Una serie de estudios llevados a cabo en diversas universidades de Suecia, Inglaterra y Estados Unidos de manera casi simultánea, mostraron que a la hora de conseguir resultados exitosos en una determinada disciplina, sea que se tratase de arte, ciencias, deportes o negocios, la clave principal para lograrlo -para sorpresa de muchos- residía en la perseverancia y el esfuerzo que ponía un determinado sujeto, más que en el hecho de poseer talento o algún tipo de habilidades específicas o innatas.
Se demostró que alrededor del 25% del rendimiento alcanzado por una persona lo aportaba el talento del individuo, mientras que el 75% restante dependía de una serie de otras variables, tales como: las características de personalidad del sujeto, el esfuerzo que aportaba y, finalmente, si éste tenía algo de suerte.
El Dr. Martin Seligman destaca desde el Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania que más que enfocarse en "detectar las habilidades y talentos naturales de las personas, los padres deberían dedicarse a fortalecer en sus hijos la perseverancia y el coraje para alcanzar sus metas".
Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de estudiar y analizar a cientos de individuos considerados por su entorno social como "triunfadores", en relación con los cuales los expertos coincidieron en un hecho que no se podía negar: algunas de estas personas eran brillantes y ambiciosas, sin embargo, había muchas otras más que no eran genios, pero en lugar de eso, eran ferozmente perseverantes, no dándose nunca por vencidos.
Los investigadores decidieron llamar "coraje" o "firmeza de carácter" a este tipo de tenacidad, una tenacidad que no se detiene ante los diversos y múltiples obstáculos o dificultades que se le van presentando en el camino a un individuo.
Después de haber revisado atentamente y con mucha atención una parte importante de la información disponible, de aquello de lo que podemos estar completamente seguros es que los ingredientes necesarios del éxito son una combinación de: (a) talento, (b) esfuerzo individual y trabajo duro, (c) motivación personal o presencia de un fuerte deseo interno y (d) la determinación -o fuerza mental- con la que una persona enfrenta los retos y desafíos que se le pongan por delante, sin que importe mucho la naturaleza de los desafíos, ya que para este tipo de individuos, las "vallas están ahí para ser saltadas".
Franco Lotito, académico,
escritor e investigador