"La figura de monseñor Valdés es una bendición para Osorno y Chile"
El nuncio apostólico Alberto Ortega visitó hace unos días la zona para participar en la consagración de la parroquia San Sebastián de Purranque, además de sostener varias reuniones con sacerdotes, religiosas y miembros de la comunidad católica de la diócesis local.
El sacerdote español, nombrado por el Santo Padre en octubre de 2019, en reemplazo de Ivo Scapolo, que fue trasladado a Portugal, abordó en una entrevista con El Austral de Osorno distintas temáticas, como los difíciles tiempos de la pandemia, la crisis vocacional y cómo afrontó el desafío de llegar como embajador político y religioso al país en medio de la crisis que vivía en ese momento la Iglesia chilena.
Alberto Ortega ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede en julio de 1997. Desde entonces ha prestado sus servicios en las nunciaturas apostólicas de Nicaragua, Sudáfrica, Líbano, así como en la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Hasta 2019 se desempeñó como nuncio en Irak y Jordania.
-¿Cómo enfrentó la Iglesia Católica la pandemia?
-Es un momento que obligó a todos a parar y reflexionar, más aún cuando estamos insertos en una sociedad que lleva un ritmo casi frenético. Hubo un replanteamiento de prioridades, a retomar la vida y unidad de la familia, nos ayudó a descubrirnos como personas y bastó una enfermedad para recordar y descubrir en algunos casos que somos débiles, que no podemos hacer todo lo que deseamos. Dentro de la tragedia de la pandemia hubo aspectos positivos, como reencontrarnos con Dios y darle mucha más importancia a la familia, y como dijo el Papa Francisco, "nadie se salva solo", ya que necesitamos apoyarnos y aportar un grano de arena para controlar la pandemia.
-¿Cómo abordaron la necesidad de incorporar la tecnología en la forma de difundir el mensaje?
-Es un punto muy positivo, considerando que muchos sacerdotes y miembros de la comunidad se tuvieron que poner al día en esa materia. Yo mismo no tenía idea de tantas opciones virtuales. Hemos descubierto las grandes posibilidades de estar presente en los hogares mediante el uso de estos medios virtuales. Es un nuevo instrumento que usamos a nivel pastoral y para facilitar encuentros, por ejemplo, con los enfermos o personas que están muy aislados. Es una herramienta para aprovechar, particularmente con los jóvenes, porque es necesario llegar a ellos a través del mundo donde se mueven y claramente es la virtualidad y los medios digitales.
Crisis vocacional
-¿Cómo están abordando la falta de vocación sacerdotal y religiosa que tiene a muchas órdenes sin integrantes e incluso con pocos sacerdotes diocesanos, varios de ellos envejecidos?
-Es un desafío muy grande, pero debemos hacer la salvedad que esta crisis vocacional no es en todo el mundo, ya que en países de África, Asia e incluso en América no sucede. Pero en Chile efectivamente tenemos esa disminución. Más aún cuando congregaciones y religiosos están cerrando presencias y dejando las obras que lideraron por muchas décadas. Se requiere más seriedad para vivir la fe personal, cuidar la familia. Los sacerdotes y monjas deben predicar con el ejemplo, ser un testimonio en vida.
-En la provincia ya se han retirado congregaciones o los representantes que están son de edad muy avanzada. ¿Cómo está planeando la Iglesia a través de la diócesis local darle continuidad para no perder ese vínculo?
-Es un tema que se está abordando, donde es fundamental cuidar la continuidad de los lugares, celebraciones y órdenes que son más sentidas en la comunidad. Es un tema de prioridad pastoral.
-¿Cómo potenciarán la causa abierta de monseñor Francisco Valdés, que actualmente es Venerable Siervo de Dios, pero mucha gente espera sea beatificado y santificado?
-Exactamente, tiene que ser un milagro fuerte que dé certeza para su beatificación. La figura de monseñor Valdés es una bendición para Osorno y para el país. La figura de monseñor Valdés es muy importante y ejemplificadora para la comunidad, un misionero con una vida de entrega, con un enorme carisma y sencillez, de gran amor al Señor. Es importante aumentar la difusión y dar a conocer su figura para que sean más personas las que recen y se encomienden a él, esto ayudará a tener uno o más milagros para dar paso a la beatificación y posteriormente a la santificación.
-¿Cómo fue su experiencia como nuncio apostólico en Irak y Jordania?
-Fue una experiencia enriquecedora, pero complicada. Estaba casi todo el tiempo en Irak, donde estaba aún el Estado Islámico y los cristianos estaban refugiados en una situación muy compleja, siendo perseguidos. Lo más gratificante fue ver la fe de unos 120 mil cristianos que optaron por dejar todo lo material antes de renunciar a su fe.
-Cuando el Papa en 2019 le dice que deja la nunciatura de Irak y Jordania para venir a Chile, ¿qué pensó, considerando que la Iglesia estaba en una enorme crisis?
-Con un poco de susto, pero con la disponibilidad de obedecer al Santo Padre. Cuando me dijeron que me nombraban para la nunciatura en Chile fue otra preocupación, porque la situación de la Iglesia en el país no era nada fácil, muchas diócesis vacantes, con una situación de suma sensibilidad. Ahora mirando en retrospectiva, creo que fue una instancia de purificación y que hacía falta para todos. Me consolaba diciendo "bueno señor, en Chile será una zona de paz, pero con una tensión religiosa". No obstante, llegué los primeros días de octubre de 2019 y en cosa de días vino el "estallido social" y yo pensé "señor, me estás poniendo a prueba".
-¿Qué ha expresado el Papa Francisco respecto a la realidad actual de la Iglesia en Chile y en Osorno puntualmente?
-Hablamos hace unos meses de varias situaciones y debo decir que sigue muy de cerca todo lo que pasa acá y con un cariño especial. Está muy tranquilo por la instancia de paz y reencuentro que se ha logrado.