El agro y ganadería se mostraron generosos desde los orígenes de Osorno en 1558
A los dos o tres años siguientes a la fundación de la ciudad, los españoles producían trigo en cantidades importantes para su época. Lo mismo pasó con el ganado bovino: en 1567 el número de vacunos era de dos mil cabezas y de tres mil el ganado lanar. El rebaño se multiplicó, en parte, gracias a los buenos pastos y yerbas que siempre ha ofrecido la zona.
Al año siguiente de la fundación de la ciudad de Valdivia, en 1553, algunos conquistadores españoles estaban en posesión de tierras fértiles en los llanos que se extienden tanto al norte como al sur del río Bueno. Allí tenían encomiendas indígenas y en el verano de ese año obtuvieron la primera cosecha de trigo, cuyas semillas habían traído desde Concepción y Santiago.
Desde el año 1553 y hasta finalizar el siglo XVI, la región de "los llanos", aquellas tierras planas, similares al paisaje europeo y aptas para la agricultura, fue el verdadero granero del Reino de Chile, como también fue centro importante para la crianza del ganados vacuno, lanar y porcino.
En 1596, el gobernador Oñez de Loyola reconocía el valor que tenía esta región y decía que los vecinos de Valdivia y Osorno, propietarios de esos terrenos, continuamente habían aportado ganados y sementeras a las ciudades del norte, cuando las campañas guerreras contra los indios impedían dedicarse enteramente a las faenas agrícolas y a la crianza de ganado.
El límite norte de la jurisdicción territorial de Osorno, asignada por el gobernador García Hurtado de Mendoza en marzo de 1558, fue durante todo el transcurso de la segunda mitad del siglo XVI el mismo río Bueno en toda su extensión.
Un hecho curioso, según consigna el historiador osornino Juan Anselmo Escobar, se registró durante la fundación de Osorno: el gobernador Hurtado de Mendoza, más que "designar" a los vecinos, prefirió trasladar la residencia a Osorno de algunos colonos valdivianos, justamente los que tenían mayores y mejores extensiones de terreno al sur del río Bueno. Fue el caso de Diego Nieto de Gaete, Francisco de Santi Esteban, Diego de Rojas, Cristóbal Ruiz de la Rivera y Diego Ortiz de Gatica, quienes habrían de quejarse después que el gobernador los "obligó" a ser vecinos de Osorno para poner a disposición de los demás conquistadores sus sementeras y ganados.
Abundante trigo
En los dos o tres años siguientes a la fundación de Osorno, informa Escobar, los españoles producían el trigo en cantidades considerables para su época, debido a la fertilidad del suelo.
Cuando llegó a Osorno en 1561 el nuevo corregidor Juan de la Reinaga, notó que los indígenas estaban obligados a moler por sus manos el trigo que se producía en abundancia, señalando que "padecían intolerable trabajo en hacer harina", motivo por el cual se dispuso la construcción de tres molinos que estuvieron en servicio dos años más tarde.
El cronista Diego de Rosales refiere que no sólo en Santiago y Concepción se producía en abundancia el trigo, sino "que en Osorno cogió un vecino de sesenta fanegas de sembraduras, mil y quinientas fanegas (un grano de trigo producía hasta treinta y cuatro espigas, comúnmente de cinco a seis pulgadas de granazón).
Razas ibéricas
En relación con el ganado bovino, los españoles trajeron razas ibéricas durante la conquista y colonia. En un principio los embarques con ganado que llegaban a Sudamérica y a Chile provenían de los puertos de la zona sur de España, como Sevilla (lugar donde estaba la Casa de Contratación) y Cádiz.
Una información del año 1563 indica que los primeros vecinos de Osorno tenían "haciendas de vacunos, caballos y ovejas" en sus respectivos repartimientos indígenas. El ganado se multiplicó, en parte, por los buenos pastos y yerbas que ofrecía la zona.
Cuatro años más tarde el número de ganado vacuno era de dos mil cabezas y de tres mil el ganado lanar. "Los indios, señala el documento, tenían por su parte mil ovejas de Castilla, pero no tenían vacunos, cabras ni puercos".
El vecino Francisco de Santi Esteban obtuvo merced, en diciembre de 1567, de quinientas cuadras de tierras para tener una "estancia y hacienda de ganados" al sur de Osorno, en terrenos nombrados por Catepuilli y Linllepuilli. Todo indica que la crianza de ganado que mantenía Santi Esteban le reportó grandes utilidades, puesto que en 1580 solicitó al Cabildo osornino que le entregasen 520 cuadras de terreno "al otro lado del río De Las Canoas y en Puanquerito", a objeto de hacer huertos y tener allí (en lo que actualmente es Rahue Bajo) parte de su numeroso ganado.
