Entregados ya los últimos resultados del Censo 2017 que se realizó el año pasado en todo Chile, se hace posible realizar una radiografía minuciosa respecto de la realidad demográfica, educativa y habitacional de la provincia de Osorno, que en muchos casos, por lo demás, no se aleja en demasía de las tendencias nacionales que evidencian, por ejemplo, la migración campo-ciudad, y la disminución de la tasa de natalidad, dos de los principales fenómenos de los cuales el país tendrá que hacerse cargo en el mediano plazo para sustentar la actual estrategia de desarrollo económico y social que se ha trazado. Las cifras localizadas del censo confirman el relativo crecimiento poblacional de Osorno a expensas de las restantes comunas de la provincia, marcadas por la ruralidad; así como las diferencias de nivel educacional (años de escolaridad) entre la capital provincial y el resto de la zona.

Mientras en Osorno el promedio de escolaridad es de 11,9 años, en San Juan de La Costa es de 8,3 y en Puerto Octay y San Pablo de 9,9. En cuanto a la cantidad de viviendas desocupadas, que en cierta forma da luces sobre la demanda habitacional, Osorno exhibe un exiguo 5%, muy en línea con lo difícil que es conseguir casas y departamentos en arriendo en la ciudad, por ejemplo; al tiempo que en San Juan de La Costa alcanza el 43% (explicado, en parte, por las viviendas de veraneo) y en Puerto Octay al 23%.

De todos los datos recopilados en el Censo, y que viene a agudizar las mediciones anteriores, quizás si el más apremiante para los territorios ubicados lejos de la Región Metropolitana es aquel que muestra el impacto del desplazamiento poblacional desde las zonas rurales hasta las ciudades. En una zona esencialmente agrícola como esta provincia, a largo plazo, puede llegar a poner en riesgo la disponibilidad de mano de obra en las labores agrícolas, por un lado; y la mantención de los elementos identitarios propios de un territorio históricamente marcado desde sus inicios por la ruralidad.

Si la provincia no desea perder esto, es menester la existencia de programas y planes que valoricen la vida en el campo ya no por cuestiones románticas, sino que derechamente por acceso a la provisión de servicios y empleos.

Con motivo de la reciente celebración del Día del Alumno o del Estudiante, fecha instaurada de manera oficial el 11 de mayo, los distintos establecimientos de educación básica y media, e instituciones de educación superior, realizaron diversas actividades en nuestra región y en las diferentes localidades del país. Esta simbólica conmemoración tiene diferentes fechas de acuerdo a los países, y en el caso de Chile se estableció mediante el decreto 147 de 1992 del Ministerio de Educación, cuyo día recuerda la publicación del decreto supremo 524 de 1990, que aprobó una nueva versión del reglamento que permite a los estudiantes secundarios formar centros de alumnos.

Los distintos colegios, escuelas, liceos, centros de formación técnica, institutos y universidades festejan hoy en día esta efeméride mediante ceremonias, actos, competencias y distintas actividades recreativas, artísticas o culturales. Si bien el decreto mencionado se refiere a los establecimientos educacionales de enseñanza básica y media, en principio, hoy en día la celebración permite hacer partícipes a los alumnos de la educación superior, considerando que la participación estudiantil y las actividades extracurriculares son, sin duda alguna, parte de la vida y formación de todos quienes forman parte del perfil de alumno o estudiante, independiente de su nivel, sintiéndose capaces de trabajar en equipo, compartir con sus pares y docentes, y sentirse motivados por lograr fortalecer las relaciones interpersonales, tan importantes y necesarias en medio de un mundo globalizado que avanza a paso rápido, donde los jóvenes se desligan de las nuevas tecnologías para acercarse a las conexiones humanas.

Sea cual sea el concepto, para algunos alumnos o para otros estudiantes, dependiendo de la teoría o fundamento, lo relevante es que no sólo las aulas forman a los técnicos y profesionales del mañana, sino que también el sentido de pertenencia, la sana convivencia y las relaciones interpersonales, siendo fundamental los nuevos estereotipos de liderazgo y las nuevas formas de representación estudiantil que surgen hoy en día entre alumnos y/o estudiantes.

Carlos López Monje, director de Comunicaciones y Asuntos Estudiantiles de Universidad Tecnológica de Chile Inacap Osorno