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Democracia liberal
La política tiene como fin el bien común y es, por lo tanto, una actividad moral. Es la moral la que define los fines de la política. La ley moral fundamental es la ley natural. La política que prescinde de ella o que pretende ser neutral respecto de la verdad moral no es auténtica política, sino corrupción de ésta. Es el caso de aquella política que al no acotarse dentro de ciertos valores morales, sin sujeción a normas superiores y en virtud de un pluralismo insensato, concede idénticos derechos al error y a la verdad, como es el caso de la ideología de la democracia liberal.
Según esta ideología la ley -como es definida en nuestro Código Civil- es la expresión mayoritaria de una voluntad colectiva que se pone de relieve a través del voto: el hecho de que la mayoría quiera algo es razón suficiente para considerarlo bueno.
Las democracias liberales son frágiles, pues pueden escoger su propia destrucción o ser destruidas por quienes utilizan las armas de la democracia para destruir la democracia; siempre bajo la consigna de que la están "profundizando".
Así ha sido como líderes carismáticos y revolucionarios "profesionales", que han dedicado su vida a una actividad revolucionaria y que encarnan ideologías políticas de una izquierda radical, han llegado al poder en forma legítima siguiendo las reglas o procedimientos formales de la democracia liberal, para luego liderar monstruosos gobiernos tiránicos.
Adolfo Paúl Latorre
Audio filtrado y Chile
Lo más terrible del audio filtrado de la Cancillería es darse cuenta que ellos están a cargo de un país de 20 millones de personas. Es tal la ligereza, tal el amateurismo, que da susto constatar el nivel de rigurosidad con que se pueden estar tratando, por ejemplo, materias de fronteras, de seguridad interna y externa, economía, etc.
Eduardo Silva
Importancia de los humedales
Los humedales son fundamentales para mantener el bienestar humano y la biodiversidad global. Prestan diversos servicios y beneficios para el ser humano. Muchos de ellos son fundamentales para la adaptación y resiliencia ante el cambio climático en zonas costeras, lo que incluye la protección contra marejadas y el aumento del nivel del mar, la prevención de la erosión a lo largo de las costas, la regulación de la calidad del agua en zonas costeras, el reciclaje de nutrientes, la retención de sedimentos, la provisión de hábitat para diversas especies marinas en peligro y de importancia comercial y la seguridad alimentaria para comunidades costeras en todo el mundo.
En particular, existen algunos humedales costeros que tienen una característica muy relevante en el contexto de la crisis climática actual, secuestrando y almacenando cantidades importantes de carbono, mitigando el efecto del cambio climático. Estos ambientes que tienen esta característica se les denomina ecosistemas de carbono azul y dentro de este grupo están las praderas de pastos marinos, los manglares y los humedales costeros (o también conocidos como marismas).
A pesar de los beneficios y servicios que ofrecen, los ecosistemas costeros de carbono azul están entre los más amenazados del planeta, y se estima que se destruyen entre 340 mil y 980 mil hectáreas de estos cada año, siendo la urbanización una de las principales causas. Esta acelerada pérdida de estos ecosistemas hace que el planeta vaya perdiendo su capacidad de secuestrar carbono. Hasta la fecha no existen estudios que relacionen directamente la urbanización con la capacidad de secuestro de carbono de los humedales.
Los ecosistemas costeros son cada vez más reconocidos por su importante papel en el secuestro de carbono y su potencial para convertirse en fuentes de emisiones de carbono cuando se degradan. Aunque estos sistemas están integrados en mecanismos y políticas de financiación nacionales e internacionales, aún no se ha producido la plena integración de las actividades de gestión costera como parte de las carteras nacionales de soluciones. Esta oportunidad de integrar el carbono azul en las políticas y la gestión tiene el potencial de conducir a una mayor conservación (restauración y protección) de los ecosistemas costeros en todo el mundo, preservando y mejorando los múltiples beneficios que estos sistemas brindan a la humanidad. Hasta la fecha, se estima que se han perdido hasta 35 % de la distribución histórica global de los humedales costeros. Si estas tendencias continúan al ritmo actual, durante los próximos 100 años podrían desaparecer entre el 30 % y el 40% de estos ecosistemas, y obviamente, también desaparecerían las especies de flora y fauna que viven en ellos y los servicios ecosistémicos que le prestan estos ambientes al ser humano.
Jorge Sánchez Nova, biólogo marino y Dr (c) en Medicina de la Conservación UNAB
Forma de Gobierno
El nuevo debate constitucional debería concentrarse en cuatro aspectos esenciales: forma de gobierno, sistema electoral, institucionalidad de los partidos políticos y radicación de la jurisdicción constitucional. Los tres primeros están estrechamente relacionados.
La forma de gobierno define el tipo de relación existente entre los órganos que detentan el ejercicio de las funciones ejecutiva y legislativa, la que puede ser de separación estricta y de primacía del Presidente o bien, de separación relativa o atenuada (colaboración) y de primacía del Parlamento. Los modelos son el gobierno presidencial de Estados Unidos y el gobierno parlamentario de Gran Bretaña. Existen también formas híbridas, como el gobierno semi-presidencial de Francia.
En Chile hemos tenido un gobierno presidencial desde 1830, habiendo sido la tendencia histórica el robustecimiento de la autoridad del Jefe de Estado, que es también Jefe de Gobierno. Es por ello que nuestra forma de gobierno es conocida como "presidencialista" y no presidencial.
Ahora bien, la pregunta que deberán responder los redactores del proyecto es cuál de las formas de gobierno garantiza de mejor manera la gobernabilidad del país y su estabilidad institucional, bases ambas del desarrollo nacional. En otros términos, ¿cómo facilitamos la formación de un gobierno de mayorías?
Creo que la respuesta es evidente y, además, tiene fundamentos históricos y empíricos (multipartidismo, ahora polarizado). En pocas palabras, entre nosotros y a diferencia de lo ocurrido entre 1990 y 2006 (etapa más exitosa de nuestra historia, presidencialista), los episodios en que se ha debilitado la autoridad presidencial ("parlamentarismo", 1891-1925) han sido estériles. La respuesta sigue siendo el presidencialismo.
Con todo, me parece saludable que se discutan temas como los eventuales ajustes a la iniciativa legislativa exclusiva del Presidente en algunas materias; la forma de elegir al Presidente (ver sistema argentino) y, la extensión de su mandato.
Jorge Eduardo Vives Dibarrart