Cuando una persona revisa el significado del concepto "hipocresía", de manera rápida establece grandes semejanzas entre dicha palabra y la clase política, a saber, sujetos que esconden ante las personas sus reales intenciones -o agendas ocultas-, así como también su verdadera cara y personalidad, donde la falsedad, doblez y fariseísmo aparecen luminosos en el horizonte.
El renunciado fiscal Carlos Gajardo demostró claramente el 25 de octubre de 2019, en el programa de televisión "Mucho gusto" -donde estaba acompañado, entre otros, por los senadores Ricardo Lagos Weber y Francisco Chahuán-, que la gente ya no creía en los políticos, y le recordó a la audiencia la grave crisis generada en 2015, a raíz del financiamiento transversal ilícito de todos los partidos políticos, cuyos representantes establecieron una rápida alianza, y en lugar de ser denunciados ante la justicia -¡y castigados como correspondía!-, la clase política completa se puso de acuerdo para que eso no sucediera, y para ello, eligieron a un siniestro fiscal nacional, Jorge Abbott, quien les dio garantías plenas de que ninguno de los ilícitos cometidos sería investigado, con lo cual lo único que hubo -para desgracia de este país y la frustración del pueblo de Chile-, fue… impunidad total.
Resulta imposible sustraerse de lo que está sucediendo hoy, a nivel nacional, ante un marco de millones de personas que se manifiestan en las calles -ya sea pacífica o violentamente-, en contra de lo que ha sido la tónica de los últimos 29 años de gobiernos pseudo "democráticos", a saber: privilegios y abuso de poder, sordera institucional ante las numerosas demandas sociales, abierta desigualdad económica, injusticia e indiferencia total por parte de la clase política y gobernante, donde, por cierto, hay que incluir a la élite de los empresarios, ya que entre unos pocos privilegiados, han acaparado una parte importante y voluminosa de la riqueza de la nación.
Ningún grupo político, sea que hablemos de políticos de izquierda o de derecha, quiso ver -ni tampoco prestar atención alguna- a las reales necesidades de los 17 millones de chilenos, ya que estos sujetos están más concentrados en apuñalarse unos a otros -mientras definen quién se queda con la mayor cuota de poder-, que dar soluciones reales y concretas a las legítimas demandas de un pueblo resentido, cansado y hastiado de una politiquería barata y que, además, presenta un elevado superávit en corrupción, estafas institucionales y saqueos a las arcas fiscales.
Dr. Franco Lotito C., académico,
escritor e investigador