Cuando los campos osorninos llenaron las mesas valdivianas de granos y charqui
La agricultura y ganadería prosperaron a los pocos años de iniciada la repoblación, en 1794. En realidad, floreció bajo el mandato del superintendente Juan Mackenna, lo que permitió abastecer a la plaza de Valdivia. El potencial de los llanos de Osorno quedó definido por el mismo Ambrosio O'Higgins, impulsor y financista de la repoblación: "Las verdaderas minas y riquezas deben buscarlas y encontrarlas en la agricultura y crianza de ganados", dijo a los colonos.
La agricultura y ganadería, tanto de leche como de carne, son los rubros principales de la provincia de Osorno actualmente, el motor económico de la zona que genera empleos, encadenamiento productivo y define la cultura e identidad local. Y fue así desde los inicios en el siglo XVI, donde la naciente ciudad colonial hispana se destacó por la rica producción de sus haciendas, instaladas en los fértiles llanos de Osorno. Sin embargo, todo eso se terminó en 1604, con la destrucción de la ciudad tras el asedio de los indígenas.
La ruina y abandono de la antigua ciudad, por el largo espacio de 190 años, aparte de significar una amarga derrota para los españoles, constituyó la quiebra total de la agricultura en esta zona.
Según consigna el historiador osornino Juan Anselmo Escobar, de las ricas haciendas y de las extensas tierras cultivadas en el siglo XVI, tanto por los españoles como por los indígenas, apenas quedaba un vago recuerdo; y de la población aborigen, tan numerosa que vieron los conquistadores al fundar Osorno, no alcanzaba ni un tercio cuando se inició la repoblación de la ciudad, a fines del siglo XVIII.
Los llanos situados junto al río Bueno, y que antiguamente habían sido el granero del Reino de Chile, según un cronista colonial, se encontraban en los años de 1790 a 1792 en posesión de sólo cinco españoles, "los que únicamente -dice el superintendente de Osorno, Juan Mackenna- sembraban lo necesario para la mantención de sus familias, no aumentando las labranzas por el temor a los indios (relación de 12 de abril de 1804)".
El territorio adyacente a Osorno, incluso hasta las ruinas de la antigua ciudad, se encontraban en la última década del siglo XVIII cubiertos por espesos bosques que debieron ser cortados. "Todo esto, dice Joaquín Sánchez Riambu, en un monte muy cerrado". (Relación del año 1794 sobre restablecimiento de un camino).
Con la posesión de las ruinas de la antigua ciudad de Osorno, efectuada a fines de 1792 por el capitán Tomás de Figueroa y con la terminación de un fuerte ubicado a orillas del río Rahue al año siguiente, se dieron los primeros pasos para la lenta repoblación.
En 1794 se había establecido en la nueva Osorno, a las inmediaciones del fuerte San Luis o Reina Luisa, como le llamaban, algunas familias procedentes de Valdivia y Chiloé, que pertenecían a la tropa española acantonada en aquellas fortalezas. A mediados de ese año, dichas familias recibieron del gobernador valdiviano, Lucas de Molina, una partida de trigo calculada en 50 fanegas para iniciar las primeras siembras, cuyos resultados favorables se obtuvieron en la cosecha de marzo del año 1795. Ya había trigo suficiente para el abastecimiento de la reducida población de colonos. La repoblación oficial de Osorno fue decretada en persona por el gobernador Ambrosio O'Higgins el 13 de enero de 1796 sobre las ruinas de la ciudad colonial del siglo XVI.
Proveer a Valdivia
"Las verdaderas minas y riquezas, recomendaba don Ambrosio, deben buscarlas y encontrarlas en la agricultura y crianza de ganados". Y esto fue lo que hicieron los habitantes osorninos. En 1797, con el aumento de la población que alcanzaba a la cifra de 830 almas y debido al mayor número de cuadras de terreno aptos para siembra, que llegaba a las 5.000, la producción de trigo fue de 325 fanegas, aumentando a 1.878 dos años más tarde.
