"Diarios" "Diarios de viaje"
"Mis tres homicidios"
"Rutas inciertas"
"Cuaderno de Guayaquil"
"La composición de la sal"
"La utilidad del deseo"
"A veces me gustaría registrarme por escrito en cuerpo y alma: dar cuenta de mi respiración, de mi tos, de mi cansancio, pero de una manera alarmantemente exacta, que se me oiga respirar, toser, llorar, si pudiera llorar", anotó Alejandra Pizarnik el 3 de agosto de 1961 en París. Su obsesión por escribir, sus dudas, y ganas de comer, fumar y amar con voracidad hasta que el cansancio la derrumbaba... todo quedó apuntado en cuadernos y papeles sueltos que la editora Ana Becciu compendió en una sola obra que hasta ahora no había llegado a Chile. Es una versión ampliada y revisada de los diarios de la poeta argentina conservados en la Universidad de Princeton. Eran en total diez libretas, o cuadernillos como ella los llamaba, 14 cuadernos y seis textos mecanografiados.
Viajes tempranos de Juan Emar cubre este título, en un registro hecho desde la adolescencia del autor. "Un diario de un escritor es un documento hecho para la posteridad", señala en el epílogo de este libro Felipe Reyes, con razón: hallamos el cotidiano de la formación del excéntrico narrador chileno. El diario muestra la profunda extranjería emariana en el ahogo que le corroe en nuestras fronteras, siempre queriendo huir, al punto de hacerlo de la lengua, porque parte de este libro fue traducida del francés. Paralelamente la escritura va liberándose de las convenciones, hasta terminar plagando el diario de símbolos, glosados adecuadamente. "Diario de viaje" cuenta con cuidados detalles gráficos a cargo de Nicolás Sagredo, uno de los diseñadores talentosos de la actualidad.
"Vivallo ha escrito un texto definitivo. Crucemos los dedos que todo es invento", anotó Alberto Fuguet en la contratapa del primer libro de este narrador de 33 años, ganador del Concurso de Cuentos Paula, editor de Libros Tadeys y trabajador con horario en una oficina. El autor armó éste, su primer libro, escribiendo un cuaderno en el tiempo libre que le quedaba después de recoger muestras de sangre en un laboratorio. Son puros retazos de realidad: imágenes, momentos, sueños, visitas médicas que no parecieran juntar ni pegar, pero que lentamente -párrafo a párrafo- van armando una especie de edificio -que como dice Fuguet- está a punto de colapsar. Igual que los collages que fabrica con revistas, fotos y letras que recorta. Gente trizada dando la espalda al mundo.
Esta es la novela póstuma de Luis Rivano, el narrador de la marginalidad chilena, y se publica a poco más de un año de su fallecimiento. La premisa es seductora: revisitar el mundo que desapareció o sólo vive en las páginas de sus obras de los sesenta y setenta, a diferencia del último libro publicado en vida del autor ("Pedro Ivanovic, terrorista"), que se ubica en la contemporaneidad de la urbe. El eje es el "Vinizio", personaje de "El Rucio de los cuchillos" y "El apuntamiento", dos títulos fundamentales de su imaginario literario. La presentación en estos días permitirá el justo homenaje a Rivano, que tuvo una tensa relación con el mercado editorial; por décadas fue difícil de hallar, hasta las recientes compilaciones, que han permitido su definitiva valoración.
"Rutas inciertas. Nuevos cuentos chilenos de terror, misterio y fantasía", reúne relatos de diferentes autores chilenos, desde los nuevos, Julio Gutiérrez García Huidobro y Sergio Fritz Roa, hasta autores de los ochenta como Gonzalo Contreras, con su relato "Gente para todo servicio", y el poeta Thomas Harris, con "La casa inútil" y su malvada impronta costera. También está Jaime Collyer con "La bestia en casa", que mezcla humor y melancolía, y Enrique Lihn con "El hombre y su sueño", un juego de espejos sobre la vigilia clarividente; aparece además Alejandra Costamagna y su "Cuadrar las cosas", que cuenta la historia de una mujer que "decide construir un hijo" al que saca de su cabeza. La segunda parte de esta antología, que comenzó el 2015, busca recopilar la construcción de lo sobrenatural en la historia literaria chilena.
Compartiendo con buena pluma de ensayista sus lecturas amplias y aireadas, el mexicano Juan Villoro logra en este volumen dar cabida a reflexiones diversas sobre literatura, que deambulan entre Daniel Dafoe y su hombre aislado, las peculiares similitudes entre James Joyce y Ramón López Velarde y un atisbo a cartas privadas de Manuel Puig, Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti. Estableciendo puntos de contacto con sus anteriores libros "Efectos personales" y "La máquina desnuda", Villoro confiesa que los "autores abordados derivan de fervores sostenidos", así como de sugerencias externas. "Los ensayos de un narrador siguen caminos que, como quería Machado, se hacen al andar, Nos son tratados académicos ni eruditos, son la interpretación personal (vale decir 'la traducción') de un asombro", apunta el autor.
La escritora y periodista boliviana Magela Baudoin ofrece 14 relatos con los que ganó en 2015 el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez. En el prólogo de esta edición, el ensayista argentino Alberto Manguel apunta lo siguiente para definir su talento: "Borges observó que quizás el hecho estético fuese «la inminencia de una revelación que no se produce». Esta calidad de promesa postergada define la delicada narrativa de Magela Baudoin". Cuentos singulares, con meticulosas observaciones que traslucen más de lo que cuentan. Van enmarcados en "atmósferas amenazadoras, tenebrosas, víspera de tormentas" detalla Manguel. Magela Baudion también es directora de la revista literaria "El ansia" y codirige con Giovanna Rivero la editorial Mantis, enfocada a las plumas hispanoamericanas.