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El Molino Grob: una antigua industria ligada a la esencia de los unioninos

La firma, creada en 1865, ha sido parte del motor económico de la zona. Estuvo dirigida durante décadas por la familia fundadora, que lo vendió a Carozzi en 1997. Pero en 2011 retornó a manos sureñas: Molinos Kunstmann.
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El Molino Grob representa una de las industrias más antiguas de la ciudad de La Unión y desde hace décadas ha tenido una fuerte relación con la comunidad de la capital del Ranco. Su tradición se remonta a 1865. La familia Grob inició la industria molinera y la mantuvo por cuatro generaciones: Grob-Fritz, Grob-Westermeier; Grob-Werner; y Grob-Fuchs.

En 1911, Teófilo Grob Fritz instaló un molino de trigo a cilindros, que en ese tiempo era el más grande del país. Como en esos años no existían camiones para trasladar productos del agro hacia los centros industriales, se recurrió al uso masivo de vehículos de tracción animal.

La totalidad de trigo llegaba desde los campos a sus bodegas mediante carretas tiradas por bueyes, vehículos primitivos de un eje y dos ruedas de madera, con capacidad de hasta 10 sacos de ochenta kilos cada uno. Miles de carretas se dirigían hacia el molino desde todos los puntos cardinales, especialmente en febrero, siendo necesario instalar bebederos especiales para bueyes.

Cuentan los vecinos más antiguos que en las calles de La Unión, desde muy temprano, "se escuchaba una sinfonía de chillidos" producidos por los ejes de madera sin lubricación. Sólo Pedro Duhalde arrendaba alrededor de 200 carretas para el transporte de su trigo. En aquel entonces, las calles de La Unión eran de tierra, por lo que el paso de las carretas levantaba nubes de polvo.

El molino necesitaba más o menos 200.000 quintales métricos de trigo para el año. La mitad llegaba por el ferrocarril y el resto por carretas, o sea, 12.000 "carretadas".

La Sociedad Industrial Teófilo Grob S.A. prestó siempre su apoyo a toda iniciativa de bien público; dio trabajo a generaciones de empleados y obreros, fue el principal impulsor de la creación de industrias, como la Sociedad Lino, Lácteos Unión (hoy Colun), lansa, etcétera. Miembros de la familia fueron diputados, alcaldes, regidores e integrantes del Centro para el Progreso de La Unión.

La sirena

Todas las mañanas, a las 7 horas, se escucha en la ciudad de La Unión el ulular de la sirena del Molino. Este tradicional toque tiene una larga historia. Los señores Grob construyeron el moderno complejo industrial, siendo éste el más grande de Chile en aquella época. En ese entonces, sólo se conocía el reloj de bolsillo, que era de uso exclusivo de los caballeros.

El empleado u obrero no tenía hora, de modo que, para que los trabajadores fueran a su trabajo de forma regular, las fábricas los llamaban mediante largos pitazos a las 5 horas para el turno que entraba a las 6 horas; a las 6 horas para el de las 7 horas; y a las 7 para el turno de las 8 horas.

En Valdivia, por ejemplo, las fábricas instaladas en la Isla Teja comenzaban con este concierto a las 5 horas y así sucesivamente. Cada fábrica con otra tonalidad. Los trabajadores reconocían su pito. Teófilo Grob Fritz empleó el mismo sistema en su molino para "despertar" a sus trabajadores. Como el molino era totalmente electrificado, y no se usaba vapor, se optó por una sirena de incendios que estuvo vigente hasta hace unos años.

La sirena del molino es idéntica en sonido con la del Cuerpo de Bomberos de La Unión y esto ha ocasionado más de algún hecho anecdótico. El vecino Humberto Moretti Rengifo, comandante del Cuerpo de Bomberos de ese entonces, solicitó apoyo del molino para la sirena del cuerpo, por cuanto ésta estaba en el suelo por arreglos de la torre. Por lo tanto, el encargado de la sirena del molino recibió el mismo día órdenes de tocar el aparato en cuanto escuchase la del Cuerpo. Humberto Moretti iba a avisar a las distintas Compañías al día siguiente, pero como por coincidencia, esa misma noche hubo un siniestro en la calle Ramírez sur y todas las Compañías se dirigieron rápidamente hacia el Molino Grob. Desesperadamente don Humberto persiguió con su camioneta a los carrobombas para ordenarles el cambio de destino.

En los años 1950-1952 residió en La Unión la familia Paulmann. Los hijos Horst y Jürgen habían ingresado como voluntarios a la Primera Compañía de Bomberos. En un día de invierno, y en total oscuridad, sintieron una sirena e impetuosamente corrieron al Cuartel de calle Esmeralda sur. No era un incendio, sino la sirena del Molino a las 7 horas. Son los mismos Paulmann que con el tiempo se convirtieron en grandes empresarios del país, dueños de importantes grupos empresariales.

Harina en cajones

Entre los años 1929 y 1933, el mundo se vio envuelto en una gran recesión económica por la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York, en Estados Unidos. Al mismo tiempo, la situación económica y política en Chile era catastrófica, basta mencionar que sólo en el año 1932 Chile tuvo tres Presidentes de la República mediante golpes de Estado.

Por falta de divisas (dólares), las importaciones en Chile se vieron seriamente reducidas. Como ejemplo puede mencionarse el algodón para confeccionar los envoltorios, que afectó directamente a la industria molinera. Fue así que el Molino Grob de La Unión se vio en la necesidad de envasar la harina en cajones de madera, para ello instaló un aserradero dedicado a la confección de tablillas machihembradas, necesarias para envasar 46, 23 y 11,5 kilos de harina.

El gerente técnico, Ernesto Grob Westermeier, confeccionó los respectivos planos de los cajones, puesto que requerían de un minucioso ensamblaje para evitar pérdidas de harina en su transporte. Contaban las personas que trabajaban en el Molino en esa época, que el martilleo era ensordecedor.

Sin embargo, a pesar de la perfección en la construcción de los cajones, cada vez que se trasladaban de bodega o a los carros de ferrocarril, se levantaba una nube de polvo blanco.

El molino producía diariamente 1.500 quintales de harina, que se despachaban a todo el país.

Venta del molino

La industria molinera se vio afectada en los años '70 por la instalación de molinos en las ciudades de Arica, Antofagasta, Coquimbo y Punta Arenas, zonas que siempre fueron atendidas por ellos. Por falta de mercado externo, éstos iniciaron una competencia feroz en su reducida área, debiendo paralizar varios molinos definitivamente, como fue el caso del molino Hoppe y el molino Zarges de La Unión. Al problema se agregó el hecho que los agricultores ya no sembraban trigo como antes, debiendo los molinos recurrir a trigos importados y de la Región de La Araucanía, con el consiguiente aumento de costo.

Fue así como la familia Grob vendió el molino a la firma Carozzi en 1997, aunque pusieron una condición: que el molino de La Unión no sea paralizado, lo que fue aceptado por los adquirentes.

En 2011, la empresa valdiviana Molinos Kunstmann -también fundada en el siglo XIX y con larga tradición en el rubro- compró el Molino Grob de La Unión a Carozzi. La empresa del Calle Calle ha llevado a cabo un plan de modernización de la industria unionina, aunque siempre bajo el nombre de Molino Grob, sinónimo de calidad y prestigio.

en la imagen aparece el segundo molino grob, en 1880. durante décadas el trigo llegó en carretas tiradas por bueyes.

el tercer molino grob de la unión, construido en 1911.