Frase
"En el lugar se encontró una vainilla que corresponde a un proyectil de un arma de fogueo".
Diego Gajardo, comisario de la Primera Comisaría,
por procedimiento tras disparos.
"En el lugar se encontró una vainilla que corresponde a un proyectil de un arma de fogueo".
Diego Gajardo, comisario de la Primera Comisaría,
por procedimiento tras disparos.
Una demanda ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) presentó Fedeleche en contra de las industrias Watt's, Nestlé y Soprole que manejan el 56% del mercado lácteo. El presidente del gremio, Horacio Carrasco, explicó que esta medida se debe a una sensación de injusticia percibida por los productores y que busca transparentar los procesos de libre competencia.
Con un moderno y funcional carrobomba cuenta el Cuerpo de Bomberos de Entre Lagos, en Puyehue, el que fue recibido con vitores por los habitantes de esta ciudad, La máquina es marca Camiva Renault Eurofire, modelo Albertville año 2004, y tiene una capacidad para transportar 4 mil litros de agua; 11 voluntarios en su habitáculo. Viene equipado con mangueras de 38 y 70 milímetros.
En septiembre próximo, la municipalidad iniciará una serie de obras, entre ellas el gimnasio de la Villa Olímpica de Pilauco, que se reanuda luego de una paralización forzosa ante anomalías presentadas en su estructura. Se espera que en el curso de la primera quincena del mes próximo se comience a completar la tercera etapa del proyecto, con una inversión de $30 millones.
Es curioso, por decir lo menos, que, a poco de cumplirse cinco años, Chile se encontraba en una situación caótica, con incendios y batallas campales en las plazas, debido a que el modelo neoliberal estaba asfixiando a la población. Va quedando en el pasado la idea de que el fósforo inicial de la revuelta fue el alza de $30 en la tarifa del metro en Santiago.
Así fue: la crítica social enarbolada por activistas de izquierda logró movilizar a anarcas, lumpen, crimen organizado, idealistas e ilusos, quienes, en una caravana interminable, se dirigieron a la Alameda. Unos con su plan secreto en marcha y otros con coches y niños, sumándose al paseo del viernes 25 de octubre de 2019.
Sin riesgo a equivocarme, algunos participaron con la convicción de querer cambiar el modelo por algo mejor, sin darse cuenta de que fueron manipulados desde un principio. Lo que en realidad muchos de ellos deseaban era trabajar menos y ganar más, o que el mundo dejara de contaminar, pero sin renunciar a tener un 4x4 en la puerta. También había quienes pedían mejores pensiones y mejor salud; educación gratuita y de calidad.
En el fondo, todos tenían un motivo, pero lamentablemente no hay atajos para lograrlo, y en un país pobre, muchas de estas demandas pueden ser solo sueños si no se trabaja por ellos. Lo que sí se logró fue un cambio en la agenda de aquel gobierno, que, en lugar de invertir en infraestructura, tuvo que destinar recursos a mejores cascos para la policía y más equipamiento para los bomberos.
En fin, el pasado está pisado, y hoy tenemos a quienes exigían los cambios con voz en cuello, ahora con la guitarra en la mano. Han pasado dos años y medio, y la educación ha empeorado; no hay acuerdo para mejorar las pensiones, más allá de lo heredado del gobierno anterior, y la salud está peor, a punto de colapsar con los nuevos usuarios, tanto nacionales como extranjeros. Con todo, el futuro es incierto y con pocas alternativas reales de mejora, ya que hemos comprobado que nada es gratis, y lo que es gratis para unos, otros lo tienen que pagar.
Y la pregunta entonces es: ¿dónde están los que protestaron por el alza de los $30 pesos del metro y no salieron a la calle por el alza de $30.000 en la luz? ¿Por qué nadie se manifiesta porque se les aleja el sueño de tener una casa propia, o por el aumento del desempleo, que creció un 4%, o porque la inflación pulverizó los sueldos? ¿O aquellos que calificaron al país como el más desigual del mundo y hoy ven cómo la brecha ha vuelto a crecer?
El silencio preocupa y enciende las alarmas. Esperamos que no sea solo un entretiempo y que, luego de una bebida isotónica, vuelvan a exigir al próximo gobierno lo que es imposible cumplir con una economía que se arrastra y no repunta desde hace cinco años.
En un mundo donde el comunicar se ha transformado casi tan o más importante que el hacer propiamente tal, resulta de vital importancia el rol del periodismo, en el sentido de acercar los sucesos, los fenómenos y los procesos a las audiencias que demandan información y no únicamente datos que parecen no tener un hilo conductor. En una verdadera avalancha de antecedentes aislados, en días en que este boom es propiciado por las redes sociales, donde los usuarios se enfrentan por hacer prevalecer su manera de ver el mundo.
Es deber de los medios de comunicación buscar con insistencia la voz de los protagonistas y romper el "silenzio stampa". Y con mayor razón cuando estos actores ejercen liderazgos políticos relevantes, cuando representan a miles de electores que confiaron el destino de un territorio sobre sus hombros, en su capacidad de discernir entre lo principal y lo accesorio, de formar equipos capaces para resolver tareas de las más variadas índoles, escuchar los problemas que atañen a mayorías y minorías que merecen la actuación eficaz de la autoridad y hacer todo lo posible, en el marco de la legalidad, para cumplir con la hoja de ruta trazada y prometida en tiempos de campaña y búsqueda de sufragios.
En una democracia, los ciudadanos tienen el derecho de estar informados sobre las acciones y decisiones de sus representantes. Cuando los políticos optan por el silencio, puede generar desconfianza y alimentar la percepción de que hay algo que ocultar. El equilibrio entre la necesidad de comunicación y la prudencia en el discurso es delicado. Los políticos deben ser conscientes de que su silencio puede ser tan elocuente como sus palabras, y que la falta de información puede tener un impacto significativo en la opinión pública y en la confianza en las instituciones. "Silenzio stampa", de origen italiano, se usa cuando después de que pasó algo relevante las personas interesadas e involucradas en el hecho no exponen su opinión, abriendo no sólo el abanico para toda clase de elucubraciones, sino que priva a la ciudadanía de la voz y las respuestas de quienes tienen la obligación de dar cuenta de sus actos.