Si bien hoy no existen dudas de que el uso del automóvil facilita la vida de las personas -en especial en la lluviosa zona sur- al ayudar en el traslado cómodo y eficiente de un lugar a otro, lo cierto es que el aumento de vehículos circulando por las calles se ha convertido en un problema cuyos efectos ya se sienten a diario en la capital regional.

Calles atestadas de vehículos en horas punta son el síntoma más que claro de que se debe pensar en medios de transporte más eficientes y a la vez menos contaminantes, ya que la gran cantidad de automóviles circulando por la ciudad, además de aumentar significativamente la huella de carbono, ocasionando daños irreparables a la capa de ozono, genera estrés y ruido, complejizando la vida en el espacio público.

Y en la búsqueda de estas estrategias que permitan a los ciudadanos dejar el auto en casa y desplazarse a través de otros medios menos contaminantes y más saludables, Osorno tiene un gran trabajo avanzado, ya que la ciudad cuenta con una extensa red de ciclovías que permite a alguien que se desplace en bicicleta llegar prácticamente a cualquier punto de la ciudad.

Sin embargo, se debe corregir algunos problemas que constantemente están denunciando los mismos ciclistas, y dicen relación con deficiencias en la interconectividad entre los distintos tramos de ciclovías, mayor seguridad para quienes hacen uso de estos espacios, una señalética vial que mejore la convivencia entre los distintos medios de transportes que circulan por la ciudad, y mayor educación vial, que ayude al respeto mutuo de todos quienes se desplazan por el espacio público.

Las mejores condiciones climáticas que presenta la ciudad en esta época del año pueden incentivar a quienes habitan en la capital regional a conocer los beneficios que entrega viajar en bicicleta y de paso, dejar el auto en casa.

En publicaciones anteriores hemos insistido en la importancia del ganado para la preservación de ecosistemas, aunque parezca raro para muchos. Recientemente hemos podido contar con la experiencia de un destacado investigador de la Universidad de Valencia, constatando que ya hay municipios incentivando la reincorporación del ganado; "van de vuelta" particularmente en zonas montañosas.

Sacar el ganado del paisaje campestre trae consecuencias no contempladas y en el corto plazo. Europa está viviendo en carne propia que en aquellos lugares que antes tenían ganado, ahora son arrasados por incendios forestales. Ello claramente produce una elevación de gases de efecto invernadero, también tiene consecuencias sobre la estructura de los suelos, malo por el lado que se le mire.

Este punto, que también hemos tratado antes, ha sido particularmente sensible durante 2022. Hace unos meses, en conversaciones con el Ministerio de Agricultura (Minagri) se hizo presente que las lluvias de la zona central, que son una bendición para todos, iban a traer complicaciones en esas regiones en las cuales ya no hay ganado que se coma este mayor forraje disponible. Vemos con tristeza cómo nuevamente nuestra advertencia se cumple.

Desde otra óptica, en España también han evidenciado que la idea romántica de producir otros alimentos en terrenos ganaderos parece no ser tan factible como se pensaba. Se ha podido corroborar que muchas zonas ganaderas poseen especiales y difíciles características geográficas. En estas condiciones, se complejiza la llegada de personas jóvenes dispuestas a emprender, por lo cual hoy vastas zonas rurales que se han transformado en áreas fantasmas y deshabitadas.

Chile tiene una oportunidad única de tomar la experiencia y avanzar en un proceso de sustentabilidad realmente compatible con lo que las diferentes regiones del país nos ofrecen.

Contribuyamos a modernizar la Ley Orgánica de Indap, a incentivar diferentes modelos productivos presentes a lo largo del país, a diversificar mercados, a la implementación de programas de silvopastoreo. Un nuevo pulso de innovación y desarrollo rural es más factible que nunca.

Sergio Willer, presidente Corpcarne