Devoto del trabajo

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Casado con Marie Pasteur y padre de cinco hijos -de los que solo dos llegaron a la vida adulta-, el inventor de la pasteurización era un devoto de su trabajo, a tal punto que terminó residiendo en el Instituto que fundó. Allí pasó los últimos siete años de su vida. Desde 1935, el local se convirtió en el museo Pasteur, donde se reúne piezas de su acervo personal y profesional. Sus restos mortales yacen unos metros más abajo, en una cripta de inspiración neobizantina, donde está enterrado junto a su esposa.