El abismo, en este caso, no es otra cosa que el enfrentamiento odioso, violento y sin ningún tipo de consideración entre sectores irreconciliables de nuestra sociedad, los cuales, no han sido capaces -ni tampoco han mostrado voluntad alguna- para encontrar verdaderos puntos de acuerdo, ni siquiera cuando el país atraviesa por una de las peores y más graves crisis político-sociales de su historia.
Y lo peor, es que ante este estado de cuasi anarquía del "dejar hacer", nuestra particular -y mala clase política- continúa complaciente, mirándose el propio ombligo. Algunos ya hablan de la existencia de un "vacío de poder", donde, quienes realmente estarían dictando el tono en Chile, serían los grupos de violentistas, delincuentes, encapuchados y saqueadores repartidos a lo largo y ancho de nuestro país, donde los actos vandálicos, saqueos y la destrucción sin sentido se han convertido en la tónica, por cuanto, ya no se trata sólo de manifestaciones pacíficas exigiendo justas, necesarias y sentidas demandas por parte de una amplia mayoría de este país, sino que de violencia y saqueo puros.
Una mayoría que ha sido sistemáticamente abusada por décadas -y sin una pizca de vergüenza- por parte de una privilegiada élite política y económica, dando lo mismo si se trata de derecha o izquierda, de quienes, hoy en día, se dice que "son la misma basura, sólo que con distinto olor".
De continuar un tiempo más por este sendero del desencuentro, de la odiosidad y la incertidumbre, entonces, a lo anterior sumaremos el temido frenazo económico, un alza en el desempleo y, de forma paralela, la pérdida de credibilidad externa y ser catalogados como un país poco "apto para invertir y hacer good business", a causa de la reinante inestabilidad política y social.
No está de más decir que si bien el estallido social tuvo una clara fecha de inicio, en este momento histórico que estamos viviendo no hay forma de pronosticar, predecir, aventurar -ni menos profetizar- una fecha de término.
Asimismo, estamos obligados a reconocer que esta condición de incertidumbre nos está, literalmente, enfermando física y sicológicamente, todo lo cual redunda en la presencia de altos niveles de angustia, crisis de pánico, estrés y miedo, haciéndose transversalmente "democrático" el hecho de estar ansiosos e irritables. Si todo esto no es una clara marcha hacia el abismo, no sabría qué otro calificativo darle.
Dr. Franco Lotito C. Académico, escritor e investigador