Acciones contra el ciberacoso
Cada 14 de marzo se invita a reflexionar sobre este tipo de violencia digital.
El viernes se conmemoró en Chile el Día Nacional contra el Ciberacoso. Se trata de una fecha instaurada por el Ministerio de Educación en 2019, con el objetivo de invitar a las comunidades escolares a reconocer, prevenir y establecer protocolos de actuación frente a este tipo de agresiones que se realizan a través de medios digitales y pueden provocar graves daños en niños y adolescentes.
Este tipo de bullying se configura de variadas maneras. Se establece como "intimidación sicológica, hostigamiento o acoso y humillación que se produce entre pares a través de un medio digital y generalmente, desde el anonimato", según definen desde el Mineduc. Tiene diversas características, pero regularmente se verifica que es sostenida y regular en el tiempo; incluye videos, comentarios y mensajes despectivos y agresivos; difusión de imágenes privadas; como también exclusión de grupos en los cuales participa un curso, generando aislamiento de la víctima.
Debido el alto acceso a medios tecnológicos, este tipo de violencia resulta frecuente en la actualidad. En Chile existen normativas legales que la sancionan, estableciendo incluso cargos contra padres, madres y tutores, en caso de agresores menores de 14 años. Sin embargo, se ha visto que eso no basta. También es necesario enseñar reglas de convivencia en esos espacios virtuales y formar en "ciudadanía digital"; es decir, responsabilidad cívica que se aprende desde la infancia y se aplica tanto en la vida presencial y cotidiana, como en entornos online.
A nivel nacional y regional los casos han crecido preocupantemente en los últimos años de la educación básica y tiene como principales afectadas a las niñas ( 72% de los casos, aproximadamente), de modo que también es preciso abordar el tema con mirada de género y a temprana edad.
A esos objetivos, precisamente, apunta esta fecha y por ello invita a la realización de actividades especiales, talleres de difusión y reforzamiento de una buena convivencia escolar, más allá de los protocolos obligatorios, avanzando hacia una prevención conjunta y la generación de ambientes libres de violencia.
Desde el hogar y la comunidad también se puede y debe contribuir, recordando que el comportamiento de los adultos se transforma en modelo para las nuevas generaciones.