Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Espectáculos

(viene de la página anterior)

E-mail Compartir

Sin embargo, la industrialización del rubro, con empresas que sacan con maquinarias el material sin un control definido, generó en parte el declive de la actividad, ya que algunos decidieron buscar un nuevo destino laboral y otros fallecieron.

Actualmente hay cinco personas que se dedican a este esforzado trabajo, donde deben lidiar con el clima, el rigor de la faena y sin medidas de seguridad.

Actualmente hay dos puntos donde todavía trabajan los esforzados ripieros: el Puerto Rahue, situado al lado del antiguo puente San Pedro; y también en el Puerto Aravena de Ovejería. Algunos de ellos relataron a El Austral de Osorno sus historias de vida ligadas a esta actividad casi extinta.

Esfuerzo

Eduardo Santana, de 61 años, se dedica a la extracción de material desde hace más de tres décadas. Comenzó en este rubro para llevar el sustento a su familia. Su hermano le enseñó el oficio, ya que estaba desempleado.

"Mi hermano en algún momento encontró pega como garzón, porque estaba un poco cansado de este trabajo, pero yo quise continuar en esta labor y siempre he trabajado en este mismo sector. Antiguamente varios se dedicaban al ripio, de hecho había hasta un sindicato, pero con el tiempo muchos se fueron y los más antiguos fallecieron. Actualmente somos muy pocos", comentó el trabajador fluvial, quien agregó que las grandes empresas también son responsables del ocaso de los areneros artesanales.

Explicó que en la época de invierno trabajan más con la arena que con el ripio, dado que con el caudal alto, producto de las lluvias y la fuerza de la corriente, es casi imposible sacar el material, porque esta labor se realiza con la "cuchara", una especie de pala con un largo mango de coligüe con el cual van extrayendo la arena y el ripio.

"En otoño e invierno nos dedicamos más al tema de la arena, que la voy acopiando para tener en caso de que vengan clientes a comprar. Además, para generar más ingresos, vamos sacando algo de leña que también dejamos en la orilla, porque los clientes igual necesitan. Tenemos que ingeniar para ganar plata", agregó Eduardo Santana, quien vende el cubo a 20 mil pesos.

Esta labor antiguamente se iba heredando de generación en generación, pero ahora ellos son los últimos que van quedando y es muy factible que con la partida de este pequeño grupo, el oficio de extraer el ripio de manera artesanal sea parte de la historia y un lindo recuerdo de antaño.

Las ventas estuvieron bastante bajas durante el período más complejo de la pandemia, aunque de igual manera este ripiero siguió trabajando de manera esporádica; no obstante, se mantuvo en gran parte gracias a la ayuda del Gobierno.

"Esta es la única actividad que sé hacer. En este tiempo está malo, pero espero que después de Fiestas Patrias pueda mejorar, porque con el clima bueno la gente hace sus construcciones. Tenemos que seguir y esperar que los clientes vengan a comprar nuestro material", dijo resignado y con nostalgia de hace algunas décadas, cuando el trabajo era más rentable.

Con seguridad señala que mientras tenga las fuerzas seguirá dedicándose a esta actividad fluvial, porque pese a lo complejo e inestable que se vuelve esta la labor, es lo que más le gusta hacer.

Arena y DOMICILIO

El ripiero más joven es Erwin Barría, de 45 años, quien hace más de 30 años comenzó a trabajar en este rubro, porque su padre se dedicaba a esta faena y decidió continuar con la tradición laboral.

Comenzó a sacar ripio a la altura del puente Chaurakawin, que conecta Rahue con Francke, pero desde hace algunos años se trasladó hasta Puerto Aravena, dado que el espacio donde desempeñaba sus faenas comenzó a poblarse con tomas ilegales.

Recuerda que cuando era niño había muchas personas en la faena, pero varios fueron desertando por la industrialización del trabajo, algunos envejecieron y otros buscaron fuentes laborales distintas.

Sobre su trabajo, dijo que "los pocos que van quedando se meten al río en bote para buscar el material, pero yo trabajo principalmente en verano, cuando el río está más bajo, porque es más fácil y menos peligroso. En esta época prefiero ir a comprar el ripio a alguna industria para poder revenderlo y así voy generando ingresos".

Tiene un camión con el que va a comprar el material en esta época y carga en verano cuando se mete con su bote al río para sacar el producto. Hace repartos a domicilio y vende el cubo de ripio a 22 mil pesos. También vende gravilla, que comercializa a $25 mil.

Afirma que le fue bien en la pandemia y en un mes bueno llegó a vender cinco cubos diarios, aunque ahora las ventas están más bajas. Está optimista, eso sí, que la situación mejore después de Fiestas Patrias.

"Uno tiene que buscar la fórmula para generar dinero. Por eso, como tengo mi camioncito hago algunos fletes, lo que también me ayuda. Igual saco arena que también vendo, porque tengo que hacer de todo", indicó el trabajador osornino.

Con nostalgia, el ripiero del sector Puerto Aravena vislumbró un negro futuro para la extracción artesanal de ripio, señalando que en unos años más esta labor no continuará, porque antiguamente se transmitía de generación en generación, lo que no ocurre actualmente, ya que los hijos de los actuales trabajadores del río Rahue prefieren dedicarse a otra actividad.

"Este trabajo era heredado, pero ahora los jóvenes tienen otra mentalidad, quieren dedicarse a algo más estable y que