Con la llegada de las altas temperaturas aumenta la realización de actividades al aire libre, lo que si bien es saludable, especialmente tras las intensas cuarentenas que vivió el país en los meses más intensos de las cuarentenas por covid-19, obliga a recurrir a una serie de cuidados, especialmente de la piel, ya que la radiación UV puede ocasionar problemas de salud.

La voz de alerta la lanzó la comunidad médica, que manifestó su preocupación ante el explosivo aumento de la incidencia del cáncer de piel que se ha observado en los últimos años. De hecho, se estima que quienes residen en la zona sur del país, donde hay una alta participación en actividades agrícolas al aire libre, deben extremar los cuidados de la piel, toda vez que se exponen a los peligrosos rayos UV, pudiendo desarrollar -de no mediar los cuidados respectivos- de algún tipo de cáncer de piel.

Un dato que viene a respaldar esta preocupación lo entrega la Organización Mundial de la Salud, que sostiene que en los últimos cinco años la tasa de cáncer a la piel en nuestro país se elevó de 20 a 25 casos por cada 100 mil habitantes, lo que deja a esta patología como el tercer cáncer más común. A esto hay que agregar que una de cada diez personas tendrá durante su vida algún tipo de cáncer a la piel y, lo que es aún más alarmante, en nuestro país mueren anualmente cerca de 300 personas por cáncer de piel, según datos de la Sociedad Chilena de Dermatología.

Es por ello que el cuidado de la piel es una necesidad que cobra vital importancia y su práctica debe ser promovida a todo nivel, a fin de crear conciencia de los necesarios resguardos que se debe tener para evitar los daños de los rayos UV. Consejos como no exponerse al sol en horarios de mayor incidencia de los rayos UV, usar protector solar y proteger la piel con ropas especiales, son solo algunas de las medidas que se deben adoptar para protegerse de este peligro. Sin embargo, tomar conciencia del problema es el primer paso.

El cielo nos seguirá sorprendiendo, trayéndonos impactantes noticias sobre nuestro pasado y acerca de nuestro destino.

Asteroides cercanos a la Tierra, lluvia de estrellas, eclipses de Sol y de Luna, conjunciones planetarias, colapsos estelares, rastreo de vida extraterrestre y descubrimientos de supernovas nos seguirán fascinando. Y el espacio seguirá siendo el escenario privilegiado para las tecnologías de avanzada: naves que desvían objetos interestelares potencialmente peligrosos, radiotelescopios desentrañando los misterios de los hoyos negros, súper cohetes como el SLS (Sistema de Lanzamiento Espacial de la NASA), que hace unas semanas llevó la cápsula Orión fuera de la atmósfera, la primera prueba de la misión Artemisa, el retorno de la humanidad a la Luna previsto para 2024. Hacia el 2033 el SLS tendrá un rol protagónico en la que será la gran aventura de la primera mitad de este siglo: el viaje a Marte.

Cuando en cualquier lugar se habla de estos temas, el nombre de Chile tarde o temprano sale a la palestra. Esto porque alcanzamos el status de principal sede operativa de la astronomía con base terrestre. Es, hasta ahora, el único ámbito de la economía del conocimiento en el cual nuestra nación posee recursos materiales y capital humano "de clase mundial". Durante la presente década contaremos con aproximadamente el 75% de la capacidad de observación planetaria, cuando operen los súper telescopios hoy en construcción en el norte del país.

Nuestro territorio reúne condiciones privilegiadas para la observación del universo, pues nos cubre una atmósfera fría y la más transparente del planeta y por eso tenemos acceso a los mejores instrumentos que la ciencia ha desarrollado. En su extensa geografía los lugares óptimos están en la zona norte -desde más o menos Antofagasta hasta el Valle del Elqui-, pero todo el cielo que nos cubre es de lujo para la astronomía. Me motiva comunicar esta riqueza entre los estudiantes, los científicos del futuro, los navegantes espaciales del mañana.

Participaré con entusiasmo en las Jornadas de Astronomía de Angol que se organizan para mediados de diciembre. Comparto el anhelo del Campus Angol de la Universidad de La Frontera, de la Dirección de Turismo Municipal y de la Fundación AstroLab de transformar a la capital de Malleco y en particular a la Cordillera de Nahuelbuta en un referente de la astronomía educativa y del astroturismo del Sur de Chile, y en hacer de la cosmología mapuche una herramienta de integración. Voy personalmente a invitar a las niñas y a los niños de La Araucanía a cuidar la transparencia de su cielo y a protegerlo de la contaminación lumínica, satelital y radiofónica, para que de esta forma en el futuro cercano un observatorio astronómico en Nahuelbuta sea un componente esencial de la red chilena de telescopios robóticos.

José Maza Sancho

Astrónomo, académico de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias