La incidencia que tiene la infraestructura en la calidad de vida de las personas se hace patente en la actualidad, en la vida cotidiana, el mundo y en Chile. Los conflictos y necesidades que sufre el desenvolvimiento de nuestra sociedad hacen notar la falta de obras de incidencia pública. Mantener a Chile como un país competitivo en el contexto internacional acentúa aún más este déficit, lo que nos lleva a necesariamente a la tarea de promover la gestión en infraestructura.

Más hospitales, mejoramiento de infraestructura educacional, estadios, gimnasios y multicanchas, más y mejores cárceles, transporte urbano de calidad, vialidad urbana adecuada, centros y subcentros cívicos, espacios urbanos de encuentro, entre otros, son demandas permanentes. Desarrollo y consolidación de puertos, aeropuertos, vialidad interregional, nacional e internacional, mejores redes de comunicación, son necesidades reales. Sumado a ello, la necesidad de concreción de obras en energía y telecomunicaciones.

La urgencia en la consideración de estas iniciativas nos obliga a actuar proyectando mayor certidumbre en nuestros habitantes y sociedad en general, demandantes de mayor equidad. Ello exige una planificación adecuada y seria en la construcción de regiones más atractivas para la retención de capital humano.

A escala macrorregional y a nivel austral, desde Valdivia a Punta Arenas, estos aspectos se hacen familiares. Apreciamos una región poderosa en recursos naturales, pero con déficit en conectividad. Es un desafío incorporar nuestras zonas extremas al resto más desarrollado. Ello motivó la organización del seminario "El rol de las asociaciones público privadas en el desarrollo de la infraestructura regional", que tendrá lugar en nuestra CChC Osorno, el próximo miércoles.

Osorno tiene tareas pendientes: más puentes para conectividad interna, resolver el problema de estacionamientos en el radio céntrico, locomoción colectiva de calidad, mejoramiento del terminal de buses, hospital para Rahue, rescate de un ferrocarril interprovincial, mejor aeropuerto y servicio que responda a la demanda local, una doble vía en la Ruta 215 que consolide el corredor bioceánico, nueva aduana en Cardenal Samoré, pavimentación de caminos básicos.

Cada región es un país en sí mismo, con particularidades. Cada región conoce sus potencialidades, debilidades y necesidades de desarrollo, y son éstas mismas, organizadamente, quienes deben propiciar agendas que establezcan prioridades. En este sentido, las asociaciones público-privadas serán clave en el impulso y concreción de estas obras.

Ronald Scheel Bass, presidente de la CChC Osorno

Los resultados entregados por la Agencia de Calidad de la Educación revelan una preocupante baja de puntaje en la prueba de Comprensión de Lectura del último Simce, aplicada en 2015 a segundo medio y octavo básico. Obtuvieron 247 puntos, 5 menos que la medición anterior. Y si se consideran los resultados de los últimos 12 años, la disminución es de 6 puntos a nivel nacional.

Llama la atención la baja de comprensión que tuvieron los hombres de segundo medio, sobre todo aquellos del grupo socioeconómico más alto. En los últimos cinco años éstos descendieron 37 puntos en el test, ubicándose por primera vez por debajo de las mujeres del grupo socioeconómico medio alto y casi equiparándose con las de estratos medios, algo poco usual.

Una de las hipótesis es que la tecnología podría influir negativamente en las habilidades lectoras de ese grupo, que tiene mayor acceso a los nuevos dispositivos. Si bien las tecnologías desarrollan la capacidad de buscar información y comunicarse, dejan de lado otras que son propias de la lectura, como inferir, interpretar y argumentar. Y es que el saber leer bien, que es saber interpretar y entender lo que se lee, es vital para tareas tan cotidianas.

Es evidente que los estudiantes de hoy muestran desinterés por la lectura, incluso a nivel universitario. La ley del mínimo esfuerzo los lleva a escribir en forma abreviada, saltarse las reglas ortográficas y encontrar todo hecho en los buscadores de Internet. Lograr que se interesen en un libro es una odisea para los profesores. Es cierto, el analfabetismo, entendido como la imposibilidad de leer y escribir, va en retirada. Pero también hay un analfabetismo funcional, que se refiere a la falta de comprensión lectora.

Frente al avance de la televisión y de los juegos por Internet, es poco lo que se puede hacer. La falta de lectura está atrofiando la mentalidad de nuestros estudiantes y limita su vocabulario. Predomina la ley del menor esfuerzo cuando copian y pegan trabajos bajados de Internet.

Si bien la iniciativa de estimular la lectura la toman los colegios, la familia debe ayudar. Los padres que no leen, difícilmente lograrán interesar a sus hijos en los libros. De hecho, en pocas casas hay una biblioteca de lectura.