Profesores al debe con el hábito lector
Los docentes son, tal vez, los actores más relevantes a la hora de forjar la práctica de lectura regular entre los niños y jóvenes. Leer de manera habitual fortalece la comprensión del mundo, la adquisición de vocabulario y una mayor capacidad para relacionarse.
Una encuesta de la Universidad Autónoma a más de 365 futuros docentes de educación parvularia y básica de ocho universidades chilenas, con seguimiento de un año, reveló una preocupante realidad: consideran importante leer, pero no tienen el hábito de hacerlo, lo cual afectará a quienes luego serán sus alumnos. Las lecturas de los futuros docentes son muy similares a las de sus futuros estudiantes. El informe indicó que pensando en su edad y formación universitaria parecen no haber ampliado ni complejizado sus intereses y preferencias. Lo que preocupa a los investigadores es que si ellos no tienen el hábito lector, será más difícil desarrollarlo en sus alumnos.
Estudios previos también han sido críticos, sugiriendo que algunos pedagogos parecen actuar como "falsos lectores", poniendo en peligro la formación de las nuevas generaciones. Ellos relacionan la lectura como algo positivo y socialmente bien visto, pero en la práctica no lo hacen. Es en prebásica y básica que se enseña formalmente la lectura, pero también es el período donde se promueve el gusto por leer, objetivos que dependen, en parte, de la relación de los docentes con la lectura.
El Ministerio de Educación ha dicho que el 60% de los niños que pasan a segundo año básico llega sin saber leer correctamente. Significa que cerca de 158 mil alumnos que debían aprender a leer en primero básico no tienen el nivel adecuado, lo que afecta su aprendizaje en otras asignaturas. No aprender a leer en primer año provoca un retraso que les cuesta mucho remontar, lo que podría relacionarse con dificultades en la metodología, el bajo acceso a material y libros, y la falta de apoyo del entorno familiar.
Promover la lectura en primero básico requiere que existan libros disponibles para los niños, que los profesores sean lectores y estén en condiciones de enseñar efectivamente a leer y un compromiso del entorno en los cuales esos niños se mueven.
Es evidente que hoy los niños y jóvenes muestran desinterés por la lectura, incluso a nivel de estudiantes universitarios. La falta de lectura atrofia la mentalidad de los estudiantes y limita su vocabulario y la capacidad de comprensión, por lo cual hay que resolver el problema desde el primer año.