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Los desafíos que representa el comercio informal para los municipios y cámaras

Mientras en Osorno y Puerto Montt parece existir mayor claridad respecto a esta actividad que afecta a los establecimientos que cuentan con permisos y pagan impuestos, la realidad en Castro es más ambigua. Experto advierte los riesgos de la evasión tributaria, la precariedad laboral y el freno a la modernización.
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El comercio informal es una realidad que afecta profundamente a muchas ciudades de Chile y la Región de Los Lagos no es la excepción. Osorno, Puerto Montt y Castro enfrentan los efectos de esta problemática que genera tensión en la convivencia urbana y plantea desafíos tanto para la gestión municipal como para el desarrollo económico formal.

A nivel global, más de 2.019 millones de personas, el 61% de la fuerza laboral mundial, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), están empleadas en condiciones informales. Este fenómeno, como describe Pablo Chandía, director de Ingeniería Comercial de Sede De la Patagonia de la Universidad San Sebastián (USS), implica evasión tributaria, precariedad laboral, menor productividad y riesgos sanitarios para los consumidores. Además, puede facilitar el contrabando y otras actividades ilícitas.

Impacto de la pandemia

Según el ingeniero civil industrial, la informalidad se intensificó durante la pandemia de covid-19, cuando la destrucción masiva de empleos formales obligó a millones a buscar alternativas en el autoempleo callejero o en las ventas por redes sociales. "Solo en América Latina se perdieron unos 43 millones de puestos entre el primer y segundo trimestre de 2020, según la OIT (Organización Internacional del Trabajo). En muchos casos, la ayuda estatal fue limitada o llegó con retraso", explica.

A esto se sumaron las cuarentenas, que cerraron comercios establecidos y redujeron los controles municipales, permitiendo la proliferación de vendedores sin patente en el espacio público. "En Chile, la ocupación informal creció más de 8 puntos porcentuales en un año, con un aumento del 60% en el número de trabajadores informales en algunas regiones. En síntesis, necesidad económica urgente, menor fiscalización y barreras más bajas para emprender sin formalizarse se combinaron para hacer del comercio informal la 'válvula de escape' laboral durante la crisis", señala el académico de USS.

Hoy, a tres años del fin de la emergencia de salud pública de importancia internacional que declaró la OMS (Organización Mundial de la Salud), vigente entre enero de 2020 y mayo de 2023, las capitales de las provincias de Osorno, Llanquihue y Chiloé viven particularidades respecto al comercio informal, expresado principalmente en el comercio callejero.

Osorno

En la comuna de Osorno, el alcalde Jaime Bertín (indep.) recalca que el municipio no entrega permisos para comercio ambulante. "Esto está plenamente establecido en nuestra ordenanza: nadie puede instalarse en la vía pública sin autorización. Les estamos avisando de que tienen un tiempo para poder retirarse, ya comenzamos a sacar a quienes estaban ocupando ciertos sectores y esperamos reforzar estas acciones con el equipo de inspectores municipales que inicia funciones en junio", comenta.

Las zonas de mayor concentración de comercio callejero han sido la entrada del Hospital Base San José y calles Ramírez y la plazuela Yungay. "Son lugares donde por lo general la gente tiene preferencias de instalarse ahí, pero nosotros hemos estado explicando que el bien de uso público es para transitar libremente y, por lo tanto, debe estar destinado a esos fines", enfatiza Bertín.

"La gente que vende productos de paquetería y cosas por el estilo sin emitir boleta, sin tener permisos, de alguna forma va en desmedro de quienes hoy en día están haciendo un esfuerzo y están formalizados. Muchos podrán decir que es una forma de trabajar y darle oportunidad a la gente, pero también hay que pensar en la otra parte que está con muchos más compromisos", acota el exmilitante de la DC.

Desde la Cámara de Comercio e Industrias, Servicios y Turismo de Osorno, su presidente Luis Rigo-Righi valora el trabajo conjunto con el municipio. "No se trata de perseguir a quienes quieren trabajar, sino de formalizar. El comercio informal implica evasión de impuestos, venta de productos no fiscalizados, inseguridad y competencia desleal; en ese sentido, el esfuerzo por controlar debe ser constante y efectivo", menciona.

En la comuna, de acuerdo al dirigente, se ha trabajado también en nuevas ordenanzas que abordan otras actividades informales, como los limpiaparabrisas o vendedores sin permisos en semáforos. "Queremos una ciudad ordenada, pero también con oportunidades para todos, siempre que sea dentro del marco legal. Este