Correo
La ministra Tohá
"El derecho a quemar buses y a romper semáforos no existe": "Tohá" la razón, ministra.
Luis Enrique Soler
Pare, mire y escuche
"Pare, mire y escuche". Así era el letrero que estaba justo antes de cruzar una línea del tren. Su propósito era que quien cruzara se hiciera responsable de su vida.
Desde el 18 de octubre todos los sectores han vivido la experiencia de encontrarse con un resultado que les sorprende y que al parecer era inesperado. Este 4 de septiembre le tocó a la campaña del Apruebo. Más allá de la circunstancia actual, hace tiempo que se nos extravió la capacidad de escuchar, y si no hacemos algo distinto, nada nuevo va a pasar.
No estoy de acuerdo con las declaraciones de Carmen Hertz ni con las de Rojo Edwards. Ambas tienen un tono que, a mi juicio, acrecienta el conflicto.
Estamos en un momento en el que necesitamos encontrar los puntos en los que estamos de acuerdo para avanzar a conversar sobre nuestras diferencias. Esto es más profundo que encontrar fechas y constituyentes para una nueva redacción de una constitución; esto se trata de conversar sobre el país que queremos; de parar y escuchar a la contraparte para comprender qué hay detrás de su rabia, frustración y tristeza.
Porque apruebo y rechazo es algo del pasado y hoy necesitamos conectarnos con el futuro. Por eso paremos, miremos y escuchemos, que la responsabilidad de ese futuro es nuestra.
Pablo Fuenzalida
La universidad en el presente
La posibilidad de preguntarse por aquello que se presenta como obvio constituyó la fuerza vital sobre la cual el ser humano comenzó a andar sobre la Tierra de un modo que fue, es y será su huella indeleble y acaso única en el planeta.
Precisamente por preguntar lo evidente es que emerge lo que de forma oculta sostiene y hace posible de forma casi incuestionada aquello que se presenta. Es decir, el fundamento. Probablemente, preguntarnos por la universidad en el presente pueda ser considerado una pregunta innecesaria.
Una primera lección es que una pregunta no deja de ser importante por ser innecesaria. De allí que lo innecesario es en ocasiones, el punto de partida para conducirnos a espacios del pensamiento que sea crítico y entonces, aquello que tomamos por dado se tambalea y requiere ser objeto del pensamiento.
La universidad es desde hace décadas, un espacio institucional que ha ganado legitimidad por vías que resultan ser la ruta menos relevante y acaso accesoria del ejercicio universitario. Nos hemos ido quedando con la universidad que produce profesionales y en algunas ocasiones, logra producir conocimiento y los divulga como tarea secundaria, casi accesoria a la primera que le demanda la sociedad. Allí, en la aparente demanda de la sociedad es donde yace el mayor peligro para la universidad como espacio privilegiado para la generación de conocimiento.
La sociedad demanda profesionales, sin duda. ¿Será la demanda más importante? Probablemente el foco en el producto final: el titulado, ha desdibujado la enorme relevancia que tiene la universidad como proceso en el cual, lo fundamental es "aprender a aprender". Una sociedad que no aprende o, como la llaman algunos filósofos ahora, una sociedad del desconocimiento se erige precisamente por la precariedad que se ha instalado en la universidad que más preocupada por dar herramientas para el futuro profesional, ha descuidado lo fundamental que hace al ser humano un sujeto de aprendizaje: Aprender a aprender.
En el presente, eso significa aprender a preguntar y dudar de la respuesta, cuestionar la respuesta y superar la creencia en lo conveniente. En tiempos donde abunda el acceso a todo tipo de fuentes, con propósitos tan múltiples como intereses que usualmente se ocultan; la posibilidad de que seamos victimarios de la verdad y consumidores de creencias impuestas por otros es sencillamente el resultado más probable.
La universidad deberá ser transformadora porque deberá trascender la sencilla formación de productos para el mercado laboral y generar en consecuencia, nuevos espacios para construir nuevos conocimientos incluso desde preguntas tan innecesarias como esta que comenzamos a formularnos ahora: ¿Qué sentido tiene la universidad en el presente?
Alejandro Ochoa Arias, académico del Instituto de Gestión e Industria Universidad Austral de Chile sede Puerto Montt
Derrota del Apruebo
Verdadero ejemplo cívico y un ambiente de esperanza inmediata. Celebraciones sobrias con declaraciones respetuosas, destacándose nuestra bandera como símbolo de unidad. Yo me quedo con el siguiente: Gran triunfo de la humildad y unión de la ciudadanía en contra de la soberbia y polarización de algunos sectores políticos.
Los ex señores constituyentes, por favor, que no hablen de reconocer humildemente la derrota. No tienen ningún derecho de hacerlo, por cuanto ellos en este proceso, que mucho de circo tuvo, hicieron gastar al Estado chileno una gran millonada de pesos, logrando polarizar al país, dividirlo torpemente, cometiendo algunos espectáculos vergonzosos.
Hemos tenido un aumento considerable de los narcotraficantes y delincuentes, aunque debemos reconocer que estos ya venían de antes de la asunción del actual gobierno. Todo este hecho delictual tiene cansada a las familias del país.
Ha quedado en evidencia que todos los que votamos, estamos en favor del partido más importante que existe en nuestro país, ese gran partido se llama Chile.
Las autoridades de Gobierno, los parlamentarios, alcaldes y líderes políticos son los responsables en gran medida de este voto de rechazo. La población no ha sido atendida en temas urgentes como seguridad, salud, por citar en par de necesidades. El flagelo de la delincuencia y narcotraficantes los sobrepasó.
Está claro que nuestro país está cansado de los extremos y excesos. Lo que más anhela el ciudadano es paz, mucha paz. La tranquilidad pasó a ser el valor más preciado de cada uno de nosotros, "pobres, pero tranquilos".
Quiera Dios que con este tropezón vuelva la humildad y algo de sabiduría a quienes hoy tienen la compleja misión de dirigir los destinos de la patria.
Mariano González