Correo
Elecciones en Argentina
En la recta final de las elecciones presidenciales en Argentina, todas las encuestas pronostican que Milei y Massa debieran pasar a segunda vuelta, sensación que se refuerza con los dichos de Macri sobre el eventual apoyo a las reformas "razonables" de Milei. Este escenario debiera hacernos reflexionar sobre dos cuestiones que podrían extrapolarse a la política chilena.
La primera se refiere al desprestigio de la política, los partidos y los políticos, que, sumado a una crisis económica y de seguridad, son el caldo de cultivo para el surgimiento de candidatos populistas, como Milei, donde un 71,3% valora "Un liderazgo firme y capaz de imponer sus ideas" (encuesta de CB consultora), es decir, la antítesis de la política entendida como un equilibrio de fuerzas, a través de la negociación y los acuerdos.
En segundo lugar, en escenarios de crisis graves cobran especial relevancia los atributos propios de los candidatos, ya que estos no tienen el ropaje de los partidos y los proyectos políticos de largo plazo, por lo que la lucha política queda muy librada al discurso oportunista, que buscan desencantados a los que no les importe el eventual quiebre del sistema institucional, como el es caso de Milei. Por otro lado, tenemos una candidata como Bullrich, que no convence, no convoca, que no es clara en sus planteamientos, aunque estos sean objetivamente más coherentes. Eric Latorre, Universidad Autónoma
Ley de usurpaciones
La solución al dolor de uno no puede ser la violencia arbitraria hacia un inocente. A su vez, no podemos reducir el daño a la violencia física infligida de un individuo contra otro.
Sin duda, cualquier aproximación que trate de plasmar, en estas breves líneas, al dolor que implica encontrarse desprotegido o vulnerable parecerá banal. Cuando se toca el tema de la Ley de Usurpaciones, no siempre se tiene en cuenta la importancia de esta dimensión humana: el dolor. Al menos no pareciera que fuera así, ya que, si uno realmente empatiza con los individuos involucrados, la actitud ante este dolor ha de ser de solemnidad y no de declaraciones impulsivas que posteriormente se justifiquen con "se me salió nomás".
No obstante, quiero ser enfática y consecuente al recalcar que más allá de las soluciones que de facto se abren paso en nuestra sociedad, no podemos ceder ante una solución como aquella.
Menos aún puede ceder a esto una autoridad de gobierno. Quien, como establece su cargo, debe representar a la totalidad del país y por tanto no puede exponer opiniones con base en juicios personales. Porque justamente su rol le exige lo contrario, una parcialidad hacia el bien, en pro de garantizar la igualdad ante la ley, para evitar discriminaciones arbitrarias que favorezcan a unos en detrimento de otros. El dolor de uno no puede justificar la violencia como medio, que inevitablemente genera dolor en un inocente.Aurora Zapata Salazar
Debate sobre el agua
Para Chile, el mayor impacto del cambio climático no es la emisión de los GEI, del cual generamos solo el 0,25% del planeta y además nos comprometimos internacionalmente a ser un país carbono neutral en 2050. Esta decisión ha permitido la asignación de recursos, modificaciones normativas y de gobernanza. Pero sabemos que el impacto más crítico es la prolongada falta de agua.
En el débil debate político sobre el agua, existen distintas visiones que no son parte de un tejido político donde la autoridad esté diseñando una estrategia hídrica compartida, razón por lo cual no avanzamos.
No hemos logrado destrabar el inmovilismo y seguimos con la desconfianza mutua entre los usuarios, el Estado y la comunidad, lo que impide buscar acuerdos para enfrentar los nuevos escenarios y nos tiene entrampados entre lo público, que solo reacciona frente a la contingencia de corto plazo, como los anuncios del Presidente Boric de apoyar una planta desaladora, profundizar pozos o construir embalses en los ríos Aconcagua o el Maule. Estas medidas no son suficientes.
Los privados se sienten amenazados, pero tampoco hacen propuestas. Necesitamos un liderazgo político que devuelva la confianza para construir políticas públicas sostenibles y de consenso o al menos una hoja de ruta compartida para las próximas décadas.
En el caso de las emisiones de carbono, la estrategia del Estado fue reemplazar los combustibles fósiles por sustitutos "verdes" y las energías renovables no convencionales (ERNC), que el país ha desarrollado con una clara decisión política, logrando un liderazgo internacional, producto que el sector energético está bien estructurado en lo institucional y normativo, creando un mercado competitivo.
Para llegar a este punto en energía, se dieron al menos tres elementos: un sólido liderazgo político del Estado (Máximo Pacheco), con respaldo técnico y apoyo presidencial; los actores del sector se sentaron tempranamente con la autoridad y llegaron a importantes acuerdos estratégicos, que permitieron dictar normas y abrir un mercado competitivo que bajó los precios de la energía e incentivó la inversión; y fue posible construir una institucionalidad del ministerio de Energía.
A diferencia de la energía eléctrica, el agua es un bien nacional de uso público, que no cuenta con sustitutos relevantes y es cada día más escaso. Cualquier alternativa como carreteras hídricas, desalación, reutilizamiento de aguas tratadas, embalses o soluciones basadas en la naturaleza, no cuentan con regulaciones sólidas, incentivos o definiciones técnicas de parte de la autoridad, tienen mercados imperfectos, no necesariamente son rentables económicamente y varias de ellas incrementan las tarifas y costos.
La complejidad de esta crisis nos obliga a innovar, pero la existencia de una desconfianza política instalada hace tiempo como parte de un contexto del país, es una amenaza.
Gabriel Caldes, consultor en recursos hídricos