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"Hemos postulado desde hace 3 años a proyectos de aprovechamiento de aguas lluvias, que es lo que utilizamos para nuestro aseo personal, lavar ropa, regar las huertas, entre otros usos".

Laura Cofré vecina de La Cumbre

esfuerzo físico para traerla desde la zona urbana. Para regar mi huerta y darle de beber a mis mascotas y animales de corral igual viene del río o de lo que juntamos con el agua lluvia. El agua que usamos para bañarnos en su mayoría proviene de la lluvia que junto en unos baldes que tengo repartidos por distintos puntos", describió Keshler.

El mundo rural espera

La vida de las familias rurales está estrechamente ligada al territorio, a los ecosistemas, a los ríos, a los manantiales o a los pozos de los que dependen para obtener el agua que necesitan, pero que paulatinamente han ido desapareciendo, dejándolos en una posición de dependencia del Estado y sus respectivos gobiernos.

A esto se suma que a medida que la población ha crecido y las actividades humanas se han multiplicado, el nivel de contaminación ha superado las capacidades naturales de depuración de los contaminantes biodegradables.

Laura Cofré vive junto a su esposo Santiago y sus hijos David (16 años) y Eliseo (24 años) en el sector La Cumbre, en San Juan de la Costa, donde desde hace más de 10 años dependen del paso del camión aljibe para obtener agua potable.

"Somos entre 38 y 40 familias en el sector, que hemos postulado desde hace 3 años a proyectos de aprovechamiento de aguas lluvias, que es lo que utilizamos para nuestro aseo personal, lavar ropa, regar las huertas, entre otros usos. El agua que entrega el camión una vez a la semana la dejamos para nuestro consumo y cocinar. Ahora, esa agua la tenemos que trasladar en pequeños bidones desde el estanque que está ubicado a la entrada, lo que es relativamente lejano de donde está nuestra casa", relató Cofré.

Indicó que en la mayoría de los sectores rurales la población es más bien adulta mayor, quienes tienen muchas dificultades para abastecerse del líquido, porque no sólo dependen del paso del camión semanalmente, sino que trasladar el agua en pequeñas cantidades hacia sus viviendas es un tremendo esfuerzo físico.

"Como comunidad rural hemos planteado que lo que se requiere son pequeños embalses, piscinas de almacenamiento de agua, entre otros proyectos, pero todo eso es inversión que el Estado no destina jamás a los campos, porque la gente que vive en ellos es muy poca. Lo que resulta un contrasentido, porque la gracia del campo es tener pocas viviendas y grandes extensiones de tierra para el cultivo o crianza. Entonces, entramos en un círculo vicioso porque la mayoría somos pequeños productores y cuando postulamos a proyectos para mejorar nuestra capacidad, lo primero que nos dicen es 'rechazado', porque no tienen agua", comentó Cofré, quien también es dirigenta social del sector.

Enfatizó que si quienes toman las decisiones políticas salieran más a recorrer las zonas que serán impactadas, habría muchos menos errores que terminan pagando quienes están en los territorios afectados.

"Estos días hemos sido testigos de cómo las políticas públicas son pensadas en escritorios, con calculadores y sin corazón ni conocimiento. Muchas personas en los campos lloraban pensando cómo vivirán sin el paso del camión aljibe, porque es la única manera que tienen de acceder al agua potable. Pero resulta que eso no lo ven las personas que creen que es una buena idea recortar recursos para camiones aljibe. Esa incertidumbre aún está, porque no hay nada claro. Se vienen los meses más difíciles, cuando el agua lluvia casi no está presente, los campos requieren mayor riego y la gente se debe hidratar. Una semana sin que pase el camión y significa que cientos de familia quedarán sin poder acceder al derecho a la vida que llega a través del agua", expresó la dirigenta.

Hasta la fecha, la Delegación Regional no ha logrado formalizar la entrega de recursos para los camiones aljibe que están operativos, aunque a la espera del decreto que deje documentado los acuerdos que permanecen sólo verbales desde el gobierno.

Los alcaldes de la provincia están atentos a las acciones que se vayan concretando, ya que la entrega se debe asegurar de forma permanente. A ello se suma la urgencia de concretar soluciones definitivas para mitigar el problema, tales como la construcción, mejoramiento y ampliación de Plantas de Agua Potable Rural (APR), que pueden tomar más de 5 años sólo en conseguir las autorizaciones y otra cantidad similar de tiempo para el financiamiento.

"El estanque no está al lado de la casa, así que se debe trasladar hasta el hogar el agua en recipientes más pequeños y mis abuelos, a sus años, ya tienen dificultades para hacerlo".

Margarita Huenchuán vecina de Millacura