En la "Relación Histórica" del superintendente Juan Mackenna, escrita en Osorno en abril de 1804, se entrega la siguiente información: "La colonia al principio tuvo varios contratiempos, en particular una plaga de ratones, además de otros daños que destruyeron enteramente las sementeras; estos accidentes, tan comunes y frecuentes en todo nuevo establecimiento, hicieron recelar a algunas personas pusilánimes, cuyo espíritu apocado es de la menor adversidad, que Osorno lejos de llenar los objetos que Su Majestad se había propuesto en su repoblación, jamás produciría lo suficiente para la precisa subsistencia de sus propios moradores; pero la experiencia del corto intervalo de 6 años desde que su actual superintendente se posesionó del mando de la colonia, ha manifestado cuán infundados eran esos recelos, pues en ese tiempo se ha más que duplicado el número de colonos, los que con los vecinos de los adjuntos llanos de la jurisdicción de Valdivia, se obligan abastecer a dicha plaza de cuantos víveres necesite".
Hacia fines del siglo XVIII, la colonia de Osorno abastecía por completo de productos a la plaza de Valdivia. Ahora era el nuevo granero de Chile.
En un informe sobre la defensa de Chile y que figura inserto en el Libro de Actas del Cabildo de Santiago, correspondiente al año 1810, se manifiesta que Osorno abastecía de harina, charqui, grasa, sebo y otras menestras a los habitantes valdivianos, los que ya no recibían estos productos de Valparaíso. "A los cinco o seis años de la repoblación de Osorno y llanos adyacentes, dice el informe, cesó la remesa de estos artículos remitidos de Valparaíso".
Se multiplicaron
La ganadería osornina durante la época de la repoblación (de 1796 a 1810) fue el rubro de más fácil desarrollo y el que más ventajas económicas produjo al vecindario.
El ganado vacuno traído de Chiloé y Concepción, y que sirvió de base a una crianza que se multiplicó en espacio de escasos años, cambió totalmente la fisonomía de la zona y los recursos obtenidos de ellas. Permitió iniciar diversas obras de adelanto en la misma ciudad de Osorno. No sucedió la mismo con el ganado lanar que, por la humedad y por lo sombrío del terreno entonces, demoró en aclimatarse y en reproducirse para beneficio de los colonos.
Al respecto, Juan Mackenna expresa en su "Relación Histórica" del año 1804: "El ganado lanar no ha guardado de modo alguno la misma proporción en su aumento que el vacuno, que se conceptúa proviene de la humedad y sombrío de este país, del estado que el animal montañés, llamado león, hace en este ganado, contribuyendo igualmente lo muy maltratadas que llegaron a esta colonia las ovejas remitidas de Concepción".
Hacia el año 1804, y conforme a un censo practicado por Mackenna, la colonia de Osorno ofrecía el siguiente panorama estadístico: familias radicadas: 259; total de habitantes: 1.340; total de cuadras de terreno entregados a colonos: 47.640; total cabezas de ganado vacuno: 9.604; total cabezas de ganado lanar: 5.530; total cabezas de ganado caballar: 3.069.
"Como este país, dice Mackenna, se conceptúa ser casi el mejor del reyno y la cría de ganado vacuno ha aumentado tan prodigiosamente desde la repoblación de esta ciudad, el precio de las vacas destinadas para cría ha bajado un ciento por ciento del que tenía a mi arribo a esta colonia".
Potrero del Rey
Existía al sur de Osorno el llamado "Potrero del Rey", en las pampas de Callipulli, que a principios del siglo XIX estaba compuesto de 3.300 cuadras de tierras limpias, sin grandes bosques, teniendo para sí 230 cabezas de ganado vacuno, 320 de caballar y 660 de lanar. Su destino y administración estaban a cargo de la Real Hacienda.
En 1805 se avisó a la población osornina, por medio de carteles puestos en dos sitios de mayor concurrencia, que se remataría en pública subasta el arriendo del llamado "Potrero del Rey" por el término de diez años y con un cánon anual de 500 pesos. No hubo interés y después de algunas gestiones, se adjudicó este arriendo el vecino José María Flores, pagando a beneficio del erario real la suma de 300 pesos anuales y por el término de seis años.
El 2 de enero de 1811 se remató una vez más el "Potrero del Rey", adjudicándose el arrendamiento Antonio Manríquez por un plazo de sólo cinco años y con un cánon anual de 124 pesos. Esto prueba el escaso interés en arrendar terrenos en Osorno, a consecuencia de que no había poblador, por muy modesto, en no tener a su disposición tierras y animales para la mantención de los suyos. Los más sencillos tenían arriba de 25 cuadras de terreno y los más pudientes, que a fines de 1810 eran varios, tenían más de 3.500 cuadras.
dos bovinos de raza ibérica, igual a los que formaron
el rebaño de los colonos en la repoblación de osorno.