Carretera a Puerto Octay
Quisiera hacer llegar mi preocupacion, sugerencia y también reclamo por la carretera que une la ciudad de Osorno con Puerto Octay, de 60 kilómetros aproximadamente. Esta carretera tiene serias curvas, baja visibilidad y gran flujo vehicular tanto desde Osorno y hacia Osorno, con varios sectores que están en cada tramo de la carretera, por tanto, hay varios paraderos. Los accidentes suelen ser fatales.
Si bien es cierto cuenta con señalética que indica curvas, zonas de colegios, etc., faltan elementos de apoyo permanente, como delineadores direccionales en las curvas. Las curvas en esta carretera son cerradísimas, a los lados no hay más de un metro y luego vienen zanjas profundas. Se dificulta ver las curvas cuando hay neblina, y la visibilidad se torna más baja cuando el vehículo que viene en sentido contrario, encandila.
Hay que adicionar a esto que el cruce que para el lado izquierdo toma hacia Las Cascadas y para el lado derecho Puerto Octay, no tiene ninguna señalética, es en punta y con neblina no se ve absolutamente nada. Quien no conoce esta carretera lamentablemente no lo cuenta.
Solicito más intervención a esta carretera y cuidar y proteger las vidas de los automovilistas y estudiantes que deben ocuparla diariamente.
Lilian Delgado Cárdenas
Hospitales pendientes
Quiero referirme a la reciente visita de la subsecretaria de Salud a Osorno, como publica el diario de su dirección en crónica de hoy (ayer). Como era de esperar, la visita ha estado acompañada de anuncios de inversiones del Ministerio de Salud (Minsal) en construcción de un nuevo Samu para Osorno.
Estas visitas y anuncios de las autoridades ministeriales de salud del actual gobierno se contrastan dramáticamente con la realidad de las inversiones comprometidas y no cumplidas. Sólo para referirme a las que afectan a la provincia de Osorno, recientemente se declaró desierta la licitación de la remodelación de los hospitales de Río Negro y de Puerto Octay por tercera vez. La razón es que por tercera vez el presupuesto oficial está muy por debajo de los precios de mercado y no existen oferentes dispuestos a construir a esos precios.
Esta situación se arrastra por lo menos por tres años y el Minsal no asume la realidad del valor de la infraestructura que promete. A la subsecretaria le recomendaría con todo respeto que antes de seguir prometiendo edificios con recursos del Minsal, comprometiera los recursos para concretar lo ya prometido. No he hecho referencia a los hospitales de Quellón y Ancud entre otras inversiones postergadas.
Carlos Recondo Lavanderos, ex diputado de la Región de Los Lagos
Reclamo contra Tur Bus
El viernes 31 de marzo tuve que viajar a Concepción por el fallecimiento de una tía. Como era fin de semana, los pasajes de bus eran escasos y al final sólo encontré pasaje en un semicama de Tur Bus de patente BBSV-30 que salía de Osorno a las 22:15 horas.
Un desastre de viaje, bus muy sucio, con baños inmundos. Antes de llegar a Valdivia comenzó a fallar, en lugar de revisarlo siguieron viaje y como una hora después se sintió olor a quemado. Paró mucho rato y luego avisaron que no podían seguir porque el motor se murió, sin más explicaciones; y que luego llegaba un bus de reemplazo, el cual llegó dos horas y media después.
No hubo mayor explicación o disculpas, hacía frío y no había frazadas, tuve que ir al baño a oscuras, no había agua. Jamás viajo de nuevo en Tur Bus. Una mugre de servicio.
Para completar el desastre, en el Terminal de Concepción (llegó a las 9:30 horas, en circunstancias que su hora de llegada eran las 6) cambié mi pasaje de vuelta y sólo me devolvieron el 85% del valor. No hubo ninguna compensación por el pésimo servicio, el susto por el que pude pasar, el frío y las incomodidades.
Se quedaron con los $17.600 del viaje de miedo de Osorno a Concepción. Compré mi nuevo pasaje, el de vuelta, en la empresa ETM y en salón cama, me salió $12.000. El bus de Tur Bus era sólo semicama, en realidad eso decía el pasaje, pero no le alcanzaba ni para carreta de campo.
María Virginia Vivanco Cané
Jornada laboral
No hay que ser un experto para darse cuenta que las reformas y nuevas propuestas populistas, como la reducción de la jornada laboral con igual sueldo, hace encarecer el costo de vida de toda la sociedad. Lo anterior y propuestas de subsidios, gratuidades y otros, lo terminan pagando todos los ciudadanos, porque no existe una varita mágica que haga aparecer bienes.
Proponer una disminución de la jornada laboral sin rebaja de los sueldos es una irresponsabilidad legislativa, de conveniencia en época de elecciones. Hay que tener confianza en la madurez del pueblo, que hace tiempo dejó de engañarse y cada vez más se da cuenta que sólo el esfuerzo es fecundo, y que para protegerlo debe exigirse la fiscalización a legisladores y gobernantes.
Marcos Concha Valencia