Con frecuencia decimos que ser profesor o profesora es tener vocación. Pero pocas veces reparamos en qué consiste el sentido de esa vocación. En Chile, el 70% son mujeres y un número similar proviene de los tres quintiles socioeconómicos más bajos. Esos mismos docentes declaran que su motivación principal para ser profesores es el altruismo, y que quieren ayudar a otros a prosperar en sus vidas. Es ahí, justo en esa breve declaración que aparece el sentido vocacional de la profesión docente, algo que cuesta visualizar porque no es un atributo propio de las profesiones.

De acuerdo a Eliseo Lara, director de Pedagogía en Educación Media de la Universidad Andrés Bello, el altruismo en una sociedad individualista como la nuestra, pocas veces es valorado, pero sí muchas exigido. Y eso es también lo que pasa con la valoración docente. Se pide y espera más de lo que como sociedad estamos dispuestos a entregar.

El bienestar docente es, según la Unesco un elemento central del desarrollo profesional, pero pocas políticas se construyen en dicha dirección, es más, en organismos internacionales como la OCDE ni siquiera se considera a la hora de definir la profesión docente.

Eso nos muestra que tanto lo institucional como lo sociocultural exigen a la persona que ejerce la docencia estándares que pocas veces se entregan en su formación. Si a esto agregamos los datos iniciales, resulta ser más valorable aún el desarrollo que alcanzan nuestros y nuestras profesoras. Dice Gabriela Mistral que los docentes nacen para ser los jefes naturales de todas las patrias, y como toda jefatura, lamentablemente, tiende hacia el trabajo sacrificado, personal y solitario. Ese es el desafío.

Con mucha alegría, el pasado 21 de octubre celebramos los 57 años de Inacap, en momentos en que recientemente acreditamos nuestro Instituto Profesional por siete años con nivel de excelencia, el máximo que puede otorgar por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) bajo los nuevos criterios y estándares de evaluación.

Son cinco décadas de prestigiosa historia institucional, que nace para entregar competencias laborales a los trabajadores del país como respuesta a la demanda del sector productivo de la época, permitiéndose así la creación de un sistema de capacitación profesionalizado. En la actualidad, nuestra gestión nos ha permitido posicionarnos como la primera institución del Subsistema Técnico Profesional en la Educación Superior, lo que nos llena de orgullo y nos insta a seguir trabajando con el mismo compromiso adoptado con nuestros estudiantes y sus familias, entregándoles las herramientas para que forjen un futuro de mayores oportunidades.

De igual forma, estamos comprometidos con quienes conforman Inacap, sus administrativos y docentes, valoramos el espacio que compartimos diariamente. Un sólido Modelo de Gestión del Desempeño y Talento, el fomento de formas de trabajo y relacionamiento, y un foco en la diversidad e inclusión, son ejemplos de cómo en Inacap reconocemos la importancia de construir equipos fuertes y saludables que aporten al propósito de la Institución con foco en el estudiante. Somos una institución de personas que forma a personas.

Nos sobran motivos estar felices y relevar el importante rol que Inacap ha cumplido en la historia de Chile y también en la formación técnico profesional, con un sello que nos distingue: el servicio de calidad hacia nuestros estudiantes, con gran cariño.

Existen muchas historias de vida que se han forjado en nuestros talleres y salas de clases, con significativos ejemplos de superación. Al interior de nuestros espacios la educación no es simplemente un proceso intelectual, es un catalizador de transformación personal.

Como la institución de Educación Superior más grande y de mayor alcance en el país, seguiremos siendo protagonistas de las trasformaciones sociales, ratificando nuestro compromiso con Chile, con nuestra región y con Osorno, en el desafío de formar los técnicos y profesionales que impactan positivamente en los sectores productivos y de servicios.