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Agencia Internacional de Energía: américa Latina puede cubrir toda su demanda energética para 2030 con renovables

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La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que Latinoamérica podría cubrir toda su demanda adicional de energía de aquí a 2030 con renovables, lo que además de contribuir a los objetivos climáticos internacionales le daría un gran margen para aumentar sus exportaciones.

En su primer informe dedicado específicamente a la región, la AIE advierte, sin embargo, que con las políticas actuales los combustibles fósiles seguirán cubriendo una amplia parte de la demanda de energía, de forma que las cosas deben cambiar.

"América Latina y el Caribe pueden desempeñar un papel destacado en la nueva economía energética mundial" subraya su director ejecutivo Fatih Birol, que insiste en que con sus "increíbles recursos naturales" y el peso que tienen las energías renovables, los países de la región cuentan con ventaja en las transiciones seguras y sostenibles hacia la energía limpia".

Apoyarse en esas cartas "impulsaría el crecimiento de las economías locales y daría mayor seguridad al sistema energético mundial", añade Birol, que cree que "políticas de apoyo y la cooperación internacional son esenciales para garantizar que la región pueda aprovechar al máximo su notable potencial energético".

Sin cambios en las políticas, el peso de los combustibles fósiles en el consumo energético de Latinoamérica disminuirá muy lentamente, del 67% actualmente al 63% en 2030 y al 54% en 2050. En paralelo las renovables subirían del 28% en 2022 al 40% en 2050.

Pero las cosas serían muy distintas si se aplicaran los compromisos que han hecho los países de la región con la transición energética, y que en el caso de 16 de ellos implica un nivel de cero emisiones netas de CO2 para mediados de siglo.

Más petróleo a exportar

En ese caso, el peak de demanda para cada uno de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) se alcanzaría de aquí a 2030 y para 2050 se reduciría en más de la mitad el consumo de petróleo.

Una de las consecuencias, teniendo en cuenta que Latinoamérica y el Caribe produjeron unos ocho millones de barriles diarios de crudo en 2022, es que para 2030 la región podría exportar dos millones de barriles diarios más que ahora.

Eso supondría más ingresos para la región (en particular para Brasil y Guayana, que se prevé que extraigan cada uno un millón de barriles diarios más), pero también más seguridad y flexibilidad para el sistema energético mundial al diversificarse las fuentes de aprovisionamiento, según la AIE.

Los autores del estudio subrayan que una de las grandes cartas de la región es el sistema eléctrico en el que las renovables ya generan actualmente el 60% de la corriente, el doble de la media mundial, gracias sobre todo a las centrales hidroeléctricas.

Aunque la hidroelectricidad tiene un potencial de crecimiento limitado, ofrecerá una flexibilidad muy útil conforme aumente el peso de la eólica y la solar fotovoltaica, que incluso con la dinámica política actual va a duplicar para 2030 su peso relativo respecto al 11% actual y llegar al 40% en 2050.

Mucha más electricidad

Si los países latinoamericanos cumplieran con los compromisos climáticos que han asumido, la transición sería mucho más rápida y las renovables no sólo acapararían ya en 2030 más del 70% de la generación de electricidad y más del 90% en 2050, sino que la electricidad asumiría muchos nuevos usos energéticos en detrimento de los combustibles fósiles.

En específico, la demanda de electricidad en volumen progresaría un 180% de aquí a 2050, en lugar del 80% con las políticas actuales, para la producción de hidrógeno, para la alimentación de los edificios (por ejemplo en aire acondicionado), para el transporte, con 16 millones de vehículos eléctricos en 2030 o la industria.

La AIE señala que Latinoamérica también puede desempeñar un papel crucial en la transición energética global como proveedor de minerales estratégicos como el cobre, el litio, el níquel, el cinc el grafito o la bauxita, que ya le reportaron unos 100.000 millones de dólares en 2022, casi el 30% del mercado mundial.

Meteorología

ONU prevé que el Niño siga hasta abril y teme que 2024 sea aún más caluroso que 2023

INFORME. Para el hemisferio sur se espera que las precipitaciones desciendan hasta debajo del promedio, advierte la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
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Agencias

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) anticipó que el actual fenómeno climático de El Niño, que suele ir ligado a una subida de las temperaturas, continúe al menos hasta abril de 2024 y que por tanto el próximo año sea aún más cálido que 2023, ya encaminado a batir los récords de calor.

En su actualización periódica sobre el fenómeno, la organización con sede en Ginebra adelanta que El Niño, que suele durar entre nueve y 12 meses y comenzó a mediados de 2023, "contribuirá a un aumento aún mayor a las temperaturas tanto en la superficie terrestre como en los océanos".

El Niño, un fenómeno que se produce de forma periódica pero irregular (con intervalos de entre dos y siete años), "impacta en la temperatura global especialmente al año siguiente al de su desarrollo, en este caso en 2024", señaló en el informe el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

"Como resultado de temperaturas récord en la superficie y los océanos desde junio, 2023 va en camino de ser el año más cálido del que se tiene registro, pero el próximo será aún más cálido", advirtió el experto finlandés.

Taalas recordó que esto no sólo se debe a la influencia de El Niño, sino también al calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad humana.

Más desastres en 2024

"Fenómenos extremos tales como olas de calor, sequías, incendios, lluvias torrenciales e inundaciones aumentarán en algunas regiones, causando grandes impactos", predijo Taalas, quien pidió ante ello continuar implementando el programa de la OMM para universalizar los sistemas de alerta temprana ante estos desastres climáticos.

Según la OMM, este año El Niño se desarrolló rápidamente entre julio y agosto, alcanzó una fuerza moderada en septiembre y se espera que alcance su peak de fuerza entre noviembre y enero, con un 90% de posibilidades de que persista durante todo el verano austral.

Después, se espera que disminuya en potencia en la primavera del hemisferio norte, señala la OMM utilizando datos de previsiones meteorológicas y expertos de todo el mundo.

El fenómeno de El Niño se inicia con un aumento de las temperaturas del océano Pacífico en sus zonas central y oriental, y su opuesto es La Niña, asociado a una bajada de temperaturas global y que durante su pasado periodo de influencia tuvo una duración excepcionalmente larga de tres años (2020-2022).

A falta de que se confirme 2023 como el año más cálido del que se tienen datos, por ahora el que ostenta ese récord es 2016, que también estuvo influido por El Niño, exacerbado por el cambio climático.

Desde mayo, cuando la temperatura media de las aguas del Pacífico comenzó a subir (medio grado en comparación con la media entre 1991 y 2020) se han alcanzado ya elevaciones promedio de 1,5 grados en septiembre.

Geográficamente, los expertos consultados por la OMM esperan que las temperaturas aumenten con El Niño en casi toda la superficie terrestre, pero con mayores probabilidades al sur del paralelo 40 norte (línea imaginaria que atravesaría España por su parte central).

Más Calor en Polo Norte

También es especialmente probable un aumento de las temperaturas al norte del paralelo 65 septentrional, ya próximo al Círculo Polar Ártico, y en gran parte del hemisferio sur, subraya la OMM.

El impacto de El Niño en las precipitaciones varía según la región, y así el informe predice lluvias superiores a la media en zonas como el Cuerno de África, las cuencas del Paraná y el Río de la Plata en Sudamérica, y partes de Norteamérica, Asia central y oriental.

Por el contrario, se podrían esperar precipitaciones inferiores a la media en buena parte de Sudamérica, o en el Pacífico sur (incluyendo Australia, Indonesia y Filipinas).