados de limpieza brillan por su ausencia, como si la mugre generada por este tipo de ciudadano fuera algo normal. ¿Otro derecho más? ¿Doble estándar? Somos un país donde las autoridades prefieren hacerse los tontos, los padres no están ni ahí con la educación de sus hijos, leyes que ni siquiera contemplan castigo para esos maleantes y, por otro lado, vivimos rodeados de ambientalistas, poblado de ciudadanos preocupados del ecosistema, tan gallardos capaces de arrasar con carabineros para impedir represas, sin embargo esos mismos chilenos delicados, pulcros naturalistas, a la hora de ir a una fiesta al aire libre o un paseo por el parque, botan basura como si fueran.. . ¿Cómo llamaría usted a esos ciudadanos?

Cuidado, hoy hay que tener mucho cuidado con las palabras, hoy está prohibido llamar a las cosas por su nombre... Hoy después del estallido social, queda claro que nos creíamos educados, pero en realidad no lo somos tanto; nos creíamos felices, pero estamos llenos de rabia; nos creíamos ricos, pero estamos endeudados hasta las masas...

¿Amantes de la patria y la destruimos?…Sí, parece que sí somos doble estándar.

Vivian Arend

En esta época, con la presencia de mayor calor, el pasto y los matorrales crecen con mucha rapidez y fuerza y tal fenómeno crea verdaderas selvas en sitios abandonados, pero que sí tienen propietarios. Se les puede calificar de tal forma toda vez que no se observa por ellos la menor preocupación, con un grave perjuicio para los vecinos de cada lugar.

Esta situación se repite año tras año y los ciudadanos se molestan por las consecuencias que ello puede traer. En efecto, hay formaciones boscosas que se transforman en excelente refugio para que elementos antisociales se refugien allí para consumir drogas y alcohol, que los convierten en un peligro para el vecindario, utilizándolos incluso como dormitorios.

Esta situación da pie para actos delictuales o agresiones a las personas que deben circular por dichas veredas, especialmente mujeres. Se presta, además, para la proliferación de ratas y para que sean ocupados como basureros.

Afortunadamente hay propietarios -empresas en ocasiones- que se están preocupando de hacer la limpieza correspondiente, pero en la mayoría de los casos no es así.

Cada municipio tiene atribuciones para ordenar el cierre de tales propiedades, con panderetas o similares, cobrar multas si no se cumpliere pero que son de escaso monto, etcétera.

En consecuencia, no hay procedimientos realmente expeditos y sanciones fuertes que inclinen a los propietarios de los sitios vacuos a cumplir con la ordenanza respectiva.

Algo similar ocurre con las casas abandonadas y apropiadas por personas que las ocupan con diversos fines. Faltan procedimientos ejecutivos que permitan definir cuándo una propiedad está abandonada, no tiene herederos y proceder a su demolición si constituye un real peligro, o proceder a su venta con beneficio fiscal.