Licencias médicas
Resulta preocupante que más de 25.000 funcionarios públicos hayan salido del país mientras se encontraban con licencia médica.
Este hecho no solo cuestiona la ética de quienes lo hicieron, sino también la debilidad del sistema de control y fiscalización. Los recursos fiscales provienen del esfuerzo de todos los chilenos, y es inaceptable que se utilicen de forma indebida. Es urgente que la Contraloría investigue a fondo esta situación y que se establezcan sanciones claras para los responsables de este hecho.
Sebastián Chávez Farfán
Aires de patriotismo
No es bueno mezclar la política con la heroica y gloriosa gesta de Prat. Su hazaña pertenece a todos los chilenos y es un ejemplo para el país entero. Sin embargo, en este 21 de mayo se pudo apreciar en los medios, plataformas y redes sociales un aire renovado de patriotismo, ese que en la primera propuesta constitucional de este gobierno no aparecía como elemento principal y, por el contrario, proponía una nación multicultural, dividiendo el país en diferentes etnias.
Se creía que ese patriotismo estaba dormido o que se había logrado disminuirlo en el alma nacional, pero pensar así es olvidar la gesta del héroe, que perdurará en el corazón de todo chileno de bien, porque la Patria debemos protegerla y defenderla. El progresismo y la globalización instan a intelectuales de poca monta a disminuir el sentimiento patriótico, sin reflexionar que este es esencial para la pacífica convivencia del país. Pero prima aquel dicho: "dividir para reinar".
Nunca dejaremos de agradecer a Prat y a sus hombres, porque son una llama eterna de patriotismo.
Marcos Concha Valencia
Institucionalidad
El daño a la institucionalidad no es exclusivo del gobierno actual. Es un deterioro acumulativo que se arrastra desde el regreso a la democracia, y lo cierto es que ningún gobierno se salva.
Basta recordar a don Patricio Aylwin y su ya emblemática frase "en la medida de lo posible", símbolo de una conducción basada en la negociación permanente, que evitaba toda tensión interna, incluso al costo de postergar transformaciones relevantes. Eduardo Frei Ruiz-Tagle fue criticado por su pasividad política y por una baja capacidad de liderazgo, incluso en materia internacional, como la débil defensa de los tratados de libre comercio. Ricardo Lagos cargó con el escándalo del MOP-Gate y con el diseño técnico del Transantiago, cuya implementación fallida fue heredada por su sucesora.
Michelle Bachelet, en su primer mandato, demostró una alarmante falta de gestión ante el terremoto y tsunami de 2010, y nunca logró controlar ni su coalición ni el Congreso. En su segundo periodo, las reformas estructurales resultaron caóticas; el caso Caval golpeó directamente su credibilidad, y la economía se estancó. Sebastián Piñera, en su primer mandato, enfrentó el conflicto educativo sin resolver el fondo del problema: la desigualdad estructural. Y su segundo gobierno estuvo marcado por la falta de conducción, crisis internas, un gabinete errático y, por supuesto, el mayor fracaso de su carrera: el estallido de 2019.
Pero incluso con todo lo anterior, el presidente Gabriel Boric representa, hasta ahora, el punto más crítico en cuanto al daño institucional. El deterioro es profundo y transversal. No controla la expansión del aparato estatal, gobierna rodeado de personas sin experiencia, muchas de las cuales comparten su inexperiencia y su dependencia ideológica. Utiliza el Estado como plataforma simbólica más que como herramienta de transformación efectiva. Las promesas quedaron en el papel: vacías, sin dirección ni sustancia. Pero más grave aún es su completa falta de ética pública y de responsabilidad política real. Frente a cada crisis, elude, delega, se victimiza o simplemente guarda silencio.
Señor Presidente, yo sé que le cuesta, porque probablemente nunca tuvo el carácter ni la preparación para ejercer este cargo. Pero, por una vez, deje de esconderse detrás del discurso y asuma su responsabilidad con la seriedad que el cargo exige. No es por usted, es por la República que dice representar.
Rodrigo Salinas Rojas
Alza en los arriendos
La inflación se ha vuelto una amenaza silenciosa pero persistente para la clase media profesional en Chile. El encarecimiento de la vivienda y los servicios básicos ha erosionado la capacidad de ahorro e inversión de miles de familias, afectando directamente su estabilidad y bienestar.
Según el INE, el arriendo ha subido un 5,3% a nivel nacional en lo que va del año, con alzas más marcadas en regiones como la Metropolitana, Valparaíso y Concepción. A esto se suma el aumento de insumos clave en la construcción -cemento, acero y madera-, que eleva los costos operativos y restringe la oferta de viviendas accesibles.
Los servicios esenciales también han experimentado fuertes alzas: la electricidad subió un 10,8% en un año, el gas licuado un 6,5% y el agua potable un 2,7%, afectando con mayor fuerza a los hogares más vulnerables.
Este escenario no solo golpea el bolsillo, también mina la confianza en el futuro. La inflación deja de ser un dato técnico para convertirse en una barrera real al desarrollo personal y familiar. Se requieren medidas urgentes que regulen el mercado inmobiliario y protejan el acceso a servicios básicos. Sin ellas, el país arriesga consolidar una crisis que afectará a generaciones enteras.Edwin Pelayo Loaiza, académico U. Autónoma de Chile