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A 10 años de la llegada del obispo Barros a Osorno: un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica local y mundial

HITOS. El 21 de marzo del 2015 fue la ceremonia de toma de posesión del prelado, que tuvo efectos divisorios y volcó la mirada del mundo hacia Osorno, incluido al Papa Francisco.
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Verónica Salgado

Uno de los hitos más importantes que marcó la historia reciente de la Iglesia Católica a nivel mundial se gestó en Osorno. Un hecho que comenzó en enero del 2015, cuando el Papa Francisco nombró a Juan Barros Madrid como obispo de la diócesis local, lo que por un lado fue duramente cuestionado por los vínculos previos que tenía con el ex sacerdote Fernando Karadima, condenado en 2011 por la justicia vaticana por abuso de menores, mientras que otros le dieron su total apoyo por ser embestido por el sucesor de Pedro.

La división quedó de manifiesto hace exactamente 10 años atrás, el 21 de marzo de 2015, durante la ceremonia de toma de posesión de Juan Barros como obispo de Osorno, la que se realizó en medio de un caos vivido al interior de la Catedral San Mateo, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo y marcaron el inicio de un proceso de cambio eclesiástico, administrativo y pastoral de la Iglesia Católica local, nacional y mundial.

Globos blancos y negros

El domingo 21 de marzo del 2015, la ceremonia de toma de posesión que se realizaba en la Catedral San Mateo estuvo marcada por cientos de globos blancos y negros, los primeros usados por quienes daban la bienvenida a monseñor Juan Barros, que llegaba como obispo de Osorno; y los segundos por quienes se opusieron a su arribo. Esto, en medio de gritos que se entremezclaban con cánticos de alabanza, a lo que se sumaron empujones, intercambios de agresiones verbales, fieles que lloraban mientras otros gritaban, todo esto ante la incrédula mirada de la mayoría de los obispos y autoridades eclesiásticas que habían llegado a la ciudad para asistir a una fiesta que terminó de forma desastrosa.

Juan Carlos Claret, uno de los voceros del movimiento de Laicos, recuerda ese momento como clave, porque al intentar llamar a la calma, se dio cuenta de la magnitud del descontento de la comunidad.

"Por ningún motivo me imaginé el alcance que tendría el movimiento que nació en Osorno por el nombramiento de Juan Barros, quien estaba ligado a Karadima, que realizó abuso de menores por años. El movimiento de laicos nació con el propósito de visibilizar lo que las comunidades católicas de la diócesis estaban experimentando, pero durante la ceremonia del 21 de marzo me di cuenta que muchas personas tenían rabia por los abusos que habían experimentado tanto al interior de la Iglesia como fuera por otros actores, pero abusos finalmente", explicó el abogado.

Desde ese momento el movimiento comenzó a crecer de tal forma, que en distintas ciudades del país comenzaron a conocerse más casos de víctimas de abusos, lo que terminó por transformarse en lo que una década después se conoce como el escándalo de la Iglesia Católica chilena, por el encubrimiento de abusos sexuales por parte de miembros de aquella religión.

"El costo que se pagó fue muy alto por el nombramiento y arribo de Juan Barros como obispo de Osorno, donde todos perdimos algo. La comunidad local aún está quebrada y se está trabajando en eso, pero es un proceso lento. Además, debemos pensar que incluso esta oposición inicial a Juan Barros terminaron incluso llegando al mismo Papa, algo que también fue inédito e histórico", comentó Claret.

Desde el 21 de marzo del 2015 comenzó un movimiento ciudadano de fieles que, acompañados de simpatizantes de la Iglesia, vivieron jornadas de recogimiento en las parroquias, pero también de marchas pacíficas, velatones, manifestaciones silenciosas con carteles en actividades presididas por el obispo Barros, que nunca se pronunció frente a la resistencia que grupos de fieles. Por otro lado, también hubo manifestaciones de apoyo público y privado al sacerdote diocesano, que dio pie a un grupo que públicamente se transformó en la voz del ex obispo castrense y un defensor del nombramiento realizado por el Papa Francisco.

Un actor clave

Mario Vargas, vocero del movimiento laico, relató que en octubre del 2015 se generó otro hito cuando el Papa Francisco dijo que "Osorno sufre por tonta, que piensen con la cabeza y no se dejen llevar por los zurdos".

"Esa frase provocó que el movimiento dejó de ser sólo de las comunidades católicas y se transformó en algo más grande, porque todos los habitantes de Osorno se sintieron afectados y el país entero, porque el dolor no era una tontería, era una realidad y tampoco era un movimiento político, sino que era transversal. Las víctimas de Fernando Karadima no habían sido escuchadas, al igual que muchas más en Chile y el mundo, por lo que con este gesto también el Papa estaba bajando el perfil a un dolor bien grande", expresó Vargas.

Agregó que cuando todo comenzó, ninguno de los que participaron activamente se imaginaron que serían más de tres años de lucha, "fue un camino largo que dejó mucho dolor, que hasta la actualidad sigue presente en las comunidades. Ahora estamos en proceso de perdón y sanación, pero queda mucho camino que recorrer", explicó Vargas.

El Papa Francisco finalmente observó que había situaciones que resolver, lo que terminó en 2018 con la salida de una decena de obispos, incluido Juan Barros. En junio de ese mismo año llegaron a Osorno los enviados papales Charles Scicluna y Jordi Bertemeu, quienes junto a monseñor Jorge Concha pidieron de rodillas en nombre del Papa Francisco a los fieles y habitantes de Osorno por haberlos ofendido y herido profundamente.

Monseñor Jorge Concha, que fue administrador apostólico y posterior obispo de Osorno tras la salida de Juan Barros, recuerda esa instancia como un momento de profunda espiritualidad y cercanía con Jesucristo.

"Viví ese momento con profunda fe. Sólo así se lograría el objetivo de reconocer que había situaciones que causan dolor a mucha gente y que dañan a la comunidad. Se produjo una división que causó mucho dolor. Pedir perdón en nombre del Papa Francisco fue tremendamente emocionante y así lo vivieron quienes estuvieron presentes en ese momento, que fue cuando se comenzó a trabajar en la unidad de todas las comunidades. Durante meses, desde mi llegada, escuché a cientos de personas que me ayudaron a crear formas de acercamiento, porque lo que nunca perdí de vista era que los encubrimientos y abusos de todo tipo no podían seguir", dijo el ahora obispo de la diócesis de Temuco.

Monseñor Carlos Godoy, obispo de Osorno, explicó que aún quedan heridas que se arrastran desde 2015 y todo lo ocurrido en estos años, principalmente en algunos grupos de fieles de ambos lados de la moneda.

"He visitado todas las comunidades, donde me encuentro con personas alegres, entusiastas y con ganas de dar testimonio de su fe. En esos grupos aún quedan heridas, se ha ido generando una apertura al diálogo, a sentirse escuchados y eso para mí es muy valioso. Las cosas que identifico de lo ocurrido, es que la iglesia de Osorno, y en especial el movimiento de laicos, es una iglesia viva y que siempre pidieron dialogar, porque lo que había era un rechazo al encubrimiento, malas prácticas y abusos de la Iglesia. Una posición que es la misma de la Iglesia actualmente. Se generaron cambios y así se deberá continuar, porque aún queda un largo camino", manifestó el actual obispo de Osorno, Carlos Godoy Labraña.