Cerca del 70% de las denuncias que recibe la Superintendencia de Educación tienen que ver con temas de convivencia escolar, por lo que el ciberacoso o ataques por redes sociales o internet es un tema relevante. Se recuerda que durante la pandemia aumentó el acoso digital, porque las clases presenciales fueron reemplazadas por la teleducación y el computador fue el medio para relacionarse.

Se ha instituido el 14 de marzo como el Día contra el Ciberacoso Escolar, que en los últimos años ha formado parte del calendario de los colegios, con el fin de que los profesores, alumnos y padres, puedan reflexionar sobre cómo abordarlo cuando se hace presente. Por eso, el Ministerio de Educación, organismos de la sociedad civil y la Superintendencia se han hecho cargo del tema a través de diferentes mecanismos y acciones, porque es un problema que impacta a los estudiantes en su etapa escolar.

Hasta 2019 las víctimas de acoso eran de preferencia estudiantes mujeres, pero en los años siguientes las cifras se equilibraron con los ataques a hombres, porque se ha trasladado el maltrato físico hacia el mundo digital. Casi la totalidad de los niños y jóvenes tienen celulares y la inmensa mayoría de ellos también tiene acceso a las redes a través de los computadores. Como contrapartida, se han masificado los ataques entre ellos mismos, especialmente en el ciclo que va de quinto a octavo básico, así como las propuestas con obscenidades que reciben de adultos que se esconden en la red y que llevan a delitos más graves.

El ciberbullying o ciberacoso es un concepto que ya se adoptó en nuestro país y da cuenta de los conflictos de relaciones entre los estudiantes, que al no ser resueltos por el colegio, se trasladan a los espacios virtuales.

Con la masificación de las redes sociales y el uso de tecnología, ha crecido también la preocupación de los padres respecto a los ataques que pueden sufrir sus hijos a través de las redes sociales. Debido a ello, la Superintendencia de Educación dispuso hace unos años que los sostenedores de los colegios deben incluir este tema en sus protocolos, actualizando sus manuales de convivencia, con el fin de que la comunidad escolar tenga claro cómo enfrentarán situaciones de hostigamiento a través de las redes sociales.

En enero de 2024 planteamos en esta misma tribuna el rezago de Osorno frente a comunas similares en materia de concesiones clave. Quince meses después, los avances siguen ausentes.

Veamos el caso de Puerto Montt, que tiene experiencias mixtas en esta materia. Por un lado, la concesión de sus estacionamientos subterráneos no ha generado ingresos al municipio desde hace dos décadas. Sin embargo, la infraestructura existe: 720 plazas que descongestionan el centro y que volverán al patrimonio fiscal en 2033 para ser nuevamente concesionadas.

Por otro lado, la concesión del Terminal de Buses de la capital regional permitió materializar una inversión superior a 800 mil UF-más de US$30 millones al valor actual-para construir un rodoviario de alto estándar, un hotel de siete pisos, 40 locales comerciales, un supermercado y amplios estacionamientos subterráneos. Además, la concesionaria aporta 1.900 UF mensuales al municipio, más un 25% adicional por cada nueva unidad de negocios, superando así los $93 millones mensuales. En total, Puerto Montt ha recibido más de US$21 millones por esta concesión. Mientras tanto, Osorno mantiene congeladas desde hace medio siglo las iniciativas para contar con estacionamientos subterráneos o un nuevo Terminal de Buses. A diferencia de Temuco, que cuenta con aparcamientos bajo su plaza de Armas, o Valdivia, que en 2016 inauguró un terminal mediante concesión, aquí seguimos esperando.

No es fácil pensar en largo plazo en tiempos de urgencias presupuestarias. Pero la imagen de un Terminal de Buses a oscuras por falta de generador, o el caos por la ausencia de una concesión básica de aparcamientos -donde incluso han postulado empresas con deudas en Castro y Ancud- debe llevarnos a una sola conclusión: Osorno merece una gestión acorde a su tamaño, su historia y su gente.

Las condiciones están dadas. Lo que falta es voluntad para marcar, de una vez por todas, un verdadero punto de inflexión para propiciar el desarrollo de infraestructura clave para Osorno.