El Baile
Hace unos días, saliendo de una clase de educación física, pregunté a unos niños cómo les había ido y respondieron que venían de ensayar el tradicional baile para el acto de Fiestas Patrias y que se sentían poco conformes con su habilidad, preocupados porque esto podría afectar la impecable presentación del curso. La desazón de esta respuesta alimentó mi curiosidad y también la reflexión sobre la importancia que tienen todas las actividades extracurriculares que, a veces, son miradas con cierta reticencia en la formación de los estudiantes.
La conciencia de que no somos sólo intelecto de por sí es un acto revelador para muchos, en especial si se da en el contexto escolar que mayoritariamente significa una suerte de encapsulamiento de los estudiantes en su puesto al interior de la sala de clases. Desde hace tiempo, la realidad nos hace presente que el academicismo extremo y la falta de espacios lúdicos -que tengan cabida en lo emocional y corpóreo- es un desafío cada vez mayor.
Cuando los niños y niñas deben resolver un problema de manera conjunta y deben seguir instrucciones, coordinar acciones, esperar y poner atención a lo que los demás van realizando, aprende de manera mucho más enriquecedora que simplemente escuchando y repitiendo en su fuero interno algún concepto o procedimiento para repetirlo nuevamente en una evaluación en la que quizás ni siquiera le pregunten eso que con tanta dificultad está intentando retener.
La biología, la física, las matemáticas; ni hablar del lenguaje, la filosofía o la historia están presentes en el pasillo, en el patio y en todos los rincones a los que los estudiantes tienen acceso; sólo es necesario revelarlas y acceder a ellas de una manera sencilla para ponerlas al servicio de la comprensión de los estudiantes. Y no sólo descubrirlas fuera del aula, sino también profundizar en la capacidad humana de comunicarnos y de trabajar juntos porque en la colaboración está la clave del futuro.
Es difícil imaginar las grandes empresas de la humanidad, el desarrollo tecnológico, avances científicos o grandes viajes de antaño si no hubiera sido por la conjunción de diversas personas que, de un modo u otro, contribuyeron con sus particulares protagonistas: Magallanes, Colón, Tesla, Ford, entre tantos otros.
La danza, el teatro y el deporte deberían ser asignaturas obligatorias en alguno de los ciclos de la vida escolar o ¿por qué no? en toda la trayectoria de una persona en la escuela: se hace cada vez más necesario desarrollar habilidades de comunicación, de resolución de problemas y la formación valórica en vista de la educación ciudadana que tanta falta hace. ¿Cómo formaremos a los ciudadanos del mañana con prácticas y asignaturas de un pasado que hace rato quedó descontinuado? Algo se ha avanzado con la nueva propuesta de planes diferenciados para los terceros y cuartos medios, pero aún falta mucho para acercarnos siquiera a ese salto que hace tanto tiempo venimos anunciando.
Ojalá que en estas próximas fiestas no sólo promovamos usos y tradiciones típicas para festejar con nuestros estudiantes, sino que también inculquemos aquellos valores que nos hacen mejores personas, mejores ciudadanos. Para ello, cobra mucho sentido la coreografía del baile típico y el ensayo constante para una presentación escolar ya que ahí es donde se juega el sentido de colaboración, pertenencia e identidad que tanta falta hace a las nuevas generaciones.
"Cuando los niños y niñas deben resolver un problema de manera conjunta y deben seguir instrucciones, coordinar acciones, esperar y poner atención a lo que los demás van realizando, aprende de manera mucho más enriquecedora que simplemente escuchando y repitiendo"