Durante la fase previa a Fiestas Patrias, el sector de alimentos volvió al lugar predominante de diversos reportajes televisivos. Principalmente a raíz de las alzas en el valor de algunos productos.
A raíz del episodio de los precios de las papas, el caso de la carne cada cierto tiempo vuelve a la palestra. La percepción natural del consumidor es que la carne es un producto caro, y en las actuales circunstancias económicas, por supuesto que es un producto más difícil de adquirir.
Desde la vereda del productor, la producción de alimentos enfrenta un arrastre de varios años de problemas. Si nos retrotraemos a unos 10-15 años, el sector ganadero era visiblemente poco rentable, en comparación con otros rubros, principalmente aquellos emergentes.
Sin embargo, hoy la situación se ha estrechado, y la falta de rentabilidad es uno de los factores más detonantes de la decisión de cambiar de rubro, o vender la propiedad. Ello, por supuesto, trae de la mano problemas importantes de calidad de vida y proyección del mundo rural. Si comparamos el Censo Agropecuario 2007 respecto al realizado en 2021, hay un 41% menos de explotaciones dedicadas a la actividad agropecuaria; 35% de las actuales explotaciones están ligadas a la ganadería (INE 2022), continuando entonces con una importancia enorme, en particular en regiones más apartadas.
De acuerdo a Faenacar, entre 2020-2023 la faena ha disminuido un 18%, y la producción de carne actualmente ha disminuido un 30%. ¿Es tan simple como sugerir a todos bajar la cortina y eliminar el ganado? Experiencias en otros países parecen indicar que no es lo más indicados. En Uruguay, por cada peso invertido en ganadería, la cadena productiva devuelve 4 veces. Ello es muy similar a lo arrojado en el estudio econométrico de 2009, realizado en la Región de Los Lagos.
Por otro lado, la ganadería cumple un rol fundamental para disminuir material combustible de incendios forestales. Y el mismo factor hace que nuestra capa vegetal soporte mejor las copiosas lluvias. La resiliencia de nuestros suelos, abundantes en ganado y bosque es la mejor prueba, después de las torrenciales lluvias de la semana pasada.
¿Qué requiere el agro y la ganadería? Un impulso robusto desde Minagri, con un programa de suelos que permita avanzar en una competitividad productiva, con créditos y programas de fomento que requieren ser modernizados para ajustarse, como en muchos países, a las realidades del campo, muy diferentes a otros rubros de referencia.