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de protección personal, ya que como es un elemento remoto, se hace una aplicación a distancia y se puede manejar a un kilómetro de donde está operando, por lo que el contacto con los agroquímicos es prácticamente cero", señaló.
Asimismo, Jorge Schmidt agregó que cuando se trabaja con rociado pulverizado, el viento pude ir corriendo el sector donde se está fumigando, lo que se conoce como deriva, algo que con el drone se puede regular de mejor manera, porque es posible controlar el nivel de altura con que se posiciona sobre el cultivo y también se puede hacer lo mismo con la velocidad con que se mueve.
"La aspersión que uno tira con las boquillas del drone es mucho más intensa en los sectores donde se está aplicando y hay bastante menos pérdida del producto. En cambio, cuando uno hace fumigación con un tractor, con un pulverizador gigante, normalmente se usan entre 150 y 200 litros por hectárea de aplicación y nosotros con el drone hacemos esta aplicación con 30 litros en cada llenado del estanque. Hay un ahorro que es bastante perceptible, sobre todo cuando se hace en campos grandes, sobre 40 hectáreas, en términos de producto, y por sobre todas las cosas de recurso hídrico, porque la pérdida de agua es casi cero usando un drone, a diferencia de un sistema convencional de pulverización", concluyó.
Crece la confianza
Nicolás Hidalgo y Rodrigo López también tienen una empresa llamada Servidron Osorno y de los 3 equipos que poseen, uno de ellos es para fumigaciones, además de los que cuentan para hacer mapeo y fotografías.
En el caso del drone para fumigaciones, puede alcanzar a cubrir en un día 50 hectáreas con condiciones climáticas favorables, pero también tiene la ventaja de que se puede trabajar de noche, ya que se trata de un equipo ciego, que funciona con un GPS al que se le entregan las coordenadas y el mapeo por donde debe pasar.
"En comparación a un equipo tradicional, tenemos varía ventajas, por ejemplo el consumo de agua, porque un herbicida ocupa por cada tres litros, 200 litros de agua y nosotros aplicamos el mismo agroquímico, pero con 20 litros de agua, porque lo que hace el drone es pulverizar", explicó Rodrigo López.
Además, hay un riesgo muy mínimo de intoxicaciones, porque no hay personas que lleven en sus espaldas los equipos, con lo que peligra su salud a corto y largo plazo.
Coinciden también en que la mayor parte de las contrataciones de sus servicios son en terrenos de difícil acceso, ya que ese equipo puede llegar a acantilados, como por ejemplo, el mes pasado fumigaron 10 hectáreas en la isla Tenglo en Puerto Montt, donde no hay forma de poner un tractor por la geografía del lugar, con pendientes muy pronunciadas.
Estos empresarios comentan que partieron prestando servicios en los campos hace alrededor de dos años, donde al principio muchos agricultores miraban con desconfianza este sistema, pero con la experiencia que están demostrando, son cada vez más los que se inclinan por contratar un drone, ya que externalizan el trabajo con profesionales que cuentan con un equipo de alto valor y que trabajan además con las autorizaciones del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y de la Dirección de Aeronáutica Civil para estos fines.
"Si nos fuéramos más al norte tendríamos mucho más trabajo, por el clima, pero acá tenemos más agricultores y zonas de cultivos donde se puede trabajar. Para eso tenemos que tener la llegada con los agricultores y ellos la confianza en las nuevas tecnologías", manifestó Nicolás Hidalgo.
Papas y praderas son utilizados los drones por los investigadores del Inia Remehue en campos de la provincia de Osorno y una parte de la Región de Los Ríos.
50 hectáreas puede cubrir en un día el drone para fumigaciones de la empresa Servidron Osorno, que además trabaja de noche gracias a que funciona con un GPS al que se le entregan las coordenadas.
Ahorro de agua es una de las ventajas de utilizar drones en las faenas de fumigación. Una empresa de la zona detalla que usan 30 litros por hectárea, a diferencia de los 200 litros utilizados con un tractor.