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Columna

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El proceso constitucional que se está llevando a cabo ha experimentado avances significativos en relación con la conservación de la naturaleza y el medio ambiente. Es importante destacar que estos avances van en la misma dirección de los desafíos y necesidades que nos presenta la triple crisis ambiental que estaremos enfrentado por las próximas décadas. En la mayoría de los casos, incluso los artículos que han sido aprobados de manera unánime por el Consejo, han pasado relativamente desapercibidos en los medios de comunicación y la opinión pública.

Uno de los avances más notables es la inclusión del cuidado medioambiental en el primer capítulo de los fundamentos del orden constitucional, otorgando así al medio ambiente la máxima importancia en términos constitucionales. En el artículo 11 del texto aprobado por el Consejo Constitucional se establece como deber del Estado "la protección del medioambiente, velando por el cuidado y conservación de la naturaleza, su biodiversidad y promoviendo la sustentabilidad y el desarrollo". Este concepto se incorporó desde el inicio del proceso, a través de la base institucional número 12, y fue mejorado por la Comisión Experta, siendo nuevamente perfeccionado por el Consejo, que lo aprobó por unanimidad hace algunas semanas.

En los próximos años, enfrentaremos una triple crisis ambiental provocada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, lo que requerirá un marco legal y políticas públicas que permitan a nuestro país afrontar estos desafíos de manera efectiva, minimizando su impacto en el bienestar de la población. La introducción de los conceptos de cuidado y conservación de la naturaleza y su biodiversidad en la Constitución chilena es un paso importante que debería permitir al gobierno, los legisladores, el poder judicial y los ciudadanos avanzar en la protección y recuperación de nuestros ecosistemas, sin que la Constitución sea un obstáculo para su conservación.

Otro aspecto relevante por destacar es que, por primera vez, la propuesta incluye la protección ambiental como un deber y una responsabilidad de los ciudadanos, no simplemente como una obligación del Estado. Entre estos deberes se encuentra prevenir la generación de daño ambiental, considerando a las generaciones futuras. Es más, se plantea que los ciudadanos serán responsables de los daños que causen y deberán contribuir a su reparación según lo establezca la ley.

Finalmente, la propuesta consagra el derecho de las personas a vivir en un medio ambiente libre de contaminación que permita la sustentabilidad y el desarrollo, acotando sabiamente el objetivo de reducir la contaminación a través de los principios de sustentabilidad, tanto ambiental, social como económica, buscando el desarrollo en un sentido amplio para las personas y no limitándolo únicamente al ámbito económico.

En lo que respecta a la naturaleza, biodiversidad y medio ambiente, la propuesta que actualmente está siendo sujeta a observaciones de comisionados expertos , contiene conceptos y principios innovadores, que permitirán al Estado y a los ciudadanos enfrentar los desafíos futuros de la triple crisis ambiental, avanzando bajo un marco de sustentabilidad. Al igual que en la constitución de 1980 que incluyó el derecho de vivir en un ambiente libre de contaminación, esta propuesta presenta artículos audaces en el ámbito ambiental, como la conservación de la biodiversidad y la responsabilidad de los ciudadanos en la protección de la naturaleza dentro del marco de la sustentabilidad y el desarrollo.

La naturaleza y el medio ambiente en la propuesta constitucional

(viene de la página anterior)

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ligro que ello significaría, a la larga, para sus vecinos desarrollados. Para ese efecto, en 1998 creó el Centro Peres para la Paz, a cuyo acto inaugural concurrieron altas personalidades mundiales, entre ellos Mijail Gorbachov, otro estadista incomprendido. A la sazón Netanyahu era el Primer Ministro, con una política contraria a Oslo y, comparativamente, con una precaria capacidad de convocatoria internacional.

-¿Por qué Netanyahu no valoraba los acuerdos?

-En lo principal, porque la intransigencia de su ideología le era rentable. De hecho, le permitió ganar las elecciones que entonces lo enfrentaron a Shimon. Fue un duelo entre un político profético y conceptual y uno nacionalista y polarizante, cuya chapa militante era "Rey Bibi". Recuerdo un discurso suyo durante el cual hizo corear a sus seguidores que los partidarios de Peres no eran valientes. "Tienen miedo", fue el estribillo. Paradójicamente, esa retórica se fundaba en el potencial militar construido por Shimon. Bibi parecía creer que Israel vencería siempre y que los israelíes sólo debían confiar en la seguridad de la fuerza. Con ello normalizaba el binomio terrorismo/represalia aplastante y subestimaba cualquier déficit de soft power israelí. En otras palabras, sobrepasaba los límites del trinomio Paz/Derecho Internacional/Seguridad mutua.

-¿Lo entendía así Shimon?

-Lo reconoció de un modo sutil cuando le pregunté en directo por su relación con Netanyahu en el plano internacional. Su respuesta en clave fue: "Con Sharon se puede conversar". Es decir, mencionó como mejor interlocutor al general israelí más "duro" e internacionalmente más controvertido de entonces. También lo reconoció de manera más directa en su brindis de cumpleaños, en el comedor de mi casa, ante el GRULA (embajadores de América Latina). Dijo que el Primer Ministro Netanyahu estaba culminando su etapa de dudas, pues ahora se encontraba ante hechos que lo obligaban a actuar. Estos eran -cito mis apuntes- "el cumplimiento del plazo límite de los Acuerdos de Oslo, con la eventual declaración unilateral de un Estado palestino, y la inminencia de elecciones anticipadas para las cuales debiera tomar decisiones que limpien la imagen de inacción de su gobierno".

-Se dice que entonces Israel apoyó a Hamás buscando debilitar la autoridad de Arafat. ¿Cuánto de cierto hay en eso?

-Por un lado, era un rumor propio de los clivajes intraisraelíes, intrapalestinos e intraárabes. Por otro lado, obedecía a la relación sinérgica entre los atentados terroristas en Israel y la represalia dura e inmediata de Tzahal (Fuerzas de Defensa de Israel). Cada vez que los negociadores de Oslo daban un paso adelante, un atentado los hacía retroceder dos. Aquello facilitó que Shimon fuera derrotado por Bibi y que Arafat fuera desautorizado por los terroristas de Hamás.

-Hoy gobierna Netanyahu, el, único sobreviviente de su terceto. ¿Cree que mantiene esa posición antinegociadora?

-Pienso que sí, pues la polarización que indujo, en un sistema con una cuarentena de partidos políticos, le siguió siendo rentable. Hoy es el gobernante israelí de más larga duración. Ello le ha permitido surfear sobre las mayorías dialogantes, con base en minorías identitarias de colonos, políticos extremistas y religiosos ultraortodoxos. Esto es, israelíes partidarios de expandir los asentamientos y contrarios a cualquier concesión territorial a la Autoridad Palestina. Tienen en mente la utopía de Eretz Israel, el país con fronteras bíblicas anteriores a las que fijara la partición de la ONU de 1947. De paso, la Autoridad Palestina es reconocida como Estado por varios países, entre los cuales el nuestro. El efecto ha sido más simbólico que real, máxime tras su quiebre con los jefes de Hamás.

-Pero también se culpa a Netanyahu como responsable de los horrores que hoy se están viviendo.

-Es una reacción emocional. Estos horrores los iniciaron los terroristas de Hamás y "explicarlos" es una manera oblicua de justificarlos. Dicho eso, la responsabilidad de Netanyahu consiste en no haber entendido que negociar acuerdos de paz no es un acto de debilidad, sino una acción propia de la sabiduría de los líderes con autoridad política. Él creyó que podía normalizar la vida en contextos de peligro y lo que hoy se está dando es muy distinto: los atentados de Hamás mutaron en guerra y el mundo se sorprende por la lenta reacción de Tzahal. Así, hoy estamos ante un jaque mate recíproco, con miles de víctimas civiles en Israel y en Gaza, más una gravísima posibilidad de expansión del conflicto. Metafóricamente, el efecto combinado del terrorismo de Hamas y la política de Netanuyahu, equivale al sueño de la razón de Goya. Produjo monstruos.

-¿Era esperable una incursión como la que hizo Hamás en territorio israelí?

-Le cambio la pregunta. Para mí, el tema es por qué, desde cuándo y hasta qué punto Tzahal y los servicios de inteligencia de Israel dejaron de tener el nivel de alistamiento que antes tenían. Tema en desarrollo.

-¿Qué opina de la reacción internacional?

-Pienso que israelíes y palestinos saben que este conflicto interminable implica la necesidad de una intervención internacional amigable, del tipo honest broker, como la de los Acuerdos de Oslo y las que siguieron. Sin embargo, aquí hay otra paradoja, pues hoy la ONU cuenta poco y la actual multipolaridad difusa brinda menos seguridad global que la bipolaridad de la Guerra Fría. La guerra de Ucrania es el mejor ejemplo.

-¿Y qué opina de la reacción de Chile?

-La reacción inicial de nuestro canciller fue profesional y hasta ahí nomás llego. Sin embargo, me gustaría compartir dos percepciones estratégicas respecto al conflicto. Una es sobre la relación directa que se da entre la polarización de la política y la debilidad de las naciones. La otra, es sobre lo complicado que resulta vivir en un Estado con más de una nación, siendo que aquí algunos querían tener once.

-¿Hay un camino viable para que haya paz en el Medio Oriente?

-Dado que en diplomacia incluso los acuerdos frustrados sirven como referente para nuevas negociaciones, mi esperanza es que los de Oslo sólo estén hibernando y que los horrores de hoy repongan su espíritu. El problema es que, como entre los mesiánicos, terroristas y xenófobos dominan los dogmas, se necesita un milagro adicional. Por eso, hoy entiendo que nunca fue broma la célebre frase de David Ben Gurion, el más histórico líder Israel: "No es realista quien no cree en milagros en Israel".

Elizondo y Shimon en la residencia embajada.

"La responsabilidad de Netanyahu consiste en no haber entendido que negociar acuerdos de paz no es un acto de debilidad, sino una acción propia de la sabiduría de los líderes con autoridad política. Él creyó que podía normalizar la vida en contextos de peligro".