Ganado salvaje
Tras la destrucción y abandono de la ciudad en 1604, las ovejas y vacunos que estaban en las haciendas de los conquistadores quedaron en manos de los huilliches, que los criaron y multiplicaron para su uso.
Prueba de ello es que el capitán Tomás de Figueroa, al realizar redadas en las parcialidades indígenas a fines del siglo XVIII, se llevaba el ganado que tenían, que ciertamente descendía de razas ibéricas. Además, los huilliches de la zona comerciaban, entre otras cosas, ganado con la plaza y presidio de Valdivia, y también transportaron rebaños al otro lado de la Cordillera de los Andes (a la actual Argentina).
En los primeros años del siglo XVII, numerosos animales vacunos vagaban por las inmediaciones del lago Llanquihue y en los bosques de la cordillera de los Andes. El cronista Diego de Rosales nos dice al respecto: "Y desde el alzamiento general antiguo conserva en los montes muchas vacas de las estancias que allí tenían los españoles y que quedaron en poder del enemigo, y con los indios se alzaron también las vacas".
Como complemento a esta información -precisa Juan Anselmo Escobar- en marzo de 1871 el vecino de Osorno José Alderete le informó al gobernador haber encontrado en las márgenes del lago Puyehue, en "una pampa espaciosa", una numerosa hacienda de ganado bovino sin marca alguna. Pidió que se le hiciese concesión de ella en virtud de los artículos 629 y 630 del Código Civil. Al año siguiente hizo algo similar Juan Antonio Paillahueque, expresando haber encontrado "entre la laguna de Llanquihue y Puyehue, y muy al este, un gran número de animales vacunos bravíos, sin que se conozca dueño alguno de esta hacienda".
Bovinos "indianos"
Los bovinos descendientes de la raza ibérica que trajeron los españoles, llamados chilenos o "indianos", conformaron durante siglos los rebaños nacionales y fueron, en parte, el motor de la economía colonial y republicana hasta finales del siglo XIX. No obstante, con la importación de nuevas razas desde Europa, principalmente de Alemania, desde fines del siglo XIX en adelante, estos nobles animales poco a poco fueron desapareciendo o se fusionaron con los "recién llegados".
En general, estos animales "indianos" no alcanzaron una altura superior a los 1.4 metros, tenían astas proyectadas hacia adelante y arriba, de poco peso, alcanzaron los adultos 600 kilos, con carne de buena calidad. Tenían esqueleto grueso, livianos, eran buenos para las marchas y recorrer escarpadas pendientes. Tenían excelente pecho, costillas arqueadas, poco desarrollados en su cuarto posterior y lomos angostos. Eran animales de un inmenso valor para ocupar terrenos montañosos, ya que resistían muy bien las inclemencias de nuestro clima.
"A partir del siglo XV, y a lo largo de los siglos XVI y XVII, los bovinos introducidos en América por los españoles no fueron sometidos a ningún programa colectivo de crianza o de selección de parte de sus propietarios. En consecuencia, las cualidades genéticas y fisiológicas de los animales provienen de las presiones del medio natural y de la selección individual de los ganaderos. Estas razas tienen como características su fertilidad, su resistencia a las enfermedades parasitarias, su capacidad a aguantar altas temperaturas y fuerte humedad, y también su aptitud a resistir el hambre durante las temporadas de sequía o inundación; se trata de razas rústicas. Aunque parece difícil describirlas de manera general, las razas criollas son animales bastante gráciles con cuernos anchos; son animales de talla no muy alta (los bovinos de llano son más altos que los de montaña). La mayoría tiene un color de manto que va del leonado carbonado (así como la Retinta española) al rojo, una minoría es negra o blanco y negro, mientras que en los Andes son frecuentes los bovinos berendo en rojo (blanco y rojo). Se trata de animales polivalentes que pueden ser utilizados de distintas maneras y que se emplean a menudo para el trabajo", señaló Claude Guintard, de la Facultad de Veterinaria de Nantes, Francia, en su artículo titulado "Los animales también participan en la historia global. Las primeras importaciones de bovinos a América a partir del segundo viaje de Cristóbal Colón (1493)".
en el grabado de 1852, hecho por rudolph a. philippi, se ve al fondo dos bovinos "indianos" en la plaza de osorno.